Luisa de Lorena, esposa de Enrique III rey de Francia
Nacida en Nomeny, el 30 de abril
de 1553, era la tercera y la menor de los hijos del duque Nicolás de
Mercœur y de su primera esposa, Margarita de Egmont. Fue
la única superviviente, pues todos los hermanos murieron en su infancia.
También murió pronto su madre, cuando ella apenas tenía un año, en 1554; y su
padre se volvió a casar, en 1555, con Juana de Saboya Nemours, la
cual dio a Luisa una sólida educación, presentándola en la corte de Nancy, con
diez años; pero Juana de Saboya-Nemours murió en 1568 y el padre
de Luisa contrajo un tercer matrimonio en 1569 con Catalina de Lorena-Aumale.
Con 20 años, a Luisa se la
describía como hermosa, delicada, alta y rubia, con la tez blanca, ojos
marrones claros (en los que se podía apreciar una ligera miopía), con una
silueta esbelta y refinada. Con respecto a su educación, era tranquila, obediente
y piadosa.
Luisa se encontró por primera vez
con Enrique de Valois en el
otoño de 1573, cuando el entonces duque de Anjou, se dirigía a Cracovia,
capital de su nuevo reino, Polonia-Lituania. Ella atrajo el interés de Enrique durante las celebraciones en
honor a su elección como rey de Polonia-Lituania. Tras la muerte de Carlos IX de Francia, Enrique lo sucedió como Enrique III de Francia, el cual
regresó clandestinamente a Francia. Cuando Luisa viajaba junto a su familia a
Reims, para la coronación de Enrique, Felipe Hurault de
Cheverny y Michel du Guast llegaron para hacerla la propuesta
de matrimonio, en nombre de Enrique. La boda tuvo lugar en la catedral
de Reims, siendo la ceremonia oficiada por el cardenal Carlos de
Borbón; dos días después, el 15 de febrero de 1575, la reina de Francia
hizo su entrada oficial en París, junto a su marido.
Luisa se enamoró inmediata y
profundamente de su esposo. Fue este un sentimiento que nunca cambió, a pesar
de las dificultades. Sufrió, terriblemente, a causa de los conflictos entre su
familia (las Casas de Guisa y Lorena) y, en particular, entre su hermano Felipe
Manuel de Lorena, duque de Mercœur y su esposo durante las Guerras
de Religión. Gracias a su carácter tranquilo, aceptó las excentricidades de
su esposo. El interés del rey en mimar a Luisa fue utilizado por sus enemigos
contra él.
El matrimonio no tuvo hijos, a comienzos
de su matrimonio, tuvo un aborto espontáneo en mayo de 1575; aunque
es un hecho no confirmado, ya que nunca se anunció oficialmente. La reina se inculpó
por no tener descendencia, adelgazando en demasía y sufriendo episodios de
depresión. Entre 1579 y 1586, los reyes hicieron multitud de ofrendas y
peregrinaciones, con la esperanza de tener un heredero. Pero ante los
resultados negativos, el presunto heredero fue —tras la muerte del hermano del
rey Francisco, duque de Anjou, en 1584—, el controvertido Enrique
III de Navarra, lo que provocó una presión adicional sobre Luisa y
su esposo. En 1584, hubo rumores de que podrían divorciarse.
Como reina consorte, Enrique le dio un gran papel de
representación, participando, en su compañía, en ceremonias y recepciones, y
realizando tareas de representación, como en la sesión de apertura de los Estados
Generales. Aunque nunca estuvo involucrada en asuntos estatales, salvo en
un sentido puramente ceremonial. Fue muy popular por su belleza y personalidad
caritativa. Por esta popularidad, en 1588, demostró un apoyo importante para la
causa real, cuando permaneció en París con su suegra, una vez que el rey huyó
de la capital durante su conflicto con el duque de Guisa.
Tras el asesinato de su esposo
por el sacerdote dominico Jacques Clement el 1 de agosto de 1589,
Luisa cayó en un estado de depresión permanente y comenzó a vestirse de blanco,
el color de luto tradicional de las reinas francesas, apodadas la "Reina
Blanca". Como dote, recibió el ducado de Berry. Ella trabajó para
rehabilitar la memoria de su esposo, el cual había sido excomulgado, tras el
asesinato del cardenal de Guisa. El 6 de septiembre de 1589, un mes
después de la muerte de su esposo, le pidió a Enrique IV que limpiara el
nombre de su difunto esposo, y el 20 de enero de 1594, exigió oficialmente la
rehabilitación de Enrique III en una ceremonia que tuvo
lugar en Nantes.
Después de la muerte de su esposo,
durante años, vivió en el castillo de Chenonceau, que había recibido
como herencia de su suegra, cubriendo las paredes de negro, con los atributos reservados
para el duelo. Debido a que el castillo estaba sumido en deudas, se lo legó a
su sobrina, Francisca de Lorena, el único hijo sobreviviente de
su hermano, quien más tarde se casaría con César, duque de Vendôme,
hijo ilegítimo de Enrique IV y Gabrielle de Estrées. Luisa
murió en el castillo de Moulins, el 29 de enero de 1601 y todos sus
bienes fueron utilizados para pagar sus deudas. En septiembre de 1603, mediante
una bula papal, se ordenó la construcción de un convento de capuchinos en París
para enterrarla, lo que se hizo el 20 de marzo de 1608. Sus restos fueron
encontrados en octubre de 1805, y se encuentran desde 1817 en la cripta real
de la basílica de Saint-Denis. Fue la única reina consorte antes de la revolución
Francesa que fue enterrada en Saint-Denis, en una tumba con su nombre.
Ramón Martín
Comentarios
Publicar un comentario