Ragnahilda, esposa de Eurico, rey visigodo de la Península
Apenas se conocen datos
sobre Ragnahilda. Los pocos a los que tenemos acceso, son por una carta que Sidonio
Apolinar envía a un amigo suyo. En ella se la menciona como hija,
hermana y nuera de reyes. Algunos autores, afirman que, en realidad, fue esposa
de Teodorico
II y no de Eurico.
Se cree que debía ser arriana, ya que Eurico
lo era, y que debieron casarse, poco antes o nada más asumir éste el trono,
tras asesinar a su hermano. También podría darse el caso de que fuera una
princesa sueva, aunque Ana María Jiménez afirma que fue una princesa
Burgundia, ya que Teodorico
II, antes de iniciar la guerra con los suevos, a mediados de la década
del 450, pactó con los caudillos burgundios, y, posiblemente, para reforzar el
pacto, ya que le interesaba estar bien avenido con ellos, puesto que el matrimonio
de Eurico
con un familiar de Gondioc, daría fuerza a dicho pacto.
Ragnahilda llegó a
Toulousse en fecha desconocida. Es mencionada por primera vez, ya casada con Eurico,
cuando éste ya es rey; su nombre es el primero de una princesa real que aparece
en la historia de los visigodos en la Galia. Los aldeanos de Toulousse lo
llamaban reina Pedauca, aunque es posible que fuera confundida con esta
reina mítica ambientada que, había hecho construir en la capital del reino
la antigua iglesia de la Dorada, donde, supuestamente, fue enterrada. Existía la creencia que habría sido, en realidad, católica e hija de un rey burgundio.
Aparte de las teorías y
leyendas, el único episodio conocido de la vida de Ragnahilda es el regalo que
un noble de la Galia llamado Evodia hizo a la reina. El presente consistía
en un cuenco o cáliz de plata, con unos versos de Sidonio Apolinar,
amigo del aristócrata, grabados a su alrededor, que terminaría formando parte
del tesoro real de Toulouse. Evodia fue convocado por el rey visigodo e
intentó conseguir influencia en la corte presentando este regalo a la
reina.
Sidonio, en sus versos,
menciona el deseo de que el hijo de la reina reine un día junto a su padre y se convierta en su sucesor. Debido a la
sensibilidad y el conocimiento de Sidonio y su poesía, Wolfram
intuye que la reina tenía una educación latina, y, tanto ella como su marido
tenían en gran estima al poeta galo-romano.
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