Jacobo II, rey de Inglaterra desde 1685 a 1688
CASA DE ESTUARDO
Nacimiento: El 14 de octubre de 1633 en el Palacio
de St. James (Londres)
Fallecimiento: El 16 de septiembre de 1701 en Saint
Germain en Laye (Francia)
Padres: Carlos
I de Inglaterra y su esposa Enriqueta
María de Francia.
Reinado: Desde el 6 de febrero de 1685 al 11 de diciembre de 1688.
Fue el último monarca católico que
gobernó en Inglaterra, además de ser, también el último, en pretender mantener
una política autoritaria que, en todo momento, estaría desvinculada de los
intereses substanciales del pueblo inglés, no gozando de las mínimas
condiciones requeridas en un estadista. Jacobo II nunca comprendió la nueva
situación creada tras la revolución de 1640 ni la habilidad con que su hermano Carlos II supo capear las situaciones más
desfavorables para la Restauración.
Había
nacido en Londres el 14 de octubre de 1633, y era el segundo hijo varón de Carlos I y
de Enriqueta
María de Francia. Durante
su juventud, le tocó vivir, los dolores de la Guerra civil y del destierro en
Francia, entre los años 1648 a 1660. En Francia prestó servicio en el ejército
de Turena en el transcurso de las operaciones de la Fronda, que tuvieron
lugar entre 1652 a 1655. Una vez restaurados los Estuardo en el trono de
Inglaterra en 1660, su hermano Carlos II le nombró duque
de York y almirante de la flota, en la que destacó por su acierto,
tanto en la administración como en el mando en acción naval, durante la guerra
angloholandesa de 1665.
Pero,
estaba más preocupado por las cuestiones de su alma, por lo que, después de
años de dudas y vacilaciones, en 1672 abrazó públicamente la religión católica,
lo que provocó un gran revuelo entre anglicanos y whigs. En 1673 tuvo que
renunciar a la jefatura de la flota inglesa. En 1679 tras el triunfo de los
whigs en las elecciones al Parlamento, el partido nacional, dirigido por
Shaftesbury, logró que se le excluyera del Consejo Real, por lo
que decidió exiliarse, por algún tiempo, en Bélgica. Situación que no duró
mucho, regresando a Inglaterra para desempeñar el cargo de Alto Comisario de
Escocia. Durante los años 1680 y 1681, en Escocia, demostró su carencia de
dotes para triunfar en la política. En 1681, la reacción tory, le permitió
volver a establecerse en Londres y ocupar los importantes cargos a los que
había debido renunciar.
Cuando
ascendió al trono de Inglaterra el 6 de febrero de 1685, estaba apoyado por
todos los elementos conservadores, como se demostró con la aceptación, tanto
por el Parlamento de Inglaterra, como por el de Escocia de todas sus prerrogativas;
así como la fácil represión del intento de alzamiento del duque de Monmouth,
bastardo de Carlos II, en 1685. Solo la
política religiosa del rey fue capaz de abrir brecha en el bloque que le
apoyaba. Sus relaciones con el papa, junto a la pomposa celebración del cuto
romano en palacio, y la presencia en Inglaterra del clero regular católico, consiguieron
asustar a los anglicanos y a los tories, que temían la restauración del
catolicismo. La Declaración de Indulgencia el año 1687, confirmó esos
augurios. El Parlamento protestó y Jacobo lo disolvió, arrestando al arzobispo
de Canterbury por haberse opuesto a dicha Declaración; además otros
siete obispos anglicanos fueron llevados a los tribunales.
La
situación cambió, y en mayo de 1688 Jacobo no tenía ninguna fuerza que lo
soportara. Como consecuencia, cuando el 5 de noviembre del mismo año Guillermo de
Orange desembarcó en Inglaterra, acogido por tories y whigs, Jacobo II no
pudo hacerle frente, y el 10 de diciembre huyó de Londres, siendo detenido en
Faversham, y conducido de nuevo a la capital, aunque gracias a Guillermo de
Orange pudo huir a Francia, el día 23 del mismo mes, instalándose en San
Germain en Laye, junto a algunos fieles partidarios, con los cuales, con el
apoyo de Luis XIV de Francia, preparó dos alzamientos en
Inglaterra que no tuvieron éxito. El primero el 12 de marzo de 1689, lo dirigió
personalmente, desembarcando en Irlanda donde contaba con apoyos; pero fue
derrotado el 1 de julio de 1690, en la batalla de Boine. El segundo,
también supuso un fracaso desde el principio, ya que la flota británica —por la
que tanto hizo—destrozó a la francesa de desembarco en la batalla de la
Hogue, el 17 de mayo de 1692.
Desde
entonces siguió viviendo en San Germain en Laye, donde murió a
consecuencia de una hemorragia cerebral, el 16 de septiembre de 1701, siendo sepultado en la Capilla de
los Benedictinos Ingleses de San Edmundo en París, siendo trasladado,
posteriormente, a la catedral de Saint Germain en Laye, frente al
castillo donde murió.
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