Enriqueta María de Francia esposa de Carlos I rey de Inglaterra

 


Fue la menor de los seis hijos habidos del matrimonio entre el rey Enrique IV de Francia y de María de Médicis, su segunda esposa. Al ser asesinado su padre por un fanático católico llamado François Ravaillac, el 14 de mayo de 1610, la reina consorte María de Médicis, asumió la regencia en nombre de Luis XIII, que apenas contaba nueve años, siendo demasiado joven para reinar. Pero cuando tomó el poder, una de sus primeras acciones fue exiliar a su madre en el castillo de Blois, debido a las malas relaciones existentes entre ellos. A causa de lo cual María Enriqueta se crió, prácticamente, huérfana, junto a sus hermanos y la corte francesa. Fue criada como católica, bajo la supervisión de la institutriz real Françoise de Montglat. Aunque a pesar de sus clases de lectura y escritura, no destacó por sus habilidades académicas.

Conoció a su futuro esposo en París, en 1623, mientras éste regresaba de España, acompañado por el duque de Buckingham, donde había ido para concertar su matrimonio con la infanta María Ana de España, que no llegaría a concretarse. Tras obtener la aprobación de Luis XIII de Francia —hermano de Enriqueta—, se casó con Carlos I, por poderes en Paris, el 11 de mayo de 1625, al poco de subir Carlos al trono inglés. Al ser católica, su elección fue recibida con desagrado por los ingleses. La ceremonia formal se llevó a cabo en la iglesia de San Agustín, en Canterbury (Kent), el 13 de junio de 1625. Enriqueta tenía quince años en el momento de su matrimonio.

En un principio, las relaciones del matrimonio fueron frías, entre otras cosas porque Enriqueta María había llegado desde su país con muchos servidores, que costaban grandes caudales a la Corona, por lo que, el rey envió toda la comitiva de regreso a Francia, dejándole únicamente a su capellán y dos damas de cámara. A Carlos le gustaba llamarla simplemente «Mary», mientras los ingleses la llamaban «Queen Mary», aludiendo a la abuela católica de Carlos. Enriqueta María fue muy constante con sus creencias católicas. Los católicos seguían siendo ejecutados en Inglaterra en la década de 1620, y la reina sintió pasión por su fe.

Enriqueta nunca entró en la sociedad inglesa; no hablaba inglés antes de su matrimonio, y en la década de 1640, tuvo dificultades para escribirlo o hablarlo. Esto, junto con sus creencias religiosas, la marcó como potencialmente peligrosa en la sociedad inglesa de la época, que temía la subversión católica, y la convirtió en una reina impopular.



El matrimonio no comenzó bien y la ya mencionada expulsión de su personal francés, no lo mejoró. Cuando estaban juntos, discutían y se separaban, dejando de verse durante semanas. Una de las personas más cercanas a la reina en los primeros días de su matrimonio, fue Lucy Hay, esposa de un favorito del rey Jacobo, y ahora un caballero de la habitación de su hijo, Carlos, y que ayudó a negociar el matrimonio de Carlos con Enriqueta. Lucy era una firme protestante, de una notable belleza y con una fuerte personalidad. En el verano de 1628, las dos eran muy amigas, y Lucy Hay era una de las damas de honor de la reina. Tras el asesinato del duque de Buckingham —favorito de su marido—, su relación con el rey mejoró notablemente, naciendo profundos lazos de amor y afecto. Su negativa a renunciar a la fe católica le granjeó el odio de muchos de sus súbditos. A medida que su relación con su esposo se fortalecía, se separó de Lucy Hay en 1634.

A raíz de la mejoría en la relación, la reina quedó embarazada, aunque perdió su primer niño a causa de un parto muy difícil. El matrimonio tuvo nueve hijos: Carlos Jacobo; Carlos, sucesor de Carlos I; María, casada con el príncipe Guillermo II de Orange; Jacobo, que sucede a su hermano; Isabel; Ana; Catalina; Enrique; y Enriqueta Ana, casada con Felipe de Francia, duque de Orleáns, hermano del rey Luis XIV de Francia.

En la década de 1630, Enriqueta Tuvo una participación, cada vez mayor, en la política inglesa mientras el país se encaminaba, sin remedio, hacia un conflicto abierto. Se alió con los puritanos para evitar un acercamiento con España y tramó un complot para apoderarse de los parlamentarios. Con la cercanía de la guerra, se puso a reunir ayuda para su marido, pero sus deseos de recurrir al papa y su hermano, el rey francés, encolerizaron a muchos en Inglaterra.

En 1632, comenzó la construcción de una nueva capilla católica en Somerset House, que fue inaugurada en una gran ceremonia el año 1636. Esto provocó una gran alarma en la comunidad protestante, ya que el número de conversiones al catolicismo iba en aumento y el rey fue objeto de más críticas por no detener estas conversiones. El resultado fue la creciente intolerancia de los protestantes hacia la reina, convirtiéndose poco a poco en odio. En agosto de 1642, al comenzar el conflicto, la reina estaba en Europa, recogiendo dinero para la causa monárquica, y no volvió a Inglaterra hasta los primeros días de 1643 Desembarcó en Brindlington (Yorkshire), con las tropas que había logrado reunir, uniéndose a las fuerzas monárquicas en el norte de Inglaterra, con su cuartel general en York. Pero los escoceses se pusieron del lado del Parlamento, por lo que, ante su negativa a aceptar los términos del acuerdo de paz, la obligó a huir a Francia en julio de 1644. La reina estaba embarazada de la futura princesa Enriqueta, por lo que fue trasladada a un lugar más seguro. Nunca volvió a ver a su marido, que fue ejecutado en 1649, dejándola casi indigente.

Se traslada a París, designando como canciller a sir Kenelm Digby. Encolerizó a los monárquicos exiliados junto a su hijo mayor al tratar de convertir a Enrique, su hijo más joven, al catolicismo. En octubre de 1660, tras la restauración, regresó a Inglaterra, para vivir como reina Viuda en Somerset House (Londres), hasta 1665, cuando volvió a Francia. Sus problemas financieros fueron resueltos gracias a una generosa pensión. Fundó un convento en Chaillot, en 1651, adonde se retiró. Tras la boda de su hija menor, Enriqueta, con el duque de Orleáns, único hermano de Luis XIV, regresó a Inglaterra en 1662, acompañada de su hijo Carlos y su sobrino el príncipe Ruperto. Aunque tenía la intención de permanecer en Inglaterra el resto de su vida, en 1665, afectada gravemente afectada por la bronquitis, a causa del clima húmedo británico, regreso a Francia, residiendo en el Hôtel de la Bazinière, el actual Hotel de Chimay, en París. Murió en el castillo de Colombes, el 10 de septiembre de 1669, luego de haber tomado una cantidad excesiva de opiáceos. Fue sepultada en el Panteón Real en la Basílica de Saint Denis, cercana a Paris. 

Ramón Martín

Comentarios

Entradas populares