Agua, Azucarillos y Aguardiente

 


Al tener un solo acto, debemos considerarla del género chico. Con libreto de Miguel Ramos Carrión y música de Federico Chueca, se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid, el 23 de junio de 1897, pasando con la llegada del verano al Teatro Príncipe Alfonso, y en septiembre regresó al Apolo. Durante años formó parte de casi todos los repertorios.

Tras estrenarse en 1886 La Gran Vía, con trama y escenarios típicamente madrileños, Madrid pasó a ser protagonista del género chico. Por esas fechas se abarataron los espectáculos, al implantar el sistema, ofrecido por el madrileño Teatro Variedades de Madrid, que consistía las cuatro horas de duración de una zarzuela, por cuatro funciones breves. Nace así el teatro por horas, denominando a cada una de esas breves obras el apelativo de género chico. En 1873 se incorpora al nuevo sistema el Teatro Apolo, obteniendo grandes éxitos, incluso la cuarta hora que pronto sería conocida como «la cuarta de Apolo».

El libreto está ambientado en el Madrid de los últimos años del siglo XIX y la música apoya esa ambientación con pasacalles, valses, mazurcas, seguidillas, jotas, e incluso temas infantiles y populares. Los tipos que aparecen también son fiel retrato del Madrid de aquella época. Las escenas se suceden en lugares conocidos: un cuarto humilde de alquiler (primer cuadro del único acto) y el paseo de Recoletos, donde encontramos el aguaducho de la Pepa con agua, azucarillos y aguardiente; unas pocas mesas de hierro y mármol, unas sillas de hierro y los bancos de los jardines completan el decorado. El aguaducho es todo un lujo si lo comparamos con la vasera y el botijo, que constituyen el material de trabajo de su rival la Manuela que ofrece el género voceando por el paseo. Como personajes van saliendo a escena: los barquilleros con su barquillera de ruleta al hombro, los guardias que dialogan con su acento gallego, el músico callejero, las aguadoras y sus chulos (novios). Completan la escena las niñeras, las amas de cría y las criaturas que están a su cuidado. 

El autor del libreto, Miguel Ramos Carrión lo llamó pasillo veraniego y lo estructuró en un acto con dos cuadros.


 

 

ARGUMENTO

La acción se desarrolla en Madrid en el mes de agosto, vísperas de la Verbena de San Lorenzo, en un puesto de refrescos (el aguaducho). Y el argumento gira alrededor de un enredo económico en el que están implicados, sin saberlo, los protagonistas. El personaje central de dicho enredo es Aquilino, un hombre propietario de pisos de alquiler y prestamista. Con el que están endeudados Serafín (un joven lechuguino hijo de un político), Simona madre de Atanasia, Asia (la joven romántica y soñadora) y Pepa, que tiene alquilado el aguaducho de Recoletos. Aquilino acostumbra a marcar los billetes que presta, de manera que cuando Simona y Pepa cumplen con la deuda, se da cuenta de que es el dinero que prestó a Serafín. Entre tanto van apareciendo: el tema amoroso, la seducción, los apuros económicos, los celos, el timo, la nostalgia, para terminar con un pasacalle de chulapos y chulapas en homenaje a la verbena de San Lorenzo.

 

Comienza con las notas con las que Pepa hace una introducción de la soleá. A continuación la mazurca de Garibaldi; finalmente se incorpora el tema del pasacalle de los barquilleros. El preludio termina con un toque de atención de corneta para a continuación oír el grito de «¡agua, azucarillos y aguardiente, agua!»

Al compás de unas seguidillas van apareciendo las amas, las niñeras y los niños; estos intercalan una canción infantil, continuando las seguidillas, para a continuación enlazar con otra canción de corro infantil. Entonces aparece el tema cadencioso y triste de una balada gallega; tras una modulación se introducen de nuevo las seguidillas cantadas y una canción, para terminar con unos acordes finales. A lo largo de todas estas escenas la música ha estado activa sin ningún silencio.

El siguiente número musical es el pasacalle de los barquilleros, interpretado por voces femeninas. La noche del estreno fue el gran éxito, repetido hasta tres veces a petición de los espectadores.

El tema musical número cuatro es el vals, que no podía faltar en los salones de baile y los espectadores lo esperaban. Tras unas notas de introducción, el joven licencioso, pregunta, «¿está dormida?» a lo que le responden «dormida está». Es entonces cuando la orquesta ataca el tres por cuatro del vals.

El número cinco es de gran interés musical, surtido por varios tempos, que se van acoplando perfectamente al libreto; es una suite compuesta de danzas, bailes y música popular de moda en Madrid: mazurca, panaderos, cuarteto y pasacalle, aunque se intercalan breves fragmentos necesarios. El número cinco continúa con la pelea de las dos mujeres, iniciado con ritmo de zapateado para seguir con unos panaderos. Este número musical junto a la letra del libreto fue el delirio de los asistentes al estreno y constituyó uno de los mayores éxitos. La música que sigue está compuesta con ritmo de tirana y en ella intervienen las dos mujeres y sus novios. La última parte se inicia y termina con el pasacalle en Allegro moderato, festivo y brillante que supone un alegre final.


Una pequeña muestra es el Coro de Barquilleros.


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