Entierro de Santa Leocadia de Cecilio Pla y Gallardo
Fechado en 1887, es un óleo
sobre lienzo de 285 x 477 cm.
Después de su primer reconocimiento,
-cuando fue premiado con una Tercera Medalla en la Exposición
Nacional de Bellas Artes de 1884 por su obra Dante. El
círculo de los avaros, Pla
aspiró a consagrarse de manera definitiva en la Nacional de 1887, con el Entierro de santa Leocadia. Este
cuadro, perteneciente al Museo del Prado, es uno
de los ejemplos más elocuentes en el camino del joven pintor hacia su madurez
plástica.
Cecilio Pla refleja
en el lienzo cómo, a la caída de la tarde y en las afueras de la ciudad de
Toledo, algunos de cuyos edificios se siluetean al fondo del paisaje, un escaso
grupo de cristianos se dispone a dar tierra a santa Leocadia. Amortajada con
una túnica blanca, con unas cuerdas en su muñeca y con un tenue resplandor
alrededor de la cabeza como señal de santidad, el cuerpo de la mártir es envuelto
en un sudario antes de ser depositado en la sepultura que sus propios
seguidores han cavado, como recuerdan las herramientas que aparecen a los lados
de la fosa, dentro de la que cae parte del inmaculado sudario. Junto a éste, se
disponen una vasija y una escudilla, elementos habituales en las
representaciones de los entierros de otros santos o del propio Cristo, una cruz -como signo inequívoco de su fe y también
como atributo de esta santa-, y una palma -premio reservado a aquellos que han
alcanzado la gloria del cielo tras haber dado su vida por Cristo-. En grupos de diferentes edades, hombres y mujeres
se disponen alrededor de la sepultura y de la mártir. A la veneración que
profesan ante el cuerpo santo los que permanecen de rodillas, se unen la melancolía
y tristeza de las mujeres, y el miedo que parece reflejar la actitud vigilante
del hombre joven que permanece de pie con un extremo del sudario entre sus
manos. Frente a la técnica insistida de algunas figuras, fundamentalmente en
sus ropajes, y la pincelada amplia y suelta influida por la de su maestro Sala
para otras, el paisaje y el cielo se resuelven con grandes manchas de color,
con una técnica deshecha y con poca materia, que a veces deja ver la
preparación.
El Entierro de santa Leocadia es clave en el camino
de Cecilio Pla hacia su propia madurez plástica, y en la
configuración y formación de su propio estilo, y éste es precisamente otro de
los valores del cuadro.
Fuente
e imagen de la web del Museo del Prado. Madrid
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