Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, esposa del Archiduque Carlos III, el Pretendiente


    Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, nació el 28 de agosto de 1691 en Brunswick. Era la mayor de las tres hijas, que tuvo el matrimonio del duque Luis Rodolfo de Brunswick-Luneburgo y su esposa Cristina Luisa de Oettingen-Oettingen. Con sólo trece años, fue elegida por el emperador Leopoldo I, para casar con su hijo el Archiduque Carlos, aunque se encontraron con la negativa a convertirse al catolicismo. Estaba dispuesta a no casarse si eso suponía renegar de sus creencias. Por fin consiguieron convencerla, y en mayo de 1707 se convertía al catolicismo en una ceremonia celebrada en Bamberg. 

    Superado este escollo, la joven casadera se dispuso a trasladarse a España donde, su futuro marido estaba en plena guerra de sucesión. Isabel Cristina llegaba a Barcelona en julio de 1708, y se casaba con el archiduque en la Iglesia de Santa María del Mar

    La guerra seguía su curso cuando, en 1711 muere del emperador José I, que había sucedido a su padre Leopoldo I en 1705. Esto provocó un cambio en las estrategias políticas y dinásticas de Europa. Carlos pasaba a ser el siguiente en la línea sucesoria a la corona imperial, siendo necesaria su presencia en Viena. Isabel Cristina quedó en Barcelona como gobernadora durante dos años, ejerciendo con responsabilidad y prudencia su papel. Pero en 1713, muy a su pesar. Tuvo que dejar España y el sueño español, para convertirse en emperatriz del Imperio Romano Germánico

    En su nuevo papel, Isabel Cristina se vio relegada por su suegra y su cuñada. La excelente gestión política, desarrollada en España, no fue tomada en cuenta y, nunca más se le permitió inmiscuirse en asuntos de gobierno. Solo tenía que preocuparse de engendrar herederos. Algo que no logró el matrimonio, hasta 1716, en que Cristina, dio a luz a un niño al que se le llamó Leopoldo, pero que falleció a los pocos meses. La emperatriz consiguió traer al mundo a tres princesas, aunque solo dos llegarían a la edad adulta. Entre los medios que emplearon los médicos para, conseguir un heredero, se la sometió a remedios que hoy no podemos comprender; la obligaron a ingerir grandes cantidades de vino tinto, creyendo que aquello le ayudaría. Lo único que consiguieron hacerla, una mujer obesa y alcohólica, con una fuerte depresión. 

    Los últimos diez años de su vida vivió apartada en palacio viendo la ascensión política de su hija María Teresa, que se convertiría en una de las emperatrices más poderosas de la dinastía de los Habsburgo. Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel murió en Viena 21 de diciembre de 1750. 


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