Castillo de Santa Olalla del Cala y Fortaleza de El Real de la Jara


Interior de Santa Olalla del Cala 

    Por fin no hemos madrugado. En realidad la distancia que nos separa de nuestro destino no lo necesita. Estamos en Mérida. Como es sabido, Extremadura se divide en dos provincias: Cáceres y Badajoz, sin embargo es Mérida la que tiene la capitalidad de la Comunidad Autónoma. Situada casi a la misma distancia de una y otra capital de provincia, es una ciudad plena de historia. En algún momento me detendré en su Historia y su Arte.

    Salimos por la Avenida Reina Sofía para acceder a la Autovía de la Plata (A-66). Bonita historia la de esta Ruta de origen romano. En la actualidad esta Autovía une las poblaciones de Gijón y Sevilla, aunque en sus orígenes, mas corta y con un trazado algo diferente, ya que unía Mérida con Astorga. Son 121 kilómetros aproximadamente los que tenemos por delante para llegar a nuestro primer destino de hoy: Santa Olalla del Cala.

    Nos está haciendo un tiempo sensacional, sin frío ni calor, aunque hay algunas nubes por la parte de Portugal, aunque en realidad no asustan ni al paraguas que llevamos en el maletero. El paisaje es tranquilo ya hemos rebasado Almendralejo y Villafranca de los Barros, y nos aproximamos a Monesterio. Enclavado en la Sierra de Tentudia, domina el Puerto de las Marismas, en las estribaciones de Sierra Morena, con una altitud de unos 740 metros aproximadamente, es la puerta de entrada hacia Sevilla. Monesterio es el punto donde culminan las Cuestas de Culebrin, encomienda de la Orden de Santiago, y donde se cobró derecho de portazgo hasta mediados del siglo XIX. Seguimos camino de nuestro destino, al cual solamente nos quedan unos 20 km para llegar.


Menesterio 

    Dejamos la Autovía de la Plata y nos incorporamos a la A-434, que nos lleva directamente a Santa Olalla, entrando por la Avda. de Andalucía (como no podría ser de otra manera). Dispuesto a moverme por caminos muy andalucistas, tuerzo a la derecha, y por la calle Manuel de Falla, me dirijo a la calle de Blas Infante, que me va a llevar hasta las inmediaciones de la Ermita y del Castillo de Santa Olalla.

    En realidad hemos venido a conocer el Castillo. Comenzaremos con un poco de Historia.


Castillo de Santa Olalla del Cala 

    El primer documento referido a Santa Olalla es un privilegio dado por el rey Sancho IV, en Toro el 4 de noviembre de 1293. Habla de un acuerdo del concejo de la ciudad de Sevilla de construir castillos en Cumbres y Santa Olalla, “porque con los otros castiellos e las otras fortalezas que son en essa Syerra podría seer guardada toda essa tierra muy bien”. Hay fundadas dudas de que este castillo sea de nueva planta, por lo que cabría suponer que se reedificaría sobre los restos de un castillo árabe de la época musulmana, por lo menos del siglo XII. 

    Pero, ¿en que nos basamos para esa suposición? En primer lugar la puerta principal, característica de las construcciones musulmanas; el empleo de la argamasa en los muros; y las molduras horizontales que tienden a recortar la verticalidad del torreón. En contraposición, son totalmente cristianas las torres circulares, posiblemente realizadas en el siglo XIV. En el siglo XIII, un ejercito castellano avanza hacia Sevilla, conquistando la sierra de Aracena, zona fronteriza entre cristianos y musulmanes, que mantuvo su carácter como tal, entre el Reino de Sevilla y el de Portugal, prácticamente hasta el siglo XVIII. 

    Este área militarizada y caballeresca que defendía el gran Reino de Sevilla de las amenazas portuguesas, estaba protegida por una cadena de castillos y ciudades fortificadas en relación de comunicación visual que alcanzaba hasta la misma Sevilla. Uno de estos castillos era el de Santa Olalla del Cala, que se comunica visualmente con el de Real de la Jara, ya en la provincia de Sevilla. 

    El recinto del castillo es de forma alargada, con 132 metros de longitud y 45 metros de anchura, y está orientado de norte a sur siguiendo la orografía. Construido a base de un conglomerado de piedras y argamasa, está compuesto por murallas con almenas encapuchadas, y flanqueado por cuatro torres semicirculares y seis rectangulares. Dos son los tipos de cubiertas utilizadas, siendo la mayoría bóvedas ojivales, y de aristas por la que se accedía al interior del castillo. La torre principal de base rectangular, de dos pisos, cuya puerta es una entrada en recodo, con arcos exteriores de medio punto labrados de sillería de granito. Construcción muy utilizada por los musulmanes de la época.

    La decoración sobre el revoco, imitando un aparejo de sillares, que aparece en la torre de entrada al castillo, es una característica típica del arte musulmán, y que en el Castillo tiene una finalidad meramente estética. La puerta secundaria, cuya disposición es recta, se halla construida también en sillería granítica, está situada en el costado de poniente, en una zona abrupta y de difícil acceso, a la que se llegaba por un escarpado camino en forma de zigzag. Se trata de un de arco de sillería de granito, enmarcado en un alfiz dibujado por un remetido del muro, por cuya parte superior corre una moldura cóncava. En los muros y torres aún se pueden observar las saeteras casi cuadradas, algunas de ellas cegadas, como muestra de reconstrucciones anteriores.

    En el siglo XIX el de la muralla fue agujereado por nichos y osarios, como consecuencia de la utilización de éste y del patio de armas como cementerio local, hasta una vez construido éste a las afueras del pueblo, camino de Extremadura, en el año 1917.

    Tras tomar un refrigerio, salimos por la Calle Marina Española (N-630, antigua carretera Ruta de la Plata), para salir de Santa Olalla por la A-5301, que tras cambiar de denominación por la de SE-177, al pasar a la provincia de Sevilla, dirigirnos a El Real de la Jara.

    La SE-177, atraviesa la población, así que no tenemos más que seguirla, has encontrarnos a nuestra izquierda la calle Colón, que nos llevará al segundo y último castillos de nuestra visita de hoy. El Castillo de El Real de la Jara.

    Empezaremos, al igual que hicimos con el de Santa Olalla de Cala, con un poco de historia para ir adentrándonos después en los detalles:


Fortaleza de El Real de la Jara 

    Los árabes poblaban este lugar, denominándola Xara, esta población alcanzó cierta importancia durante el período almohade. El topónimo de El Real debe proceder de tiempos de Alfonso X, ya que en su Libro de la Montería menciona la dehesa de Santa Olalla y un camino que va desde ella hasta el Realejo, o sea, El Real de la Jara. En 1247 Fernando III, de camino a Sevilla, ocupa la plaza. Según la tradición, una cierva, que figura en el escudo heráldico de la población, guió a las tropas castellanas hacia el punto más adecuado para apoderarse de su castillo.

    Como vimos antes, en 1293, el concejo hispalense solicitó al rey Sancho IV autorización para construir una serie de castillos y de esta manera reforzar las fronteras de su alfoz, no solo por la amenaza del vecino reino de Portugal, sino de las órdenes de Santiago y el Temple, con las que el Concejo de Sevilla nunca tuvo buenas relaciones. Dicha autorización fue otorgada en Toro el 4 de noviembre de 1294, además de las construcción de dichos castillos, se conceden fondos para mejorar las defensas de los de Almadén, Cala y El Real de la Jara, a razón de 500 maravedíes de la moneda de guerra durante seis años. 

    Se trata de un recinto amurallado de planta semicuadrangular, construido con piedra del lugar, con el sistema de mampostería ordinaria, utilizándose la argamasa para no quedar las piedras sin sujeción, que era otro tipo de construcción conocida como mampostería en seco. En el interior puede observarse, la doble escalera que facilitaba el acceso al camino de ronda sobre el adarve de las murallas. Se encuentra adosada al muro Este, y se orienta de Norte a Sur, con una anchura de 1,20 m, que facilitaba el paso holgado de dos personas.

    El castillo tenía ocho torres. Las saeteras están convenientemente dispuestas alrededor de la muralla para procurarse la defensa en caso de ataque.

    En las puertas principal y de escape pueden verse aún las quicialeras y las cajas abiertas en el muro, donde se alojaban grandes pasadores que, una vez deslizados, impedían el acceso desde el exterior. El aljibe no es visible por encontrarse cegado, pero en algún lugar del recinto ha de hallarse, ya que era elemento fundamental.

    La puerta principal se halla orientada al sur, de frente a la población. Su disposición es acodada, ofreciendo a la derecha un ala de fábrica con la especial misión de salvaguardar la integridad física de los lanceros de guardia cuando, para sujetar el arma, habían de permanecer con el brazo en extensión. La puerta situada en la pared posterior, mirando al norte, es la denominada como "puerta de escape", utilizada cuando era necesario abandonar la fortaleza por razones imperativas.

    Del castillo aún quedan en pie algunos lienzos y buena parte de lo que fueron sus torres. La línea de almenas ha desaparecido en todo el perímetro fortificado, así como los arcos de las puertas. El suelo del citado paseo de rondas no se conserva en ningún lienzo, detectándose escasamente en una de las torres, donde se aprecia un empedrado original

    La cerámica encontrada es escasa y poco aclaratoria por tratarse de formas comunes de cocina y sin presencia de vajilla doméstica de mesa. El hierro es más escaso aún, contabilizándose cinco piezas: una llave, una hoz y tres clavos. La cerámica común es bastante tosca, con claro predominio de los fuegos reductores y los perfiles en S, siendo las formas características las ollas cuencos y lebrillos. También hay tinajas de grandes dimensiones, sobre todo en los cortes realizados a pie de muralla, con bordes excavados o plano. Los vidriados son escasos, y las mayólicas inexistentes. Entre los primeros destacan dos melados, con tipos como la escudilla individual y el cuenco para beber, es decir, cerámica de mesa.

    Esta escasez de material cerámico se explica por la funcionalidad del espacio excavado, al tratarse en su mayoría de una zona de servicios más que residencial, donde no era necesaria una vajilla ni cacharrería de cocina. Por esta razón y por la conformación de los muros y distribución de las estancias, se cree que la zona S.E. corresponde a las caballerizas, exceptuando una estancia que sería la vivienda del palafrenero o mozo de cuadras, lugar donde ha aparecido además mayor cantidad de vajilla de mesa. Los datos obtenido en una primera intervención no permiten plantear muchas hipótesis sobre aspectos históricos, arqueológicos y funcionales del castillo, porque es un acercamiento a una realidad compleja, que para ser entendida necesita aportar por sí misma un mayor bagaje informativo, y ello es imposible sin excavar, al menos, todo el lienzo Este.



¡Madre Mía! 

    Y aquí hemos acabado este pequeño recorrido por dos castillos que formaron parte de la defensa de Castilla, ante musulmanes y portugueses.


Cardincha de Paleta de Cordero 

    Desandamos el camino por la SE-177, para regresar a Mérida, por la Autovía Ruta de la Plata, donde nos espera un merecido descanso. No sin antes degustar un Revuelto de Espárragos Trigueros, y tras esto una Cardincha de Paleta de Cordero y de postre unos Pestiños. No creáis que me voy a olvidar de un plato de jamón. Todo ello regado por un tinto que me han recomendado.
Ramón Martín

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