Tito Larcio (501a.C.)

 


Se desconoce la fecha y el lugar de su nacimiento, miembro de los Lars, una noble familia etrusca asentada desde antiguo en Roma. Era hermano de Espurio Larcio, que participó junto a Horacio Cocles en la defensa del Puente Sublicio contra los etruscos de Porsena. Apreciado y querido por el Senado y el pueblo, fue elegido cónsul por dos veces, siendo también fue elegido el año 501 a.C. como el primer dictador de la historia romana, el más alto honor en el mando militar y civil. Siendo la primera vez que se le otorgaba el cargo de dictador, para comandar el ejército contra las treinta ciudades latinas que habían jurado restaurar a Tarquinio el Soberbio en el trono de Roma, ya que temían que los sabinos se aliaran. Como magister equitum, eligió a Espurio Casio Vecelino, famoso por el Foedus Cassianum: tratado de paz firmado en el 493 a. C. entre romanos y latinos, y por ser la primera ley agraria propuesta en Roma.

Pronto se iniciaron los preparativos para la guerra, y Tito intentó ganarse a algunas ciudades latinas para la causa romana, hasta que, en el año 499 a.C. estalló la batalla; aunque, entre tanto, todos los romanos se habían doblegado a su voluntad, tal como esperaba el Senado.

    Tito Larcio fue elegido cónsul de nuevo, en el año 498 a. C., junto con su colega Quinto Clio Sículo. Mientras Quinto se ocupaba de la política de la ciudad, Tito Larcio, siempre brillante general, lideró las fuerzas romanas contra Fidenas, una ciudad del antiguo Lacio. Quinto Clio también se distinguió por su notable habilidad en la batalla contra los latinos. Fidenas había desafiado a Roma mediante el asesinato de los colonos romanos enviados a su territorio, una ofensa que, era preciso, fuera expiada con sangre. Mientras esto pasaba, los veyentinos se habían aliado con los fideneos, lo que dio lugar a que se desencadenara una nueva batalla, por la que Tito Larcio sitió Fidenas. La batalla fue feroz, a pesar de lo cual se decantó por la victoria final de los romanos, que tomaron la ciudad y esclavizaron a sus habitantes. De nuevo, Tito Larcio había demostrado su valor y genio. Pero no se podía dar por finalizados los enfrentamientos; como se sospechaba, los volscos, sabinos y ecuos se aliaron para derrocar a Roma, por lo que, el año 494 a.C., el Senado romano confió a Tito Larcio el control de Roma, mientras las diez legiones romanas marchaban a enfrentarse al enemigo. De nuevo obtuvo la victoria, y Tito luchó para garantizar que los latinos no fueran castigados con dureza, consciente de que eran un pueblo que debía integrarse a Roma, en lugar de tenerlos como enemigos.


Una prueba más de que era un adelantado para su época, además de tener un espíritu noble, es que tomó en serio la causa plebeya y luchó por mejorar su estatus social.

Se desconoce también el año y lugar de su muerte.


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Ramón Martín


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