Desembarco republicano en Mallorca
FECHAS: Del 16 de agosto al 4 de septiembre
de 1936
CONTENDIENTES:
República Española: 8.000
milicianos con 10 piezas de artillería, 6 hidroaviones, 1 acorazado, 1 crucero
ligero, 2 destructores, 3 submarinos, al mando del capitán de aviación e
infantería Alberto Bayo Giroud.
Sublevados: 1.200 soldados de la
guarnición de Mallorca, 300 entre carabineros y guardias civiles, 2.000
voluntarios falangistas, 3 bombarderos Savoia Marchetti SM81, y 3 cazas Fiat CR-42, al mando del teniente coronel Luis
García Ruiz y Arconovaldo Bonaccorsi (conde Rossi)
EL DESEMBARCO
Tuvo lugar entre el 16 de agosto y el
4 de septiembre de 1936, cuando las fuerzas republicanas trataron de conquistar
las islas de Mallorca, Ibiza y Formentera, donde había triunfado la sublevación
militar. Menorca fue la única isla del archipiélago que no se puso junto a los
sediciosos del 17 de julio.
Por la importancia estratégica del
archipiélago balear, ya desde los primeros momentos surgió la idea de realizar
una expedición para arrebatar a los golpistas el resto de las islas, por lo que
desde el 23 de julio se pusieron en marcha distintas acciones, entre las que
estuvo el bombardeo de Palma de Mallorca. Otra operación será llevada a cabo el
1 de agosto, cuando efectivos procedentes de Menorca, tomaron Cabrera, aunque
tuvieron que abandonarla al poco tiempo.
El día 2 de agosto de 1936 una columna
de milicias procedentes de Barcelona y dirigida por Alberto Bayo desembarca
en Menorca, y al día siguiente la aviación republicana volverá a bombardear
Palma de Mallorca. Las fuerzas que se habían sublevado en Mallorca eran débiles,
por lo que el 2 de agosto el marqués de Zayas envió al capitán Juan Thomas y al
falangista Martín Pou Roselló a Roma, a fin de solicitar el envío de refuerzos
a la isla.
El 6 de agosto concluyen en Barcelona
los preparativos para el desembarco. Tanto el Comité Central de Milicias
Antifascistas de Cataluña como el Gobierno Autonómico Catalán, han
dado su apoyo al plan. En lo que respeta al Gobierno de la República,
este no se opone, prefiriendo observar su desarrollo sin interferir. Al día
siguiente, Formentera se rinde a la columna mandada por Manuel Uribarri, que procede de Valencia, y que se ha
sumado a la operación, y un día más tarde la Columna de Baleares, que ha
salido de Barcelona, al mando de Alberto Bayo, desembarca en Ibiza y la domina
en pocos días, siendo ayudada por Uribarri, formándose en la isla el Comité
Antifascista de Ibiza, siendo el responsable el comunista Antonio Martínez,
instalándose el Cuartel General en Mahón, en la isla de Menorca. Un centenar de
ciudadanos franceses, cubanos y argentinos se sumaron a las operaciones en
calidad de voluntarios. El 13 de agosto llegan a la isla de Cabrera, unos 400
milicianos catalanes de la FAI (Federación Anarquista Ibérica). Mientras que
los valencianos de la columna de Uribarri regresan a la península, al no
alcanzar un acuerdo con Bayo sobre los pasos a seguir. El día 15 el capitán
Bayo vuela a la isla de Cabrera, donde están varios grupos anarquistas
catalanes, para proponerles que desembarquen en la isla Dragonera como
maniobra de distracción, pero el comité anarquista no accede, aunque después
desembarcarán en Cala Mandia y Cala Anguila antes de que Bayo lo hiciera en
Punta de N'Amer.
En la madrugada del 16 de agosto
desembarcan en Mallorca los milicianos de Bayo, reforzados con una parte de la
guarnición de Menorca y otros refuerzos procedentes de Ibiza. Las fuerzas
atacantes ocuparán una franja de 7 kilómetros en la costa este de Mallorca,
apoyados por la flota republicana, en un desembarco que fue realizado sin conocimiento
del Gobierno ni del Ministerio de la Guerra. Además, Bayo contó también con
seis hidroaviones. En total intervinieron entre 6.000 y 10 000 hombres por
la zona de Punta Amer y Porto Cristo (que luego fue rebautizado como Porto
Rojo tras ser conquistado). Las milicias avanzaron unos 12 km
hacia el interior, mientras los sublevados organizaban la defensa. El 31 de
agosto ante la creciente resistencia encontrada, los republicanos reorganizan
sus planes y se lanzan al asalto de Manacor.
El jerarca fascista italiano
Arconovaldo Bonaccorsi (Conde Rossi o el león de Son Servera) fue
enviado a Mallorca, al frente de una fuerza compuesta por camisas negras y
oficiales del ejército regular. Su objetivo era ejercer como procónsul italiano
en las Baleares. Junto a él llegó una pequeña escuadrilla de cazas y
bombarderos, junto a varios aviadores. El 1 de septiembre asistieron a la
contraofensiva algunas altas autoridades fascistas italianas como
Bonaccorsi o el comandante de la aviación italiana de Mallorca, Luigi Cirelli. Días
más tarde llegan a la isla a bordo del vapor Morandi, tres
trimotores de bombardeo y tres aviones de caza italianos, que darán el dominio
de los cielos a los sublevados. Las milicias de Bayo, una vez establecida una
pequeña posición en la costa de Mallorca, no logran avanzar hacia el interior.
El 2 de septiembre fue destruido el depósito de municiones republicano situado
en una antigua cantera en la costa sur de la península de Punta de N'Amer.
Los rebeldes lograron reunir una
fuerza de 3.500 combatientes: 1.200 hombres de la guarnición militar, 300
carabineros y Guardias Civiles y unos 2.000 voluntarios falangistas. Por fin,
la contraofensiva de los sublevados logra imponerse a la fuerza expedicionaria
y los mantiene pegados al territorio que conquistaron durante los primeros
días. Por esas fechas, una delegación del Comité Antifascista de Ibiza
había solicitado ayuda a Barcelona ante la previsible retirada de las fuerzas
de Bayo y la precaria situación de Ibiza ante un futuro ataque de los alzados
en Mallorca.
La fuerza expedicionaria, con escasos medios
era incapaz de hacer frente a la contraofensiva fascista. Bajo el acoso enemigo,
los milicianos se replegaron a los barcos, abandonando a hombres y material
bélico. No cabe duda de que, la intervención italiana fue decisiva. Así, en la
noche del 4 al 5 de septiembre, ante la orden del gobierno de Largo Caballero de
abandonar Mallorca, la columna comienza la retirada, mientras los sublevados
continúan su ofensiva. La expedición republicana a Mallorca regresa a Mahón y
Barcelona. Una semana más tarde los sublevados tienen noticia de que la isla de
Cabrera también ha sido abandonada por los anarquistas que estaban allí.
Los días 9 y 10 llegan a Ibiza —en
respuesta a las peticiones de apoyo del Comité Antifascista de Ibiza—, desde
Barcelona, a bordo de los barcos Ciudad de Barcelona y Ciudad
de Tarragona, dos grupos de milicianos integrando la llamada Columna
Cultura y Acción. En la noche del 13 de septiembre de 1936 un grupo de
milicianos ejecutó a la mayoría de los presos que se encontraban recluidos en
el castillo de Ibiza como represalia por el bombardeo sufrido por la
ciudad aquel mismo día.
El Desembarco de Mallorca se
da por concluido cuando el 20 de septiembre tropas sublevadas procedentes de
Palma de Mallorca ocupan finalmente las islas de Ibiza y Formentera.
Tras la llegada de los italianos,
Mallorca se convirtió en una base militar italiana durante el resto de la
contienda; aunque no se trató de una ocupación militar de iure,
algunas banderas italianas llegaron a ondear sobre la isla, dándose el caso de
que, tras la expulsión de los republicanos, Bonaccorsi renombró la principal
calle de Palma de Mallorca, como Vía Roma, y la adornó con estatuas
de águilas romanas. Italia estableció varias bases aéreas en la isla, desde donde
emprendieron bombardeos sobre la retaguardia republicana, así como el acoso a sus
rutas de suministro. Italia tenía autonomía en el uso de sus bases aéreas en
Mallorca; sus efectivos estaban integrados en el Comando Aviazione
Legionaria delle Baleari. Para asegurar el dominio de Mallorca, entre
agosto y noviembre de 1936 permaneció en la bahía de Palma el crucero pesado
italiano Fiume, junto al crucero Pola.
Con la retirada de la expedición
republicana comenzó una durísima represión por parte de los sublevados, aunque
durante la estancia de las milicias también hubo algunos fusilamientos por
parte de estas. Los milicianos que habían quedado heridos fueron alojados en un
convento, siendo ejecutados por falangistas y militares, ante la madre
superiora, que no intervino ante las matanzas.
Mallorca se convirtió en un feudo
privado de Bonaccorsi, quien se dedicó a perseguir a los izquierdistas; también
fue el creador del grupo fascista Los Dragones de la Muerte que se
destacó por su actividad durante la represión. Los asesinatos y ejecuciones en
la isla llegaron a su punto culminante, superando a la represión que tuvo lugar
tras el golpe de estado del 17 de julio, cifrándose en 3.000 ejecutados.
BIBLIOGRAFÍA
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(1936-1939). Instituto de Historia y Cultura Naval.
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Rizo: La ayuda de Mussolini a Franco en la Guerra Civil española.
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Carlos Murias,
Carlos Castañón, José María Manrique García: Militares italianos en la
Guerra Civil española: Italia, el fascismo y los voluntarios en el conflicto
español.
Francisco
Olaya Morales: Los Traidores de la Guerra Civil.
Diversos
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tu pantalla de Ramón Martín Pérez
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