La Natividad de la Virgen de Luca Giordano
Realizado entre 1700
y 1702
Óleo sobre lienzo de
155 X 143 cm
Depositado en otra
institución
Se trata de un notable estudio nocturno
con dos puntos de luz: la vela que porta la mujer de la derecha y el propio
cuerpo de la recién nacida. Esta luz moldea de forma irreal el aspecto de las
figuras, que aparecen violentamente contrastadas las más próximas a los focos
de la iluminación y apenas visibles las demás.
Para lograr el efecto buscado, Giordano aplicó diferentes recursos técnicos que
convierten esta pintura en uno de los experimentos más complejos de sus últimos
años en España. Así, parece que Giordano extendió una preparación almagre por
toda la superficie, que oscureció hasta el negro en las carnaciones, al menos
las que ilumina con violencia en el primer plano. Por su parte, la niña
presenta una imprimación de un rojo más vibrante.
Además, el efecto producido por la
proximidad de la luz queda reforzado por el uso del pincel, retomando efectos
más propios de la pintura mural, como el rayado perpendicular en el perímetro
de elementos anatómicos como cabezas o brazos. Por ejemplo, sobre la cabeza de
la joven que porta la vela, donde se observan pinceladas cortas y vibrantes en
blanco en la zona más próxima a la luz y de tonalidad rojiza en la parte
posterior. Con la probable intención de resaltar los efectos lumínicos
descritos, Giordano utilizó en esta ocasión, como por otra parte es habitual
durante sus últimos años españoles, una técnica suelta con pinceladas nerviosas
de colores superpuestos que no llegan a mezclarse y que presentan tonalidades
vibrantes como el naranja, crema u ocre. Ejemplo de ello es la figura de san
Joaquín, cuya mano izquierda está formada por dedos inexistentes cuya presencia
queda señalada por un golpe de luz en las yemas y un filamento luminoso que
discurre entre ellos. O su rostro, que a pesar de su aparente rapidez en la
ejecución, es todo un ejercicio de talento que descubre la anatomía del anciano
modificada por la presencia violenta de la luz, donde a pesar de la técnica
veloz, Giordano manifiesta las arrugas de su frente, los cabellos de su cabeza
(en cuyo perímetro se encuentran también las pinceladas perpendiculares) o la
densidad de su barba blanca. Hay dos ejemplos más de iluminación nocturna de
obras tardías en el Prado: Lot
embriagado por sus hijas y Lucha
de Jacob con
el ángel, ejemplos todos ellos de la especial
habilidad del napolitano en este ámbito. Además, y como ocurre también en Lucha
de Jacob con
el ángel, Giordano tuvo bien presente la
colocación de la pintura, que, por su forzada perspectiva, debió ser un espacio
a cierta altura.
Es sorprendente que Ferrari y Scavizzi
modificaran en 1992 su primera opinión sobre esta pintura (manifestada en
1966). En la primera publicación aceptaron su carácter autógrafo,
considerándola después "obra de amplia colaboración". Esta apreciación
puede justificarse únicamente por su depósito en un despacho del Consejo de
Estado y por las pésimas fotografías previas a su restauración, a través de las
que ha sido conocida hasta ahora la obra.
TEXTO:
Web del Museo de El Prado
Ramón
Martín
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