Muerte del centauro Neso de Luca Giordano
Hércules vadea sin
dificultad el caudaloso río Eveno, mientras que su mujer, la
bella Deyanira, requiere para ello de los servicios del centauro Neso, quien aprovecha la situación para intentar forzarla. Hércules lanza sus flechas para matar a Neso. En su último aliento de vida, Neso engaña
a Deyanira ofreciéndole su sangre bajo la promesa de que se
trata de un elixir de amor que podría suministrar a su marido, el cual no
miraría nunca más a otra mujer. Así ejecutó el centauro su venganza, puesto que
el veneno abrasó el pecho del héroe ocasionándole la muerte y la de la propia Deyanira.
El pintor
sitúa los personajes principales del drama en el primer plano, con una
iluminación intensa, donde domina la serena actitud de la mujer y la blanca
camisa de Neso manchada de rojo. En los planos sucesivos la luz se
apaga, destacando la figura de Hércules con el arco en
su mano derecha, después de lanzar la flecha que hiere de muerte a su enemigo. Giordano representa el momento álgido de la historia, aquel en el que se
fragua la tragedia.
La figura
femenina alada que sobrevuela el grupo principal representa los celos que
constituyen el argumento que hila las tres pinturas de esta serie. A pesar de
que los atributos que porta no permiten dudar sobre su auténtico significado,
diversos autores la han identificado como la Impiedad o la Aurora.
Efectivamente, Giordano obtuvo de la Iconología
de Cesare Ripa sus características fundamentales: el gallo que
porta en su mano derecha porque, según afirma, es animal celosísimo, cuyas alas
muestran la veloz mudanza de los pareceres que sufren los celosos; mientras que
en la izquierda lleva un mazo de espinas a modo de flagelo, que muestra las
punzadas que la desconfianza causa a los celosos, provocando su tormento.
Su
delicadeza y virtuosismo, presente sobre todo en el mimo con el que están
tratados todos los detalles, con pinceladas menudas y precisas, y colores
netos, obliga a aceptar la fecha propuesta. Se trata de una técnica laboriosa
en la que superpone capas de color hasta cubrir por completo la preparación,
que aquí apenas está presente en las nubes que se destacan en el último plano.
Todo ello remite a una fecha próxima a 1696, ligeramente anterior a la
propuesta por los investigadores italianos y próxima al final probable del
conjunto dispuesto en la sala del Antiguo Testamento de la
Ermita de San Juan del Retiro, y anterior a la serie de Tasso (Tancredo y
Clorinda en la fuente, y Armida y Reinaldo).
No resulta
fácil explicar las razones por las que esta pintura fue recluida en la Sala
Reservada del recién inaugurado Museo del Prado,
lugar donde se hurtaban a la vista las pinturas lascivas de la colección. Los
dos argumentos que permiten sospechar las razones de su ocultación son el seno
descubierto de la figura alegórica del plano superior, y la actitud de Neso quien, a pesar de estar herido de muerte, dirige una
intensa mirada a Deyanira de desesperación o deseo, al tiempo que no
renuncia a sus tocamientos.
Fuente: Museo del Prado de Madrid
Ramón Martín
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