La Emancipación americana de España en 1813
El pensamiento de los líderes políticos, San
Martín y Bolívar, no pueden entenderse sin aludir a las revoluciones
norteamericana y francesa, pero, junto al ideario liberal, hay en ellos una
práctica política autoritaria, imprescindible ante el vacío de poder, las
enseñanzas obtenidas de la guerra, y las necesidades del nuevo mapa
iberoamericano. Entre las nuevas élites, aparece la figura del caudillo,
herencia del ciclo bélico y de los numerosos enfrentamientos civiles.
A pesar de la retórica, no se produce una
revolución social, ya que los dirigentes vienen de las minorías criollas,
blancas, provenientes de los puestos de poder de la Administración española. El
papel de los indígenas resultaría marginal, quedando su actitud oscilando entre
la apatía y una oposición instrumentalizada.
Se mantiene el sistema en agricultura y
manufacturación de productos, mientras que el comercio, al romper con España,
pasa a depender de los ritmos que marca la nueva metrópoli, Gran Bretaña.
Tras la ruptura con España, aparece el vacío de
poder. Los enfrentamientos civiles esconden un conflicto soterrado hasta 1810:
un paisaje plural y una sociedad desarticulada. La muestra la encontramos en el
desastre del proyecto panamericano de Bolívar, La Gran Colombia que se
constituyó en 1819, y apenas durará diez años por causa del acusado localismo
que domina a toda la América emancipada.
La historiografía ha señalado a las
revoluciones norteamericana y francesa, como el crisol de la Independencia de
la América española, pero las noticias de lo acontecido en ambos procesos
revolucionarios son muy limitadas, como para influir en el proceso de una forma
determinante. Más bien constituyen un ejemplo en las intenciones
independentistas que van creciendo a raíz del deterioro de las relaciones entre
los territorios de la monarquía española. La Guerra de la Independencia
española, es el marco definitivo que provoca las independencias americanas. Al
igual que ocurre en la Península, el vacío de poder será ocupado por un movimiento
que pretende una legitimidad. Una legitimidad que ejercida en nombre de
Fernando VII, en realidad representa el primer acto de oposición a las
autoridades francesas y patrióticas de la metrópoli. La invasión francesa
acelera la descomposición política a ambos lados del Atlántico. Las dos
dinámicas nacen en 1808 y, apenas seis años después, son realidades
individualizadas e independientes.
Causas de la Emancipación de la América española
Es
este uno de esos temas por los que correrán ríos de tinta a lo largo de los
siglos venideros. Es un tema de una enorme trascendencia, que sirvió para que
defensores y detractores sacaran a relucir toda su conocimiento e inventiva.
La
historiografía criolla coincide en señalar, como causa principal, los abusos
cometidos por el régimen colonial español. Se habla del monopolio comercial
ejercido por la metrópoli, por el que los criollos salen perjudicados. Es una
coincidencia con los mismos argumentos esgrimidos en América del Norte contra
los ingleses, que, posiblemente, fuera de gran influencia en las Revoluciones
Independentistas del Continente español. Pero esta causa pierde fuerza
cuando descubrimos que la mayor parte de la vida económica estaba en manos de
los criollos. Además, la incidencia criolla en la población era muy superior a
la de los peninsulares. Fueron los criollos los que tuvieron que sostener la
independencia frente a mestizos, negros e indios.
La
necesidad de crear una conciencia americana que uniese a los nativos en
contra de los españoles peninsulares fue la mayor preocupación de Simón
Bolívar. Su famosa frase de “guerra a muerte” de 1813, pretendía poner límite
al aporte de hombres y recursos que Venezuela y Nueva Granada otorgaban a los
españoles. Pero no tuvo, en principio, el éxito deseado por Bolívar, ya que
chocó frontalmente con la guerra racial, desatada por Boves y los
llaneros contra los criollos blancos.
De
esta forma, podemos llegar a afirmar que, el complejo de frustración de los
criollos no fue el factor principal de la Emancipación.
Buscando
otras posibles causas, hemos de tener en cuenta que franceses, norteamericanos
y criollos pusieron acento en la Ilustración, como causa primordial en el
independentismo. Pero este argumento no es sostenible, ya que las ideas de la
Ilustración suelen llegar desde España, reexpedidas por los navíos de la Real
Sociedad Guipuzcoana de Navegación. La gran figura de la Ilustración
hispanoamericana es el benedictino gallego, padre Feijóo, siendo su obra la más
leída y divulgada en todo el continente de habla española. En cuanto al posible
ejemplo norteamericano, apenas tuvo incidencia, debido a una realidad
geográfica de un Continente lejano y muy mal comunicado.
Buenos
Aires y Caracas serán los dos centros de mayor receptividad ideológica,
constituyendo los dos núcleos principales del movimiento insurreccional,
mientras Chile y México, afectados en menor escala por la Ilustración, tuvieron
una respuesta más atenuada; por otra parte, Centroamérica y la América Andina,
donde el criollismo insurreccional tiene menos fuerza, no fueron alcanzadas por
las ideas de la Ilustración.
Cronológicamente,
la Emancipación americana, tiene dos etapas. La Primera se inicia en 1810,
cuando los ejércitos franceses invaden Andalucía, con la consiguiente, crítica
situación militar de España. En Buenos Aires, el virrey, don Baltasar Hidalgo
de Cisneros, junto al de Nueva Granada, don Antonio Amar y Borbón, piensan en
oponerse, desde allí, a Napoleón, convocando Cortes, a la manera de lo ocurrido
en Brasil con la Familia Real portuguesa. Pero son desbordados por las jornadas
revolucionarias de abril en Caracas, de mayo en Buenos Aires, y de julio en
Bogotá. La autoridad española, solo puede resistir en base a los recursos
económicos y humanos americanos, puesto que, desde la península, es imposible
el envío de refuerzos. Habrá que esperar al periodo 1814-1816 para recibirlos.
Es entonces cuando el movimiento emancipador parece extinguirse, que no volverá
a reavivarse hasta 1817.
Tras
1817, con el Levantamiento de Riego al frente de las
fuerzas expedicionarias, destinadas a combatir en América, se entra en la
Segunda Etapa de la Emancipación, que concluirá con la victoria de los
Insurrectos. Debemos destacar en el Levantamiento de Riego, las intrigas
anglo-argentinas, las diversas maniobras subterráneas, e incluso, el dinero que
corrió para evitar que la expedición se embarcase.
El
idealismo suicida del gobierno del Trienio, que se oponía al envío de un nuevo
ejército expedicionario, proyecto defendido por el ministro de la Guerra,
marqués de las Amarillas, convencido que, jurada la Constitución de 1812, los americanos se
sujetarían a la Metrópoli. Podemos decir que, tras el Congreso de Tucumán,
celebrado el 9 de julio de 1816, comienza la segunda fase insurreccional. Los
insurrectos cuentan con ayudas exteriores de quienes pretenden consolidarse en
aquellos mercados en los que no tienen posiciones dominantes. Este es el caso
de Inglaterra, que ha salido de la Revolución Industrial.
En
1819 España cede a los Estados Unidos, la Florida a cambio de una compensación
económica. De todos sus dominios americanos, a mediados de la tercera década
del siglo XIX, España solo conserva la región insular del Caribe, con Cuba y
Puerto Rico. El importante mercado colonial que representaban estas islas
justifica el tesón de España por sostenerse en Cuba, frente a las apetencias
exteriores, hasta la crisis de 1898.
La invasión napoleónica facilita el
agravamiento de la situación y, entre abril y septiembre de 1810, se suceden
las declaraciones secesionistas, ante un poder metropolitano extinguido. Tan
solo las Antillas y los virreinatos de Nueva España y Perú se mantienen fieles
al Consejo de Regencia.
En octubre de 1810 se promulgó la igualdad
de derechos entre los españoles americanos y los peninsulares; en noviembre se decretó una amnistía para los secesionistas. Entre 1811 y 1812 se suprimió
el tributo indígena, los servicios personales del indio; la mita
y el repartimiento. Hasta 1814 los fenómenos secesionistas dependieron
del desarrollo de la guerra en la metrópolis. Al regresar Fernando VII, se
entiende restablecida la legitimidad en la Península, y se abre un periodo de
agotamiento del movimiento iniciado en 1810.
La independencia del Estado absoluto
hace que sea imposible la reconstrucción del Estado transoceánico. El Levantamiento de Riego en 1820 provocó un giro político que, desbarató las opciones
de una intervención militar. Ya sólo podía contemplarse un acuerdo que
facilitase una solución política.
No nos queda más que felicitarte Ramón😉, excelente artículo (nos lo vamos a imprimir con tu permiso) que reeleremos varias veces. Pocas veces vimos un artículo sobre este tema tan sosegado y racionalizado. Saludos!! 🙋♂️🙋♀️
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegra que os haya gustado.
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