El sueño de San José de Luca Giordano
Realizado en 1697
Óleo sobre lienzo de 62 X 48 cm
Museo de El Prado. Madrid. No expuesto
TEMA
La fe de san José fue
probada con el embarazo de María. Como era hombre justo y no quería ponerla en
evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo había planeado cuando un
ángel se le apareció en sueños y le reveló que lo engendrado en ella era obra
del Espíritu Santo, renunciando a llevar adelante su primera intención.
DESCRIPCIÓN
En la pintura, san José
ocupa el primer plano, recostado y con los ojos cerrados, con su mano izquierda
sosteniéndose la cabeza, en actitud reflexiva y recibiendo el mensaje del ángel
enviado por Dios, dispuesto sobre el patriarca (Giordano utiliza la misma figura
que por aquellos mismos años utilizo para Sueño de Jacob, pintura perteneciente a Patrimonio
Nacional). A la derecha, en el plano superior, aparece Dios Padre bañado por
una luz dorada que procede de la paloma del Espíritu Santo. Otros tres ángeles
descansan sobre una nube situada entre estos y san José.
En una habitación
contigua, a la derecha, la Virgen reza ajena a lo que sucede en el primer
plano. El aire doméstico de la escena queda reforzado por detalles como el gato
que descansa junto a una banqueta o la cesta en la que asoman los útiles de
carpintero.
La documentación histórica
plantea dos cuestiones de interés relativas a esta pintura. Por una parte, la
posible imitación de otros artistas, hasta el punto de que ha sido
habitualmente citado como alla
maniera di Correggio e, incluso, de Guercino. Y, en segundo lugar,
su relación con la Sagrada Familia con santa Isabel y san Juanito, pintada alla maniera di Rafael, con la
que habitualmente aparece formando pareja en los inventarios de la Colección
Real española. Respecto al primero de los dos aspectos, hoy puede efectivamente
reconocerse trabajosamente su relación con Correggio (y mucho más difícil con
Guercino), que se advierte principalmente en tres de los ángeles: el que
transmite el mensaje de Dios, recuperación invertida del que desde un plano
superior ofrece los atributos del martirio en El martirio de cuatro santos; y los dos que aparecen
bajo la figura de Dios Padre, ambos habituales en la pintura de Correggio,
fundamentalmente el situado a la derecha, que aparece en la parte baja de la
representación de san Bernardo Uberti en el fresco de la cúpula de la catedral
de Parma, el cual fue reutilizado por el propio Correggio en El rapto de
Ganímedes, y en el personaje alado que toca el arpa en Leda y el cisne. A su vez, el que
aparece en un plano inferior recuerda vivamente a uno de los ángeles pintados
en la iglesia de San Giovanni Evangelista de Parma, concretamente el situado en
la parte inferior de la representación. Más interesante resulta su
interpretación de la técnica del parmesano, que, podemos sospechar, estudió
detenidamente como se deduce de la imitación de su colorido opaco y la luz
dorada que inunda toda la pintura, o el uso suave de esta para modelar los
volúmenes de la anatomía, aspecto que resulta más visible en las piernas del
ángel que sobrevuela la figura de José. A pesar de que todos estos aspectos
revelan que el napolitano conocía con detalle la pintura de Correggio, Giordano (como también ocurre con
las imitaciones de Rafael) no renunció en esta pintura a sus propios tipos
físicos en los dos personajes principales del texto bíblico, mucho más próximos
a Cortona que a Correggio, aspecto que se manifiesta de forma particularmente
evidente en la Virgen, indudablemente giordanesca y ajena al carácter infantil
que caracteriza los tipos femeninos de Correggio.
Algo parecido puede
afirmarse de su pincelada deshecha en el rostro de san José, que remite al
periodo español del napolitano. La forzada perspectiva del primer plano es
también propia de Luca, sobre todo en sus cuadros de formato vertical. La
relación con el maestro parmense aparece más clara en el plano celestial, en
Dios Padre y los ángeles que lo acompañan, agrupados en parejas (como en
la camera di San Paolo), con frentes despejadas y aspecto juguetón, así como en
la forma inestable de situarlos sobre la nube.
El segundo aspecto
mencionado es su relación con la Sagrada Familia pintada a la manera de Rafael.
A favor de la asociación
de ambas está el hecho de que así aparecen citadas en los sucesivos inventarios
reales; sus medidas, soportes y la escala de las figuras permite sospechar que
fueron pensadas para figurar una al lado de la otra. Si se acepta esta
hipótesis, podría entonces considerarse que nos encontramos ante uno de sus
sutiles juegos en los que emparejaba obras de su mano (o no), estableciendo
contrastes entre ellas con la probable intención de llamar la atención sobre su
talento para imitar estilos ajenos. Así había hecho en Nápoles con la
probable intención de asombrar al virrey Pedro Antonio de Aragón, al que regaló
dos tondos, uno alla
maniera di Rafael y otro según su propio estilo, ofreciéndole así
un catálogo de sus habilidades más celebradas. O, ya en España, cuando amplió
un cuadro de Núñez de Villavicencio imitando el estilo del español, y además
realizó una pareja para ese cuadro, enteramente de su mano, del mismo tamaño
que el ampliado, en el que reprodujo las maneras de Villavicencio.
Texto: Museo del Prado (Madrid)
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