Hércules (Heracles) vino a Tartessos

 

Estatua de Hércules por Gilles-Lambert Godecharle. Museo Real de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas (Bélgica).

Desde siempre ha habido una tendencia a vincular Tartessos con leyendas importantes de la antigua Grecia. No cabe ninguna duda sobre la popularidad de Heracles en Grecia, siendo uno de los personajes más importantes y venerados, gracias a lo cual fueron muy conocidos sus célebres trabajos, así como sus hazañas, que pusieron a prueba su habilidad y su fuerza sobrenaturales. Pues bien, dos o tres de los doce trabajos, tuvieron lugar en el ámbito de Tartessos, a pesar de estar situado en el extremo más occidental del mundo, por entonces conocido. Por eso vamos a dedicar este artículo a recordarlos con detenimiento.

Todo parte de los celos de la diosa Hera, esposa de Zeus, motivados por las continuas “calaveradas” de su marido, el cual no perdía ocasión de demostrar su condición de padre universal. Heracles es el fruto de una de esas relaciones —tan mal vistas por Hera—, en este caso con la mortal Alcmena, que era la mujer de Anfitrión, rey de Tirinto. Podemos afirmar que no fue una relación consentida, ya que Zeus, ansioso por poseerla, adoptó la forma de Anfitrión, que se encontraba ausente, y de esa relación nacería Heracles.

Hera, despechada, quiso tomar venganza, negándose a amamantarlo, y llegando, incluso, a echar dos serpientes en su cuna, las cuales fueron estrangulada por Heracles, sin mayor dificultad. Llevada por ese deseo de venganza, se encargó de que naciera después de su hermano Euristeo, para que tuviese que rendirle obediencia como rey de Micenas y Tirinto. El cual, haciendo uso de su autoridad, impuso a Heracles la tarea de sus complicadas hazañas, siempre con la complicidad de Hera, la cual ideó, para su hijastro, los más temibles peligros.

Los seis primeros trabajos de Hércules tuvieron lugar, cerca de Grecia, en el Peloponeso:



-      La muerte del fiero león de Nemea, monstruo criado por Hera, cuya piel era invulnerable, y que, en adelante, serviría a Hércules como coraza y como casco; y al cual dio muerte asfixiándolo con sus propios brazos. Euristeo, asustado, le prohibió entrar en Micenas.

 


-      La muerte a la hidra de Lerna, un reptil de múltiples cabezas, que se reproducían a medida que Hércules se las cortaba. Ayudado por su sobrino Yolao, incendió el cercano bosque, y con tizones fue cauterizando las heridas producidas al cortar las cabezas, evitando así que se reprodujeran; cortando, por último, la cabeza principal. Euristeo, no quiso reconocer la victoria, alegando la ayuda de Yolao.

 


-      La captura del jabalí de Erimanto. Para realizar este trabajo, Hércules hecho mano de la astucia: provocando al animal con sus gritos, le hizo correr por la nieve, hasta que cayó rendido, y lo pudo capturar fácilmente, llevándoselo a Euristeo.

 


-      Captura de la cierva del monte Cerinea. En este monte, siguiendo órdenes de Hera, se habían refugiado las cinco ciervas de Artemis, con sus cuernos dorados, mayores que los toros y de extraordinaria velocidad; debido a esta última circunstancia, Hércules pasó un año persiguiendo a una de ella. En vista de que no podía capturarla, decidió herirla con una flecha, pero Artemis y Apolo le acusaron de querer matarla; Hércules les explico cuál era su intención, cargando las culpas sobre Euristeo, y ambos le dejaron ir.

 


-      Echar a los pájaros del lago Estínfalo. Las aves habían llegado a dicho paraje, huyendo de los lobos, y se multiplicaron, de tal manera, que se convirtieron en una plaga, entonces Euristeo encargó a Hércules que las echara de allí. Nuestro héroe hizo unas castañuelas de bronce. El ruido que estas producían las asustaba y salían del bosque, a lo que aprovecho Hércules para derribarlas con sus flechas.

 


-      Asear los establos de Augías. Euristeo estaba decidido a humillar a Hércules, para lo cual le asigno un nuevo trabajo, consistente en limpiar los establos del rey Augías, hijo del dios Sol. Hércules convino con el rey, recibir una gratificación por dicha limpieza. Para ello acumuló el estiércol en un sector, y desvió los rios Peneo y Alfeo. Hecha la limpieza Augías no cumplió con su parte y Euristeo no reconoció este trabajo por considerar que Hércules había pretendido sacar provecho.

Los seis siguientes trabajos, habrán de desarrollarse lejos de Grecia. El primero de los cuales será:



-      Capturar el toro de Creta. Euristeo mandó a Hércules que capturara al toro de Creta, en un momento en que su furia se había desatado, como castigo de Poseidón contra Minos. Hércules pidió ayuda a Minos, pero tuvo que hacerlo solo. A pesar de lo cual obtuvo un nuevo éxito. Entregado el toro a Euristeo, éste se lo ofreció a Hera, pero ella no lo aceptó, dejándolo en libertad.

 


-      Robar las yeguas de Diómedes. Estas yeguas —propiedad del rey de Tracia—, se alimentaban con carne humana, era cuatro y sus nombres eran: Podargo, Lampón, Janto y Deino. Para poder acabar con ellas, Hércules se enfrentó con Diómedes y lo echó, a ellas, como alimento; saciada el hambre de dichas bestias fueron guiadas dócilmente.

 


-      Obtener el cinturón de Hipólita. Hércules debía robar el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas, y entregárselo a Admete, hija de Euristeo. Al llegar a Temiscira —la tierra de las amazonas—, Hipólita se avino a entregarle el cinturón, pero Hera, haciéndose pasar por una amazona, provocó un enfrentamiento con Hércules, el cual sintiéndose traicionado dio muerte a Hipólita.

 


-      Robar los bueyes de Gerión. Estos bueyes se encontraban bajo la custodia de Euritrión y su perro Ortro, en la isla de Eritria. Para trasladarse hasta allí, Hércules pidió la “copa del Sol”, que era la embarcación de Helio, con la cual viajaba cada noche, hasta llegar a la isla, donde venció a Euritrión y a su perro. Más andaba por allí Menestes, el pastor de Hades, que avisó a Gerión, el cual alcanzó a Hércules, junto al río Ántemo, donde fue derrotado por nuestro héroe. Al entregar los bueyes a Euristeo, éste le ofreció a Hera.

 


-      Obtener al can Cerbero. Euristeo mandó a Hércules, robar al perro de Hades, llamado Cerbero, que tenía como misión custodiar el inframundo. Al llegar al infierno, nuestro héroe fue liberando almas, entre ellas la de Teseo. Una vez ante Hades, le pidió que le entregase a Cerbero, a lo que asintió, pero con una condición: que lograse vencerlo sin armas. Cosa que logró tras una violenta luchas, sin tener que hacer uso de ninguna arma. Pero la única forma posible de abandonar el infierno era contar con la ayuda de Hermes y Atenea. Ayuda que le prestaron gracias a la intervención de Zeus. Al llegar ante Euristeo, este salió huyendo despavorido, y Hércules no tuvo otra opción que devolver el animal a su legítimo dueño, Hades.

 


-      Robar las manzanas doradas del jardín de las Espérides. Cuando Hera casó con Zeus, Gea la obsequió unas suculentas manzanas, que Hera mandó plantar en su jardín, bajo la custodia de un dragón y tres ninfas del atardecer (Espérides), cuyos nombres eran: Egle (la Resplandeciente), Eritia (la Roja) y Esperaretusa (la Aretusa de Poniente). Para cumplir el encargo de Euristeo, Hércules tuvo que localizar el jardín. En su camino —localizado el jardín—, Hércules liberó a Prometeo, que permanecía encarcelado por Zeus, el cual le aconsejó no tomar las manzanas con sus propias manos, para lo cual debía pedir la ayuda del gigante Atlas. Mientras el gigante recogías las manzanas, Hércules sostuvo el cielo que Atlas llevaba sobre sus espaldas. Cumplido el encargo, el gigante le propuso ser él quien las entregara. Todo hacía ver que Atlas quería liberarse de su pesada carga, por lo que nuestro héroe, pareció aceptar la propuesta. Pidió a Atlas sostuviera el cielo mientras él se ajustaba una almohada sobre los hombros. Situación que Hércules aprovecho para quitarle las manzanas y huir.

 

Sin abandonar el plano legendario, y en un tiempo más cercano, hay otras narraciones que ponen en relación Tartessos y el extremo occidental del mundo conocido, con los ambientes griegos. Se trata de las narraciones que componen el ciclo de los nostoi (retornos), y que se refiere a los regresos de aquellos héroes que participaron en la guerra de Troya.

Ulises en su viaje a Ítaca


El más celebre de estos retornos, es el protagonizado por Ulises, cuyo viaje —lleno de aventuras—, de su regreso a su patria, Ítaca, nos lo cuenta Homero en su Odisea. Muchos autores griegos consideran que Ulises, en su deambular por el Mediterráneo, llegó hasta la Península Ibérica. Así lo hace constar Estrabón, celebre geográfico griego contemporáneo de Augusto, en su libro Geografía, dedicado a Iberia.

Otro célebre protagonista de los nostoi fue Tlepólemo, quien tras la guerra de Troya se dirigió a Creta, siendo desviado por los vientos hasta las Islas Baleares, que colonizó.

A esta lista de retornos, que afectaron a Iberia, debemos añadir el de Menesteo, que figura en la Ilíada como jefe de los atenienses, y de cuyo paso por Iberia daría cuenta la existencia de un santuario y un oráculo, en un lugar próximo a la desembocadura del Guadalquivir, y un puerto cerca de Cádiz, posiblemente el Puerto de Santa María.

Ramón Martín

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