Carolina de Brunswick-Wolfenbüttel, esposa del rey del Reino Unido e Irlanda Jorge IV

 


Nace la futura reina el 17 de mayo de 1768, en Brunswick (Alemania), y es hija del duque Carlos Guillermo y la princesa Augusta de Gran Bretaña, hija mayor del rey Jorge III. Poco se conoce de su infancia. La Duquesa, demostró siempre una querencia por el país natal de su madre. Se dice que, incluso en su juventud habría quedado prendada de un oficial británico que estuvo de visita a la casa familiar. Este idilio tuvo un carácter meramente platónico, ya que pronto, sus padres comenzaron a planear su matrimonio con Jorge, príncipe de Gales, del que era prima.  Carolina tenía una posición económica muy holgada, lo que constituyó una razón determinante para que las negociaciones llegaran a buen término, por lo que el compromiso fue anunciado en 1794.

El Príncipe de Gales, con tan solo diecisiete años, había mantenido un tórrido romance con la actriz y poetisa Mary Robinson, y seis años después se había casado en secreto con la católica María Fitzherbert, aunque el enlace no fue considerado válido, ya que no había sido autorizado por el reyEl príncipe, además de disoluto era derrochador, sobre todo por las reformas que llevó a cabo en su residencia londinense de Carlton House. Para sanear sus cuentas, era necesario contraer matrimonio con una potentada, y la elegida fue Carolina de Brunswick. La boda se celebró el 8 de abril de 1795. Al no conocerse con anterioridad, la primera impresión no pudo ser peor. El matrimonio fue, desde el principio, un auténtico desastre, y el príncipe se hecho en brazos de su nueva amante, la condesa de Jersey, de la que nació una hija, la princesa Carlota de Gales. La situación del matrimonio se hizo insostenible, por lo que el príncipe planteó a su padre el divorcio, a lo que el rey se negó en rotundo. El 30 de abril de 1796 El príncipe mandó una carta a Carolina en la que le informaba de que, aun siguiendo, estando casados, harían vidas separadas. La Princesa sufría la humillación de ser repudiada por su marido.



Como venganza por el desprecio de su marido, Carolina, que se había trasladado a vivir a Blackheath, comenzó una intensa vida social. Lo que fue origen de todo tipo de rumores, algunos se referían a sus presuntos amantes. Todas estas noticias llegaron a Palacio, que, en castigo, impidió que la princesa viera con frecuencia a su pequeña hija. El escándalo de la vida sentimental de la princesa llega en 1806, cuando una comisión formada por el premier y varios ministros investigan el caso de William Austin, un presunto hijo ilegítimo de Carolina. Pese a no existir ninguna evidencia de la maternidad, el daño a la reputación de la princesa fue gravísimo. Fue víctima del vacío de la sociedad británica, debido a la campaña de desprestigio que se orquestó desde el círculo del príncipe de Gales, que buscaba una excusa para anular su matrimonio. La princesa no pudo aguantar la presión y el 8 de agosto de 1814 abandonó el Reino Unido, camino de Italia. Una vez allí, se instala a las orillas del Lago de Como, contrata los servicios de un mayordomo local, Bartolomeo Pergami, que se convertirá en inseparable, lo que dio lugar a que, en toda Europa se hablara del presunto romance. De nuevo, las noticias llegan a Londres y el príncipe Jorge manda buscar pruebas del adulterio de su mujer. Las pruebas concluyen que, Carolina y Pergami, hacen vida de casados. El príncipe ofrece a su esposa reconocer el adulterio, lo que facilitaría el divorcio, que en aquellos tiempos solo podía producirse tras la confesión del infiel. La princesa se negó a aceptar esta propuesta de su marido.

El rey Jorge III fallece y los príncipes de Gales se convierten en soberanos del Reino Unido. Carolina se dispone a regresar a Londres, tras rechazar una oferta del Gobierno de permanecer en Italia a cambio de una pensión. El pueblo llano considera a la reina una víctima de su marido y se echa a las calles para defender el honor de su soberana. El rey se muestra inflexible e insiste en que el Parlamento examine de nuevo las pruebas sobre la supuesta infidelidad de la reina. El 19 de julio de 1821 se celebra en la abadía de Westminster la coronación del nuevo Rey. La reina Carolina acude, pero se la niega la entrada. La humillación es mayúscula. Ultrajada, abandona la escena y esa misma noche cae gravemente enferma, falleciendo, 19 días después, el 7 de agosto de 1821, probablemente de un cáncer, aunque hubo especulaciones sobre un posible envenenamiento, habida cuenta que los informes médicos desaparecieron misteriosamente. Fue enterrada en Brunswick y no en Westminster como le correspondería.

Ramón Martín

Comentarios

Entradas populares