La Traca – Revista de Humor

 


En su tiempo, en Valencia, se producía una revista de humor que llegó a ser la de mayor tirada de España. Se trataba de una publicación de humor que nadaba en la polémica y hacía leña del árbol caído, principalmente la monarquía y el anticlericalismo. El semanario al que me refiero se llamaba La Traca. De alguna manera, La Traca, devuelve a Valencia y a la política popular una parte de lo que le fue arrancado en 1939. La historia del semanario tuvo un final triste, ya que su propietario, Vicente Miguel Carceller, fue fusilado en los tristemente famosos muros del cementerio de Paterna. Suerte que también corrieron algunos de sus colaboradores. Formaban parte del grupo de los vencidos.

La Traca nació en 1884 gracias a dos republicanos valencianos, Manuel Lluch Soler y Luis Cebrián Mezquita, amigos y discípulos de Constantí Llombart y además militantes del sector progresista de la Renaixença. Motivo por el cual, el semanario se escribía en valenciano, con la intención de llegar a un máximo de lectores, a la vez que se producía un acercamiento del lenguaje escrito al hablado. Aquella La Traca primigenia fue importante. Sus orígenes hay que buscarlos en una larga serie de periódicos joco-satíricos. Fue una publicación inmisericorde con la corrupción, deseosa de crear una cultura republicana local. Debido a que el humor y el poder, es frecuente que se repelan, la vida de La Traca no fue fácil. La persecución a la libertad de expresión trajo como consecuencia: denuncias, multas, prisiones, e incluso cambios en la denominación de la cabecera —La Traca pasó a ser por momentos: La Sombra y La Chala—, secuestros, meses sin publicarse. Pero volvía a levantarse y recuperaba la crítica que, por jocosa, era aún más tenaz. Pasó la etapa de Lluch Soler y, llegó, en 1909, la de Vicente Miguel Carceller.

Carceller es un empresario de prensa, un apasionado republicano seguidor del maestro Blasco Ibáñez. Pero no solo eso, es un hombre inquieto, amante del teatro y la literatura, un promotor urbano: es un hombre cabal y nace un vínculo importante con La Traca; llegando a tirar medio millón de ejemplares en los años de la Segunda República.



En la primera etapa de La Traca, fue una revista en valenciano con un humor satírico y un toque costumbrista, al estilo de los sainetes valencianos de finales del XIX y principios del XX. Sufriendo siete suspensiones, siendo la definitiva en marzo de 1887, acabando con el director, Lluch Soler, en la cárcel. Tras el cierre, se sucedieron dos intentos de resucitar la revista: el primero con la creación de La Nueva Traca en 1894, que tuvo un escaso éxito, ya que solo se publicaron 39 ejemplares; y en 1909 La Traca Nova. Fue en esta última etapa cuando Miguel Carceller comienza a colaborar en la revista.

En diciembre de 1911, Vicente Miguel Carceller, reabre la revista, dando lugar a la segunda etapa de la publicación, de nuevo con su nombre original, que la llevaría a la fama, gracias a su alma máterCarceller. La revista renace con un humor mucho más político, con lo que Carceller entra en prisión en 1912 por una caricatura contra el rey Alfonso XIII. Entre 1910 y 1920, fue una revista popular de humor sicalíptico, escrita con un lenguaje pobre a medio camino entre el castellano y el valenciano. Uno de sus más frecuentes blancos fueron los "coents", aquellos valenciano-hablantes que en público hablaban castellano por considerarlo de mayor estatus social. Al llegar la dictadura de Primo de Rivera, en 1924 se suspendió su publicación y apareció La Sombra, que era la misma publicación con distinto nombre. Burlando así la censura. En 1926, volvería a cambiar su nombre por el de La Chala.



Llegamos a la tercera etapa, la republicana, cuando Carceller recuperó La Traca, en castellano, animado por el éxito obtenido por La Chala, aunque esta se seguía publicando en valenciano. En el primer número, de esta nueva etapa, La Traca consiguió vender más de 500 000 ejemplares. Su humor se hizo cruento y más político, alineándose con el Frente Popular. La revista, a raíz del estallido de la Guerra Civil, destacó por su anticlericalismo. Anticlericalismo que ya se encontraba en otros semanarios humorísticos, los cuales respondían a los cánones fijados desde el siglo XIX. El cura representando al oscurantismo, la reacción ideológica y el atraso intelectual. Pero, ante todo era el máximo infractor de las reglas morales de urbanidad. La Traca constituía una sucesión de dibujos picantes, en los que aparecían toscos clérigos en persecución y disfrute de mujeres — sobre todo monjas—, con formas rotundas y escasa vestimenta. También mostraba a la Iglesia en íntima unión con la monarquía, la burguesía y el ejército. La revista desapareció en 1938 y, una vez entradas las fuerzas sublevadas en Valencia, Carceller fue ejecutado junto con el dibujante Carlos Gómez Carrera, y el también dibujante José María Carnicero.

El nombre de La Traca fue recuperado por el suplemento satírico en valenciano de la revista fallera Pensat i Fet, hasta 1970. Por dudoso que nos parezca, a pesar de ser la publicación de mayor circulación antes de 1970 es una pieza de coleccionista. Carceller no cayó solo en 1939. Las autoridades franquistas quisieron eliminar su obra.

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