Eduardo III, rey de Inglaterra desde 1327 a 1377


DINASTÍA PLANTAGENET

Nacimiento: El 13 de noviembre de 1312 en el castillo de Windsor, Berkshire (Inglaterra)

Fallecimiento: El 21 de junio de 1377 en el palacio de Sheen, Surrey (Inglaterra)

Padres: Eduardo II de Inglaterra e Isabel de Francia

Reinado: Desde el 1 de febrero de 1327 al 21 de junio de 1377.

 

    En el momento de producirse el golpe de estado de 1326, que ponía fin al reinado de Eduardo II, su primogénito, Eduardo, contaba catorce años. Había nacido en el palacio de Windsor el 13 de noviembre de 1312, siendo reconocido rey por el Parlamento el 26 de octubre de 1327, por su edad se convirtió en un juguete en manos de su madre Isabel de Francia y de su favorito Rogerio Mortimer, situación que se prolongó durante cuatro años, hasta que en octubre de 1330 Eduardo III penetró en el castillo de Nottingham haciendo prisionero a Mortimer, al que mandaría ejecutar el 29 de noviembre de ese mismo año. Esto fue interpretado como una audacia, fruto de un joven de dieciocho años con mano férrea, que se revelaría capaz de sujetar a los nobles y restablecer la autoridad de la monarquía. Pero lo que nadie sospechó, es que, Eduardo III, superara en diplomática y pericia guerrera a su abuelo, y fuese capaz de lanzar la nobleza a la consecución de un ideal político sumamente ambicioso, como era el establecimiento de la monarquía de los Plantagenet tanto en Inglaterra, como en Francia. De carácter temperamental, con unos conocimientos tácticos admirables y siendo un caballero consumado, buscó en las armas la gloria que deseaba dar a su gobierno.

    En los primeros años de su reinado, su acción se desarrolló en Escocia. Apoyó a Eduardo Baliol contra David Bruce, sucesor de Roberto Bruce, pero a pesar de lograr algunas victorias, los escoceses mantuvieron su independencia, motivado por el expreso deseo del rey de medirse con el de Francia, Felipe VI. Como nieto de Felipe IV el Hermoso, Eduardo reclamaba sus derechos sucesorios. Derechos que no fueron reconocidas en 1328, por lo que preparó el cerco diplomático de Francia. Para ello se alió con las ciudades y príncipes flamencos, con los duques de Austria y de Baviera, y con el emperador Luis IV el Bávaro, en 1338. Preparó, con sumo cuidado, al ejército inglés, declarando en 1331 obligatorio el servicio militar obligatorio entre los 16 y los 60 años, organizó los cuadros de arqueros e introdujo un arma nueva: la artillería.

    Con estas medidas, que no fueron contrarrestadas por los franceses, al iniciarse la Guerra de los Cien Años en 1337, los ingleses triunfaron obteniendo victorias decisivas ante los franceses. En junio de 1340 la escuadra inglesa, acaudillada por el propio monarca, destruyó la de Felipe VI en la batalla de la Esclusa. Tras la cual Eduardo adoptó formalmente el título de rey de Francia, aunque aún era preciso conquistar el reino de su rival. La expediciones emprendidas contra Felipe VI, se vieron interrumpidas por varias treguas. En 1342 Eduardo III obtuvo resultados indecisos; en cambio, cuatro años más tarde, sus esfuerzos se verían recompensados en la sonada victoria de Crecy, que tuvo lugar el 26 de agosto de 1346, y que le libró un año más tarde la plaza de Calais, que era la llave marítima de Francia. Pero la celebración de su triunfo en Crecy, se vio malogrado por la Peste Negra de 1348.

    El momento culminante del reinado de Eduardo III llega entre los años 1356 a 1360, periodo que comienza con la victoria de Poitiers, obtenida por su hijo, el Príncipe Negro, en 1356, y acaba con el Tratado de Calais, firmado el 1 de octubre de 1360, que daba al rey inglés una gran extensión de territorios en el Sudoeste francés, además de formidables ventajas económicas. A cambio de esto, Eduardo III renunciaba al título de rey de Francia.

    Los éxitos de Eduardo III solo podían ser duraderos si eliminaba por completo a los Valois, pero estos lograron rehacerse bajo el reinado de Carlos V, por lo que los ingleses tuvieron que batirse en retirada, perdiendo desde 1369 a 1375, todas las conquistas anteriores, conservando solamente Calais, Burdeos, Bayona y Brest. Los progresos de Francia coincidieron con una grave crisis desencadenada en Inglaterra, además de los problemas surgidos con la Peste Negra. El rey tuvo que enfrentarse a sus hijos, el Príncipe Negro y el duque de Lancaster, Juan de Gante. El primero triunfó en 1376, en el llamado Buen Parlamento, aunque su muerte favoreció a su hermano, aliado con Juan Wicleff, el reformador.

    En este ambiente intranquilo, murió Eduardo III, en el palacio de Sheen, el 21 de junio de 1377. Grande por sus hechos, aunque poco afortunado por su actividad política.

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