Autorretrato de Cecilio Pla y Gallardo
Realizado en 1892, es un óleo
sobre lienzo de 75 x 100 cm. Expuesto en el Museo del Prado. Madrid.
A diferencia de otros autorretratos,
donde el artista se nos muestra de forma sobria y sencilla, despojado de
cualquier útil alusivo a su profesión, aquí Pla
aparece en el interior de su estudio, rodeado de retratos familiares y de una
de sus copias de Velázquez. Se trata, sin duda, del
mejor de sus autorretratos, y el de mayor complejidad. El cuadro fue presentado
por el autor en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Madrid en 1892, en la que recibió una medalla de
segunda clase por Las
doce. Para entonces, había comenzado a significarse en el ámbito
artístico de Madrid, donde residía desde 1879 y ya
tenía algunos premios y distinciones.
Como parte de su formación, el joven
pintor visitaría el Prado con asiduidad, y demostraría
un especial interés por Velázquez. Fruto de ello
sería la copia de El
Príncipe Baltasar Carlos, a caballo, que aparece en el fondo de
este cuadro. Se trata en realidad de una copia que tuvo para él un valor especial.
Así lo demuestra el hecho de que la conservase hasta su muerte, así como, muy
especialmente, las numerosas fotografías que existen de sus estudios. En ellas
se observa cómo esta obra siempre se encuentra en un lugar principal. Esta
misma consideración presenta en su autorretrato, convertido en una orgullosa
defensa de la tradición pictórica española, que marcaría su carrera e ideario
artístico. Pla aparece sin los útiles de su trabajo y ha obviado también la
presencia de las manos. En un autorretrato de busto, fechado en 1920, también
del Prado, elige de nuevo presentarse sin manos y sin paleta ni
pinceles; elementos que sí incorpora, en cambio, en otras ocasiones.
El pintor se hace rodear además de tres
efigies: su tía Josefa Pla, en una imagen coloreada debajo del cuadro, su madre
María Gallardo en una carte
de visite -a la derecha de esta- y un busto en barro de su
padre Sebastián, que aparece así singularizado en el extremo de la composición.
Como muestran algunas fotografías de su estudio, Pla gustaba de colocar
imágenes de sus familiares y amigos sobre un mueble y apoyadas en la pared o en
los propios cuadros, como sucede aquí con las de su madre y su tía. Con la
inclusión de estas tres efigies, el joven autor se muestra agradecido y
orgulloso de sus progenitores y de su tía, cuya ayuda resultó indispensable
tras su llegada a Madrid.
Fuente
e imagen de la web del Museo del Prado. Madrid
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