Andrés García Calle “Lacalle”
Andrés García Calle, nace en Sestao (Vizcaya), el 4
de febrero de 1909.
Este aviador, que prestó un distinguido servicio,
en la aviación Republicana, ingresó voluntario en Aviación Militar en julio de
1929. Ese mismo año realizó el curso elemental en el Aero Club de Cuatro
Vientos, consiguiendo el título elemental de piloto expedido por la FAI. Una
vez realizada la instrucción como recluta, durante el mes de octubre, pasó a la
Escuela de Alcalá de Henares. En los primeros meses de 1930, hizo el curso de
transformación en Guadalajara, ascendiendo a cabo y obteniendo el título de
piloto militar de aeroplano.
Ya con su título, fue enviado a Ahuámara (Larache),
pasando en enero de 1932, a la Escuela de Observadores. Realizado, en los
Alcázares, el curso de Tiro y Bombardeo, en diciembre de 1932 fue destinado a
la 1ª Escuadrilla de la 2ª Escuadra, con sede en Sevilla. En 1933 ascendió a
sargento, y fue destinado a la 1ª Escuadra con sede en Getafe, donde quedó encuadrado
en la 2.ª escuadrilla del Grupo 11 de Caza. En este destino le sorprendió el
inicio de la Guerra Civil, dando comienzo su destacada actuación al servicio de
la Aviación gubernamental. Sus primeras acciones consistieron en ataques a las
columnas del ejército sublevado que avanzaban desde Extremadura en dirección a
Madrid. El 3 de septiembre obtiene el primer ascenso por méritos, a alférez,
como recompensa por su actuación del día anterior, en que luchó contra un Fíat sublevado,
al que averió y venció, quedando en nuestro poder avión y piloto. En estos
combates continuo su distinguida actuación, hasta que, el 5 de noviembre fue
destinado a la escuadrilla rusa de Richagov (Palancar) volando los primeros Chatos
I-15.
En febrero de 1937, ya ascendido a capitán, se le
confirió el mando de la 1.ª escuadrilla española de Chatos, formada por siete
pilotos españoles y cuatro americanos. La escuadrilla intervino, activamente,
en las duras batallas que se libraron en el frente de Madrid, principalmente en
la batalla del Jarama, en la que la aviación gubernamental mantuvo,
inicialmente, el dominio del aire. La actuación de la escuadrilla de García
Calle fue valiente y arriesgada, perdiendo a cinco de sus pilotos. Tras la
batalla del Jarama y durante la batalla de Guadalajara estuvo al mando del
Grupo de Chatos en Aragón. Este grupo estaba compuesto por dos escuadrillas:
una rusa y otra española. En Guadalajara, cuyo desenlace había sido favorable a
los gubernamentales, su unidad también perdió a dos pilotos.
En julio 1937, con problemas de salud, fue enviado
a Rusia como profesor a la Escuela Rusa de Kirovabad, en la República de
Adjerbaijan en el Cáucaso. A su regreso a España quedó, inicialmente,
incorporado a la subsecretaría de la Aeronáutica. En febrero de 1938, después
del bombardeo sufrido por Barcelona, se le nombró jefe de las Defensas de
Barcelona y de Costas, organizando los aeródromos de la costa catalana. Mandó
el Grupo 28 de Grumman “Delfín”. Días antes del comienzo de la batalla del
Ebro, pasó como asesor aéreo de los generales ROJO
y MODESTO.
Durante dicha batalla, de nuevo, dio muestras de su valía. El 22 de diciembre
de 1938 fue nombrado jefe de Estado Mayor de la Escuadra de Caza del frente de
Cataluña.
Su intervención en la defensa de Cataluña fue menos
lucida que en campañas anteriores, debido a la superioridad de la aviación enemiga,
y la profunda desmoralización que en sus subordinados producía el continuo
retroceso y la falta de material, que era prometía continuamente por el
Gobierno pero que nunca llegaba. En noviembre de 1938 es ascendido a mayor por
méritos de guerra. Según datos de otros pilotos, García Calle tenía en su haber
una docena de aviones enemigos derribados en combate y era considerado el “As”
más famoso de la caza gubernamental.
El día 6 de febrero de 1939 despegó de Villajuiga
(Gerona), para realizar la entrega de los Chatos en Toulouse-Francazal,
teniendo que combatir duramente para poder llegar a Francia, en el que sería su
último vuelo y servicio de guerra. Acabada la guerra, marchó a México donde
fijó su residencia. Posteriormente se trasladó a Santo Domingo, donde fallecería
el 8 de abril de 1975.
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