El sacrificio de Isaac, Los Martes de Caravaggio


Datado en 1598, es un óleo sobre lienzo de 116 X 173, que podíamos ver en la Colección Piasecka Johnson hasta 2014 en que fue subastado. 

Nuevamente Caravaggio escandaliza a Roma con esta obra, que trataba un tema muy habitual en el arte religioso del Barroco. El problema consiste en el modo de plasmar la reacción de Isaac, el hijo de Abraham. Tradicionalmente, se consideraba que Isaac era una prefiguración simbólica de Cristo, que también habría de morir por su padre, siendo una víctima inocente, un cordero llevado al sacrificio. Pero mientras Cristo se somete con la docilidad del cordero a su destino, este Isaac que muestra Caravaggio grita con angustia y terror sin ninguna disposición a ser llevado al altar. Abraham, pues, ha tenido que doblegar la resistencia de su hijo, sujetándolo y aplastándolo contra la piedra, pero no puede evitar una vacilación y durante unos segundos la hoja del cuchillo se detiene junto al cuello del muchacho. Este sublime momento de duda es aprovechado por el ángel para detener al padre, y es el momento que prodigiosamente capta el pintor, concentrando en escasos segundos todos los sentimientos que agitan a los personajes: miedo, duda, fe. El final feliz lo sugiere la cabeza de carnero junto al chiquillo, pues aquél será la víctima final del sacrificio. Sin embargo, el espectador percibe con intensidad la angustia de la escena, que no se ve mitigada por el desenlace ya conocido. 

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