La primera vuelta al mundo – Segunda Parte: El viaje de ida

 


Comienzan los preparativos


Eran necesarias naves para afrontar la deseada travesía que, ya había sido aprobada por el joven rey Carlos I. Se optó por formar una flota de cinco naves que, fueron traídas a Sevilla, desde Cádiz y Sanlúcar. Estas fueron: Concepción, San Antonio, Trinidad, Santiago y Victoria. Su puesta a punto fue realizada, con las naves varadas en una zona en la ribera del Guadalquivir, que había sido habilitada para reparar y poner a punto este tipo de embarcaciones. 

El 21 de octubre, según un documento del Archivo de Indias que recoge el conflicto en el que Magallanes se vio envuelto, cuando al ir a colocarse la enseña castellana en una de las naves, los funcionarios reales le recriminaron que, se hubiese adelantado al colocar en uno de los mástiles el escudo de armas de su familia, muy semejante al blasón del reino de Portugal. Magallanes, ofendido, transmitió por escrito al rey su malestar por lo acontecido.

Por aquella gran tensión, comprendemos el retraso de tantos meses. En un principio, la salida, estaba prevista para el 25 de agosto de 1518, se pospuso a diciembre, para echarse a la mar un año más tarde.

Pronto comenzaron a pregonarse por las zonas limítrofes a Sevilla, las convocatorias para reclutamiento, que habrían de atraer a las necesarias tripulaciones. Es posible que, la dispar procedencia, pudo ser debida a directrices marcadas por el propio Magallanes.

El año 1519 había sido malo de cosechas, por lo que hubo que buscar alimentos por otros enclaves, además de Sevilla. A fin de evitar el posible encallamiento en algún tramo del río, en su camino hacia Sanlúcar, una parte de la carga fue acarreada por tierra.

Solucionado el abastecimiento y completadas las tripulaciones, una vez firmadas las correspondientes Capitulaciones, la escuadra partió de Sevilla el 10 de agosto de 1519, desde el muelle de las Mulas. La flota descendió por el Guadalquivir hasta llegar a su desembocadura, en Sanlúcar de Barrameda. Magallanes y los capitanes de las naves, hicieron continuos viajes a Sevilla, para solucionar imprevistos, mientras se acababa de avituallar la escuadra. 


Por fin, la partida

 

Por fin el 20 de septiembre de 1519, cuarenta días después de haber zarpado de Sevilla, la flota se hizo a la mar. Desde el primer momento, Magallanes y Juan de Cartagena, tuvieron continuos choques, el navegante se negaba a considerar un igual a quien había sido impuesto, mientras que, el capitán de la San Antonio se sentía ninguneado. En la primera escala, realizada en Tenerife, Magallanes fue advertido del descontento de algunos de los mandos, así como de las maniobras que Portugal llevaba a cabo para sabotear la expedición. El navegante era considerado un traidor por sus compatriotas portugueses, a la vez que los españoles recelaban de él, por considerarle un espía de los portugueses. Se negó, en contra de las capitulaciones firmadas con el rey, a dar información de sus derrotas, lo que agudizó sus malas relaciones con Cartagena. Cuando éste le pidió explicaciones, Magallanes aprovechó para prenderlo y relevarlo del gobierno de la nave, lo que fue la causa de un posterior motín.

La segunda escala de la expedición se realizó en la bahía de Santa Lucía, cerca de la actual Río de Janeiro. Allí los ánimos se calmaron justo hasta hacerse de nuevo a la mar. Como se exploraran todas las desembocaduras de cada río, siguiendo ordenes de Magallanes, las tripulaciones comenzaron a pensar que el capitán general desconocía, con exactitud, el lugar donde se comunicaban ambos mares.

Se echaba encima el invierno, y el 30 de marzo Magallanes ordenó fondear en la bahía de San Julián, en la actual Patagonia argentina, con la intención de permanecer allí hasta que llegara el buen tiempo. Pero no hay nada peor que ociosidad para los marinos, y el descontento era generalizado, y el motín se produjo la noche del 1 de abril de 1520. Los capitanes Quesada y Mendoza, liberaron a Cartagena para juntos oponerse al capitán general, pero el levantamiento fue repelido, y éste ordeno la pena capital para los dos capitanes. Cumplida la sentencia ordenó descuartizar los dos cadáveres, mientras abandonaba a Cartagena y al clérigo Sánchez Reina, en una isla desierta, dejándoles al juicio de Dios. Sin embargo, no se atrevió a ejecutar a los restantes implicados, cerca de 40 entre los que se encontraba Juan Sebastián Elcano, ya que no podía permitirse prescindir de tantos tripulantes.

Durante la invernada se perdió la nave Santiago, aunque no a sus tripulantes, que se repartieron entre las otras naves. La invernada se prolongó durante siete meses, lo que paso factura, cundiendo el desánimo. Por fin zarparon de nuevo, y descubrieron un laberinto de canales que se abrían hacia el oeste. Magallanes, por primera vez sometió al resto de los mandos la decisión a tomar: ¿atravesarlo o regresar a España?

Esteban Gómez, piloto de la San Antonio, defendió la segunda opción, que no fue aceptada, entonces aprovecho una ocasión propicia para derrocar al capitán de la San Antonio, Álvaro de Mesquita (primo de Magallanes), dando media vuelta y regresando a España. En el camino intentó encontrar a Cartagena, aunque sin conseguirlo. Ante el rey afirmará que se han perdido el resto de las naves. Mientras el navegante portugués, solo podía seguir hacia adelante, llegar hasta las Molucas y culminar así, la misión encomendada por el rey. A finales de noviembre se atraviesa, por primera vez, el paso que hoy conocemos como Estrecho de Magallanes. Contentos por encontrarse por un pacífico océano, pusieron rumbo hacia la línea del ecuador y a las ansiadas islas. En ese momento, sin saberlo, estaban a la misma distancia de las Molucas que del continente europeo.

Durante tres meses navegaron rumbo noroeste, sin tierra a la vista, victimas del hambre, la sed y el escorbuto, además del calor y la quietud por falta de viento. Murieron 20 hombres cuando pudieron aprovisionarse de fruta en la isla de Guam, en las Marianas. Al alcanzar las islas de San Lázaro (Filipinas), las Molucas quedaban bastante más al sur.



El cacique de Cebú, Humabón, le propuso a Magallanes, reducir a un jefe rival, Lapu Lapu, a cambio de poner todas las islas al servicio del rey de España, a lo que el capitán general, aceptó y se dirigió a Mactán con 49 hombres. Allí le esperaba Lapu Lapu, con 1500 guerreros. La lucha fue desigual y Magallanes murió el 27 de abril de 1521, acribillado mientras defendía la retirada de los suyos. El capitán de la expedición no había conseguido arribar a las ansiadas Molucas, que estaban situadas 1.500 millas más al sur.

 

A continuación, el tercer capítulo: El Regreso

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