Los Borrachos o el Triunfo de Baco

Hoy os traigo una de las obras más conocidas de Velázquez: Los Borrachos o El Triunfo de Baco.



Realizado entre 1628 y 1629, es un óleo sobre lienzo de 165 X 225 cm, y lo podemos admirar en el Museo del Prado de Madrid. 

Para saber, con cierta aproximación la fecha de la realización, hemos de tener en cuenta el pago que hace el rey don Felipe IV a Velázquez, en 1629, por un importe de 100 ducados, por cuenta de una pintura de Baco. En estas fechas estamos en vísperas del primer viaje que Velázquez realiza a Italia, tras conocer a Rubens. En esa época había realizado un cuadro de carácter histórico, que le daría gran fama, La expulsión de los moriscos, al tiempo que había adquirido una gran experiencia en temas religiosos y costumbristas. 

Era la primera vez que se enfrentaba a una fábula mitológica, y tuvo que utilizar gamas cromáticas, métodos descriptivos y tipos humanos de sus años sevillanos. Esas circunstancias hacen que Los borrachos inauguren una temática que estará presente hasta los últimos años de su carrera. 


Descripción 

El personaje principal es Baco, en él Velázquez tiene la oportunidad de representar uno de sus primeros desnudos masculinos, dominando la composición con la luminosidad de su cuerpo y sus vestiduras. A la izquierda de Baco un sátiro, también desnudo, levanta una copa de cristal, situándonos en el mundo de los seres y las historias fabulosos, mientras que a la derecha se agolpan un mendigo y cuatro hombres de capas pardas, que constituyen un contrapunto cotidiano, verídico y realista. Ante ellos se interpone la figura de un joven que se encuentra de rodillas y está siendo coronado por el dios. 

Como es frecuente en la producción de Velázquez, hay en esta obra una cierta ambigüedad que ha dado lugar a numerosas especulaciones sobre el contenido profundo del cuadro. Tradicionalmente llama la atención la voluntad realista con que describe a los personajes de la derecha, lo que ha llevado a considerar, una burla de la Antigüedad. 

Se ha interpretado el cuadro como una alegoría sobre el vino, su capacidad de alegrar el ánimo de los hombres, llevándole a estados no racionales, constituyendo, así mismo, un estímulo para la creación poética. Por eso se ha interpretado, a veces, que la corona que está colocando Baco al joven arrodillado no sea de vid, como la que luce él en su cabeza, sino de hiedra, atributo relacionado con los poetas. 

En cualquier caso, con Los borrachos Velázquez demostró como el lenguaje naturalista rebasaba los límites de la temática costumbrista o religiosa, siendo un instrumento para la representación de escenas mitológicas. Nos dejó el primer ejemplo de su afición a mezclar la fábula clásica y los contenidos cotidianos, y a distanciarse de los códigos habituales, hasta entonces, en el género. 


Fuente e imagen: Museo del Prado 

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