La familia florentina de Los Médicis


    En el momento de expansión del capitalismo mercantil y financiero italiano, aparecen los Medici. Son una familia de comerciantes y banqueros florentinos, que llegaron a ejercer una gran influencia en la Toscana y en toda la política italiana, además de ejercer un importante mecenazgo en el arte del Renacimiento. Un Medici ejercerá de gonfaloniero o jefe de la ciudad desde el siglo XIV. 

    En año 1429 en Florencia, Cosme y Lorenzo de Médicis velan la agonía de su padre, Juan de Médicis, conocido como Bicci, que como gonfaloniero (magistrado supremo de la República Florentina), en su agonía hizo testamento, por el cual les legaba la poderosa empresa familiar de banca, que tenía filiales en Roma, Venecia y Nápoles. En el además de vanagloriarse de no haber ofendido a nadie y de haber beneficiado a muchos, añadía: “Tomad para vosotros todo aquello que os consientan las leyes y los hombres y nada más; manteneos a resguardo del odio y así no correréis riesgos. Porque la envidia y el rencor se ocasionan no tanto por lo que se hereda como por aquello que se toma por la fuerza”. El consejo de Juan parecía decidido a conservar su hacienda más que a aumentarla. Una hacienda agrícola de sus ancestros, en la comarca de Mugello, a 30 kilómetros de Florencia. En el lecho mortuorio, Cosme y Lorenzo recibieron de su padre una serie de recomendaciones, encaminadas a conservar la fortuna que había atesorado. 

    Cuidando no poner sobre aviso a los Albizzi, dueños de la política ciudadana, y rivales, Juan inició su carrera de prestamista facilitando pequeñas cantidades de dinero a los artesanos y a las clases populares florentinas, a la vez que tomaba a su cargo los intereses de los créditos otorgados a la Iglesia. Pero el negocio que le dio gloria y fortuna le creó grandes escrúpulos, por lo que decidió acallarlos financiando la construcción de algunos de los más bellos templos de la ciudad, entre ellos la basílica de San Lorenzo. Con Juan, quedaban establecidas las líneas de actuación de los Médicis: la banca y el mecenazgo. 

    A partir de Juan de Médicis, la familia se dividió en dos ramas: mientras el menor, Lorenzo, dirigía una rama secundaria, que estuvo postergada hasta comienzos del siglo XVI; recayendo el poder en Florencia en manos de la rama principal, que dirigía el mayor, Cosme de Médicis el Viejo. Cosme no siguió los consejos de su padre. Su ambición iba más allá de conservar lo que ya le pertenecía. Quería más. Por lo que el resto de las familias florentinas (los Albizzi, los Acciaiuoli, los Pazzi, los Pitti, los Salviatti...) comenzaron a considerarlo una amenaza, iniciando una campaña de descrédito, convirtiéndole en reo de delitos contra la moral. Cosme, conocedor de las debilidades humanas, supo desestabilizar a la oposición, repartiendo entre los hombres más influyentes de la ciudad bolsas repletas de florines de oro. 

    El señor de Florencia, Rinaldo degli Albizzi, no consiguió hundirlo, aunque le encarceló y envió al exilio. Aunque sólo duró un año, el alejamiento. Reclamado por el fervor popular, Cosme se convirtió en el señor de Florencia. Su venganza no se hizo esperar, expulsando a los Albizzi, que no tardaron en amenazarle: “Ándate con ojo, porque no nos vamos a dormir”. “Sin duda –respondió Cosme–: os he quitado el sueño”. Cosme instauró desde 1434 un poder dictatorial en Florencia, respetando la forma republicana de las instituciones y manteniéndose alejado de los cargos principales, encomendándolos a clientes suyos. Con su minuciosa gestión de la empresa familiar, que era a la vez banca, casa comercial y centro de fabricación, acrecentó su fortuna. Los Medici vendían tejidos y orfebrería a las cortes europeas, que, para ello recurrían a su crédito. Con el objetivo de disminuir el riesgo de sus inversiones, crearon filiales, siendo, eso sí, titulares de la mayor parte de las acciones, lo que les garantizaba el control. 

    Cosme colocó la mayor parte de sus beneficios en el Monte dei Dotti, donde se encontraban los empréstitos de los negocios florentinos y en el ámbito de la construcción, así como en la adquisición de palacios o villas campestres. Partidario de la paz, aliado de los Sforza de Milán, banquero de los reyes de Francia e Inglaterra y del duque de Borgoña, engrosó notablemente las arcas familiares. Además, tuvo la suerte de conceder un pequeño empréstito de cien ducados a un oscuro monje, Tommaso Parentucelli, que se convirtió en su mejor inversión cuando este pasó a llamarse Nicolás V y, como tal, a ocupar la silla de san Pedro. 

    Cosme duplicó la fortuna familiar, empleándola en fomentar las artes y el pensamiento, haciendo de Florencia un gran foco de cultura renacentista: Brunelleschi, Donatello y Filippo Lippi, entre otros, se beneficiaron de su mecenazgo. Compró importantes manuscritos griegos, con los que formó la biblioteca familiar. Arraigado en la cumbre de la sociedad, comenzó a aspirar a algo más que el poder. Quería pasar a la posteridad e inscribir el nombre de la familia en la historia. Comenzó por abandonar la casa de sus mayores, vecina al Mercato Vecchio, y se hizo construir una de las mejores edificaciones del Quattrocento, el magnífico Palacio de los Médicis. 

    Como admirador de Platón, fundó, la Academia Platónica, cuya dirección confió a Marsilio Ficino, haciendo de Florencia la capital del Humanismo. El propio Ficino lo reconocería con estas palabras: “Este siglo es un siglo de oro. Nos han devuelto la luz de las disciplinas liberales casi extinguidas, la gramática, la poesía, la elocuencia, la pintura, la arquitectura, la escultura, la música, el arte de cantar en la antigua lira de Orfeo: y todo esto en Florencia”. En su nueva condición de banquero de la Santa Sede organizó en Arno un concilio con el propósito de reunificar las dos Iglesias: la latina y la oriental. Recibió con gran ceremonial al Papa, al Patriarca de Constantinopla y a la curia en pleno. No consiguió la reunificación, pero sí el favor de los florentinos, que vieron su ciudad convertida en capital del cristianismo. En sus últimos años, Florencia le debía su belleza arquitectónica, su preeminencia en el concierto internacional y su prestigio en el seno de la Iglesia. A su muerte la ciudad le otorgó el título de Pater patriae (padre de la patria). 

    Su hijo, Pedro I el Gotoso, llamado así por la enfermedad que lo llevó a la tumba, se limitó a conservar el poder y a emparentar con la familia aristocrática de los Orsini mediante el matrimonio de su hijo, Lorenzo de Médicis el Magnífico. Pedro, conocedor del gusto por los juegos y las manifestaciones deportivas de los florentinos, organizó, como los emperadores romanos, una serie de manifestaciones deportivas y lúdicas, con las que hizo felices a sus vecinos y consiguió que le siguieran, entusiasmados. 

    Pedro, que carecía de la perspicacia de su padre, tuvo que enfrentarse a los primeros problemas serios del banco mediceo, y también a quienes pretendían atentar contra su vida. Por otra parte, peligraban los acuerdos de paz logrados en Lodi, que habían aplacado las luchas armadas entre los estados italianos cuarenta años atrás. Tratado que, había supuesto el triunfo de la política de equilibrio que propugnaban los Medici. Tenían el poder en sus manos. Pero faltaban los blasones. 

    Como en tantas ocasiones, la burguesía adinerada buscó títulos con los que ennoblecer sus cuentas bancarias. Pedro el Gotoso comprometió en matrimonio a su hijo y sucesor Lorenzo con Clarisa Orsini, perteneciente a una de las grandes familias italianas, que contaba con grandes feudatarios, militares ilustres y algún que otro papa. La boda fue uno de esos fastuosos espectáculos que tanto amaban los florentinos. Pedro el Gotoso murió tranquilo: su hijo Lorenzo heredó su poder y su dinero, pero, además, por las venas de sus nietos corría ya sangre aristocrática. 

    Lorenzo de Médicis Sucedió a su padre a los 21 años. Dotado de gran inteligencia, realizó durante su principado, que se extendió entre 1469 y 1492 el ideal del renacimiento italiano: poeta, filósofo, mecenas y diplomático, gozó de una popularidad real en Florencia y de gran prestigio en Europa. Fundó la biblioteca Laurencinana. La escuela del jardín de San Marcos, antecedente de la Academia de 1561, y que fundó para formar a los artistas, contaba entre sus alumnos a Miguel Ángel. Escribió en sus Recuerdos "gran cantidad de dinero hemos gastado (nosotros los Medici) desde el año 1434 hasta hoy, 1471 según se ve en un Cuadernucho... se ve una suma enorme, porque asciende a 663.775 florines... cosa de la que no quiero lamentarme porque hay muchos que prefieren tener una parte en la bolsa, yo juzgo que es de gran honor a nuestro estado y me parecen bien colocados". Llevó a cabo una intensa actividad diplomática y militar buscando el equilibrio entre los estados italianos. En su palacio crecieron dos papas, el hijo natural de Julián, Julio, más tarde papa Clemente VII, precedido en el papado por un hijo del mismo Lorenzo, Juan, Más tarde León X. Fue objeto de duras críticas por parte de Savonarola. resistió los intentos de arrebatarle el poder por parte del patriciado, que se alió con el papa Sixto IV, aunque perdió a su hermano Julián durante la rebelión de los Pazzi. 

    Su hijo Pedro II, tenía escaso ingenio y era presuntuoso y altanero. Los florentinos excitados por la predicación de Savonarola, lo expulsaron, el 9 de noviembre de 1494, en el momento en que llegaba el rey de Francia Carlos VIII, a quien había cedido las fortalezas de Sarzana y Pietrasanta. Huyó a Bolonia a caballo, perseguido por la justicia y declarado rebelde. El palacio Medici fue saqueado y más tarde el gobierno subastó la mayoría de los bienes en Orsanmichele, disolviendo la mayor colección de arte del siglo XV recopilada a través de tantos años. Pedro intentó en vano restablecer su dominio. Su fortuna personal era escasa y carecía de cualidades políticas. A su muerte, la dirección de la familia pasó a su hermano menor, el cardenal Juan. 

    Su hermano Juan de Médicis, recuperó el poder en 1512 gracias a la ayuda del papa Julio II, quedando Florencia subordinada a Roma en los años siguientes. Ejerció el poder junto con su hermano menor, Julián. Juan de Médicis, que era cardenal desde los 13 años, fue elegido papa en 1513, tomando el nombre de León X. Practicó el nepotismo, situando a miembros de la familia Médicis en los órganos de poder de la Iglesia romana; incluso gravó a la Hacienda papal con los gastos de la Guerra de Urbino, destinada a conquistar dicho ducado para su sobrino Lorenzo II. 

    El pontificado de León X apenas trajo novedades en materia religiosa, comportándose como un príncipe italiano más, dedicado a conservar y ampliar sus dominios por medio de la diplomacia y de la guerra, al tiempo que ejercía el mecenazgo artístico. Encargó a Rafael Sanzio construir la basílica de San Pedro. Con el objetivo de conseguir fondos, intensificó la venta de bulas de indulgencia. La inmoralidad de este tráfico mercantil sería el detonante que haría a Lutero romper con la Iglesia católica, dando origen a la reforma protestante. 

    En 1523, tras el breve pontificado de Adriano VI, accedió al Papado otro Médicis, hijo bastardo de Julián: Julio de Médicis, que tomó el nombre de Clemente VII. Queriendo liberarse de la tutela del emperador Carlos V, en 1526 impulsó contra él la Liga Santa de Cognac, formada por Francia, Inglaterra, Florencia, Venecia, Milán y el Papado. Carlos, respondió tomando Roma y entregándola al saqueo; el papa fue encarcelado durante siete meses en el Castillo de Sant'Angelo, y sólo la peste desatada en la ciudad hizo que fuera evacuada por las tropas imperiales. Clemente VII decidió entonces reconciliarse con Carlos V, a quien coronó emperador y rey de Italia en Bolonia en 1530; a cambio, Carlos le devolvió los territorios que le había arrebatado y conquistó Florencia, poniendo de nuevo en el poder a los Médicis en la persona de Alejandro, posible hijo natural del mismo papa. El pontificado de Clemente VII tuvo una importancia crucial para la Iglesia, pues, al negarse a reconocer el divorcio de Enrique VIII, desencadenó el cisma de la Iglesia de Inglaterra. 

    Mientras tanto, en Florencia, alcanzó el poder Lorenzo II de Médicis, que era hijo de Pedro II. Lorenzo gobernó dirigido por su tío, el papa León X. De su matrimonio nació Catalina de Médicis, que habría de ser reina de Francia al casar con Enrique II. 

    Hipólito, hijo natural de Julián, fue hecho cardenal por su tío Clemente VII, el cual le empleó para que dirigiera la política florentina en su nombre. Es probable que muriera envenenado, a manos de su pariente Alejandro, hijo natural de Lorenzo II o quizá del cardenal Julio de Médicis. 

    Alessandro de Médicis fue impuesto en el poder en 1530 por los ejércitos del emperador Carlos V, que en aquel momento controlaban Italia. Carlos hizo a Alejandro duque de Florencia, con lo que, de esta forma, los Médicis se convirtieron en dinastía ducal de una monarquía hereditaria. Alejandro ejerció un poder tiránico, y como consecuencia, los habitantes de Florencia enviaron a Hipólito de Médicis a plantear sus quejas ante Carlos V, pero, como hemos visto anteriormente, murió durante el viaje, seguramente envenenado por Alejandro.
 
    Alejandro de Médicis moriría también, con lo que se extinguía la rama principal de los Médicis, a manos de un miembro de la rama secundaria de la familia, Lorenzino o Lorenzaccio. Éste era un escritor de la corte de Alejandro, a quien decidió asesinar imbuido de ideales republicanos. Pero, la muerte del tirano no dio paso a un régimen de libertades, sino a la sucesión en el Ducado de otro Médicis de esta rama, Cosme I de Médicis, en 1537. Once años después, Cosme haría asesinar, a su vez, a Lorenzino. 

    Cosme I de Médicis Hijo de Juan de las Bandas Negras. Escogido como soberano por los florentinos tras el asesinato de Alejandro a manos de Lorenzino. Carlos V le impuso la presencia de guarniciones españolas. Defendió por medio del terror su poder, amenazado por el intento de restauración republicana de los Strozzi, vencidos en Montemurlo en 1538. Centralizó el poder político y económico, e intentó convertir a Florencia en el centro comercial de la península. Suele atribuirse a este régimen la decadencia del arte en Florencia. Aunque Cosme fundó la Academia en 1561, y convirtió el palacio Pitti, donde vivía, en una pinacoteca, rodeada de los jardines Boboli. La intervención francesa en Siena le valió extender su dominio al conjunto de Toscana. Pío V le concedió el título de gran duque en 1569. Reunió a los principales artistas del Renacimiento tardío florentino, especialmente Pontormo, Bronzino, Ammanati, Cellini, Giovanni Bologna y Vasari, y sentó las bases de la colección de los Ufizzi. Encargó a Vasari la decoración del Palazzo Vecchio y la construcción de los Ufizzi. Casó con Leonor de Toledo. 

    Le sucedió su hijo Francisco María, que continuó la línea de gobierno despótico y aliado de España. Su hija María de Médicis llegaría a ser reina de Francia por su matrimonio con Enrique IV y regente durante la minoría de edad de Luis XIII. Es probable que Francisco María de Médicis, muriera envenenado por su hermano, el cardenal Fernando I. 

    Al suceder a su hermano en la Corona ducal, el año 1587, Fernando I de Médicis abandonó el capelo cardenalicio y contrajo matrimonio. Con él se inició la protección de los Médicis a Galileo, que continuarían sus sucesores. Fernando cambió la orientación política de Toscana, alineándola con la Francia de Enrique IV y contra la España de Felipe II y Felipe III (casó en 1601 a su sobrina María de Médicis con el rey francés). Sin embargo, cuando Francia hizo la paz con el duque de Saboya, Fernando volvió a aliarse con Felipe III para hacer frente a su enemigo italiano. 

    Le sucedieron su hijo Cosme II de Médicis, su nieto Fernando II, su bisnieto Cosme III y su tataranieto Juan Gastón, bajo los cuales tuvo lugar la decadencia de la dinastía. El último de los mencionados no tuvo descendientes varones, con lo que se extinguió el linaje de los Médicis, dejando Toscana a merced de los intereses diplomáticos de las grandes potencias. Por el Tratado de Viena de 1735 la Corona ducal de Toscana fue otorgada al duque de Lorena, esposo de María Teresa de Austria, que más tarde sería emperador con el nombre de Francisco I del Sacro Imperio Romano Germánico. 


Fuentes: Biografías y Vidas, Historia y Vida, WikipediA. Imágenes: WikipediA, Pinterest 

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