Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas


Realizado en 1611, es un óleo sobre tabla de 52 x 71 cm. 

Este cuadro, junto con Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas, también en el Prado, se puede identificar muy probablemente con dos obras documentadas por primera vez en los inventarios de la Colección Real española en Madrid en 1666.La reflectografía infrarroja del cuadro revela algunos trazos del dibujo subyacente en las conchas, a lo largo del contorno del plato (cerca de la firma), en el pico de algunos de los pájaros y en zonas de la cola del gallo al fondo. Probablemente exista más dibujo subyacente, pero no ha sido detectado. En las áreas más claras de la reflectografía puede verse la imprimación rayada que se aplicó para la preparación del cuadro, que resulta parcialmente visible en zonas como la sección de la mesa más próxima al límite inferior del cuadro, a la que proporciona textura y luminosidad. Existen algunos arrepentimientos en los contornos del ala izquierda del ánade, que originalmente era mayor. La cabeza del pájaro que emerge por debajo de dicha ala fue añadida después de que se hubiera pintado el cesto. Este tipo de ajuste es característico de la forma de trabajar de Clara Peeters. Un ánade muy parecido a este, pero con la cabeza orientada hacia el lado contrario, aparece en otro bodegón de la artista. 

Posado en el borde del cesto de mimbre, vemos un gavilán euroasiático pintado aproximadamente a tamaño natural. Es una hembra, que son mayores que los machos. Aparte del ánade macho, los pájaros más grandes son una becada, una gallina y un gallo, cuyas plumas de la cola apenas resultan visibles al fondo. El color verde de estas ha envejecido y se ha convertido en un tono oscuro, una transformación típica de los pigmentos verdes de cobre. En su estado original tuvo que haber añadido un fuerte toque de color que se hacía eco de la cabeza del ánade y contrastaba con sus dedos rojos (la imagen infrarroja nos da una idea del equilibrio de la composición en su estado original, antes de que se oscureciese la cola del gallo). En el plato de barro rojo hay dos pichones jóvenes que se han desplumado para ser cocinados; presumiblemente pronto pasará lo mismo con las demás aves. Junto a los pichones hay un tordo y, colgando del borde del cesto, la cabeza de otro pájaro de la misma especie. El pequeño pájaro rojo a la derecha es un macho de camachuelo común. Peeters pintó este mismo pájaro en otras ocasiones; debió elegirlo por su color rojo y la forma en que combina con la cabeza verde del ánade. Los pájaros pequeños que están sujetos por el cuello de una rama son pinzones, con su plumaje de invierno, menos colorido que el de la estación de celo en verano. Los pájaros más pequeños del cuadro podrían ser la presa del gavilán; el ánade y la gallina son demasiado grandes. Podrían servir como alimento de la rapaz o figurar en el cuadro simplemente como alimento humano, no de otras aves. En la parte derecha de la escena, las plumas que cubren a las aves contrastan con la dura superficie de la porcelana y las conchas. 

Varios platos y cuencos de porcelana blanca aparecen apilados sobre un plato de porcelana azul y blanco que Peeters repitió en varios cuadros. Su color azul se ha desvanecido debido al pigmento con base de cobalto empleado (originalmente debió de ser mucho más brillante). La porcelana de este tipo, conocida como kraak, era una exportación china que llegó a Europa a finales del siglo XVI a través de Portugal y España, y se extendió a lo largo de todo el continente, principalmente mediante las redes de contactos de los Habsburgo. Los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria, que gobernaron Flandes, tenían una importante colección en su palacio de Bruselas, en una sala llamada "caemer vande porceleynen". Esto inspiró a Jan Brueghel el Viejo a incluir porcelana en sus representaciones idealizadas de las colecciones archiducales. Desde comienzos del siglo XVII, el comercio holandés aumentó la presencia de este tipo de objetos en las colecciones europeas. Junto a la porcelana hay cuatro conchas: una Harpa rojiza de la región del Indopacífico; a su lado, una Harpa Doris de la costa occidental de África, desde Cabo Verde hasta Angola; y bajo ellas, una Hexaplex rosarium de la misma región y una Cittarium pica blanca y negra del Caribe. Coleccionar conchas era una afición popular entre las élites del siglo XVI, consecuencia de la fascinación por los bienes exóticos que siguió a la exploración del mundo por parte de los europeos. En el siglo XVII, numerosas conchas aparecen con frecuencia en bodegones y en cuadros que muestran colecciones. Peeters pintó conchas en varios bodegones. La manera en que relaciona las texturas, los colores y las formas de los diferentes objetos del cuadro es característica de su arte. 

Los objetos que vemos en esta escena habrían sido del gusto de cualquier coleccionista de porcelana y conchas exóticas, y también de un amante de la caza. El gavilán era un pájaro utilizado en la cetrería, un deporte que la realeza y la aristocracia practicaron durante siglos y que en el XVII seguía siendo una afición que disfrutaban las élites en gran parte de Europa6. Isabel Clara Eugenia escribió en una ocasión que en 1599, cuando viajaba cerca de Colmar y Basilea, cazó liebres y perdices con un gavilán y un azor. En 1613, los archiduques promulgaron una legislación que regulaba el derecho exclusivo de la nobleza a cazar "de poil avec poil et de plume avec plume" (piel con piel, pluma con pluma). Este cuadro ofrece una imagen relacionada con la forma de cazar de las clases altas, "de plume avec plume". Un gavilán como el que aquí vemos se utilizaba en la época para un tipo de caza que era más una forma de entretenimiento cotidiano que una jornada de cetrería propiamente dicha —que habría incluido viajar distancias más largas, a caballo y en compañía de un amplio contingente de cazadores. Los gavilanes se usaban normalmente en los jardines que rodeaban al palacio o la ciudad, y no solo por hombres sino también por mujeres y niños que aprendían el arte de la cetrería. Podemos ver una imagen de una partida de caza con un gavilán en el cuadro Jornada de caza con los archiduques de Jan Brueghel el Viejo. En las primeras dos décadas del siglo XVII, el rey español a menudo envió a sus cetreros a Flandes para adquirir nuevos pájaros-tal vez en la ciudad de Valkenswaard, conocida en la época por exportar halcones capturados durante su migración anual. Clara Peeters pudo pintar este pájaro a partir de un ave posada en la mano de un halconero, o bien pudo emplear un pájaro preparado por un taxidermista —el hecho de que no lleve pihuelas en los tarsos puede indicar que, efectivamente, no se trata de un animal vivo. Si tal es el caso, estaba muy bien embalsamado o muy bien pintado por la artista; el brillo del ojo anima su presencia con gran realismo. 

Este es uno de los primeros bodegones que existen dedicados a la caza. Su calidad es equiparable a la ambición del asunto abordado, pues se trata de una de las mejores obras de Peeters. La exquisita representación de las texturas y la armonía de colores quedan realzadas por los elegantes tonos pardos del estante y el fondo. Por su tema, este cuadro debió de realizarse con la intención de venderlo a un cliente de élite. De Lairesse escribió a finales del siglo XVII acerca de cuadros de "jabalíes, ciervos, liebres, así como faisanes, perdices y otras aves muertas que, en general, a príncipes y aristócratas les gusta colgar"


Fuente, Museo del Prado 
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