María de Castilla, esposa de Alfonso V
Hija primogénita del rey Enrique
III de Castilla y de la reina Catalina
de Lancaster. Con cinco años se concertó su matrimonio con su primo el
infante Alfonso,
hijo de Fernando
I de Aragón. Un año después de celebrarse los esponsales, muere Fernando
I de Aragón, convirtiéndose Alfonso
en rey de Aragón. Al alcanzar María los 14 años, se celebró la boda. Entonces
se consideraba la edad idónea, para traer herederos al mundo herederos,
cometido esencial de una reina.
Enseguida surgieron las
desavenencias entre la pareja, lo cual afectó a la salud de la reina y, fue la
principal causa de que el rey pasara la mayor parte de su vida en Italia, ni
siquiera la necesidad de tener un heredero al trono, provocaría el acercamiento
entre los esposos. Sin embargo durante la larga estancia en Italia, el rey
confió a su mujer los asuntos de Estado. En 1420, el rey partió por primera vez
a Nápoles, dejando el gobierno de sus reinos en manos de María. La ausencia de Alfonso
V el Magnánimo durará tres años, durante los cuales María afrontó el
deterioro de la economía en Cataluña, la habitual pugna territorial con la Castilla,
así como los conflictos sociales que agitaban sus reinos. En 1423 Alfonso
regresa e inicia la guerra contra Castilla, contando con el apoyo de su
hermano, el rey Juan
de Navarra. Pero las cosas no van bien, pues los recursos económicos
estaban agotados. En 1429 la reina María tuvo que mediar, ante su hermano, el
rey Juan II
de Castilla para poner fin a la contienda.
Pero la situación no mejoró, ya que la
recesión que sufría la economía catalana y los conflictos sociales, que esta
provocaba, no ayudaban a mejorar. Las Cortes de Barcelona de 1431 le exigieron
medidas que subsanaran el déficit de la hacienda y el comercio catalanes. Pero Alfonso,
incapaz de solucionar los temas, decidió regresar a Italia, abandonando Aragón
definitivamente el 29 de mayo de 1432, lo que supuso la ruptura con la Corona
de Aragón, a la que, nunca renunció. Dejó los asuntos en manos de María, a la
que sólo exigía el pago de subsidios para hacer frente a sus empresas
italianas. El descontento del pueblo se dirigió, entonces, contra la reina
María, consideraba la única autoridad, dada la ausencia del rey.
El mayor problema de la reina
durante su gobierno fue conseguir dinero y soldados para proveer a su marido en
Italia, pero las Cortes la negaban los subsidios que les pedía, sino obtenían contrapartidas,
lo que ponía a la monarquía en un continuo estado de negociación. Si no fuera
poco, la crisis económica provocó graves conflictos sociales: entre forans y ciutadans en Mallorca, entre los
nobles de Aragón y Cataluña, y entre los partidos barceloneses de la Busca y la
Biga. Los remensas amenazaban con una
rebelión si no se atendían sus reclamaciones sobre los malos usos. En las
Cortes de Barcelona de 1421-1423, la reina tuvo que aceptar algunas exigencias
para obtener los subsidios que requería su marido, prometiendo poner en marcha
medidas proteccionistas, y frenar así la ruina del comercio catalán. En las de
Tortosa de 1429, se negó a aceptar las exigencias de la nobleza, en contra de
las reivindicaciones de los remensas.
En 1435 Alfonso
V el Magnánimo, junto a sus hermanos Juan y Enrique, fue
derrotado y hecho prisionero por los genoveses en la batalla de Ponza. Para
hacer frente al rescate exigido por el duque de Milán y señor de Génova, Felipe Maria Visconti, María convocó Cortes
generales en Monzón, consiguiendo el subsidio para rescatar al rey y a sus
hermanos. Pero, tras su liberación, Alfonso
rompe todas sus vinculaciones políticas con Aragón. En enero de 1436 concedió
plenos poderes a su hermano, el rey Juan
de Navarra, pues había decidido no regresar, ni volver a reunirse con
su esposa. Juan
de Navarra fue investido como lugarteniente de Aragón, Valencia,
Mallorca y Cataluña, aunque, sus largas ausencias dejaron a María como
auténtica gobernadora. La reina, no recibió de su esposo ni unas palabras de
agradecimiento por su labor al frente de los asuntos de Estado.
En las Cortes de Barcelona de ese
mismo año, la nobleza se le mostró contraria, por lo que hizo detener a sus
cabecillas. En 1448 consiguió que los remensas
se comprometieran a entregarle un donativo, a condición de que el rey redimiera
los malos usos. La reina no consiguió poner en práctica ninguna medida, por la
oposición de la nobleza catalana. En las luchas que estallaron en Barcelona
entre la Biga y la Busca, apoyó a esta frente a la nobleza
que trataba de monopolizar el gobierno municipal. María apoyó a Galcerán de Requesens, jefe de la Busca y leal aliado de Alfonso
V, que en diciembre de 1442, nombró gobernador de Cataluña a Requesens y,
de nuevo, desposeyó a María de sus prerrogativas. Tras los disturbios contra la
Biga en Barcelona, el 19 de octubre
de 1453 Requesens, fue nombrado lugarteniente general del Principado, en
sustitución de Juan
de Navarra. Ese mismo año, María tuvo que ejercer de mediadora para, atajar
la guerra civil que estalló entre los partidarios de Juan de Navarra y los de
su hijo Carlos, príncipe de Viana, por el trono navarro.
María de Castilla murió a los 57
años, sin haber tenido hijos, aunque su marido sí los tuvo, como Ferrante, que
fue nombrado heredero de la corona napolitana.
Fuente:
www.mcnbiografías.com y WikipediA
Imagen:
WikipediA
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