Yahya al-Muhtal, Califa de Córdoba entre 1021 y 1023, y entre 1025 y 1026.


Desconocemos la fecha de nacimiento de Yahya b. al Nasir al Mutasim bi-llah, octavo califa almohade, adoptó el título de al Mutasim bi-llah, era hijo de Muhammad al-Nasir, cuarto soberano almohade, y hermano de Yusuf II al-Mustansir. A partir de la derrota de su padre en las Navas de Tolosa en 1212, la descomposición del califato se aceleró, aunque no estalló en toda su plenitud hasta el año 1224, cuando se produjo la muerte inesperada y accidental de Yusuf II al Mustansir, momento en el que se rompe la unidad del califato, iniciándose un periodo de trece años de enfrentamientos internos debido a la doble proclamación del anciano Abd al-Wahid en Marrakech y de al-Adil en Murcia. 

Cuatro años después, en 1227, a la muerte de al-Adil, tío de Yahya, de nuevo se repite la misma situación, debido a la doble proclamación del propio Yahya, por un lado, y de su tío, hermano del califa fallecido, Abu-l-Udra Idris. Simultanearon el poder durante cinco años, entre 1227 y la muerte del segundo en 1232, momento a partir del cual fue sucedido por su hijo Abd al Wahid, conocido como al-Rasid. De esta forma, las circunstancias no le fueron favorables, salvo durante dos años, siendo su gobierno poco afortunado. Yahya apenas llegó a ejercer como verdadero soberano, ya que en sus nueve años de gobierno hay que distinguir dos etapas: una inicial en la que tuvo que hacer frente a la rivalidad de su tío al Mamun y la segunda en la que combatió a su primo al Rasid, con el que mantuvo la pugna hasta su muerte en 1236. 

La existencia de dos soberanos que se disputaban la legitimidad, más una situación de división y enfrentamientos a lo largo de varios años, son claro testimonio del estado de crisis en el que se vio sumido el imperio almohade desde 1224. Yahya fue proclamado califa con el apoyo de los jeques de Marrakech, mientras que al Mamun había hecho lo propio en al-Ándalus, consagrando de esta forma la división en dos partes del imperio almohade. 

La primera fase de su gobierno estuvo, pues, centrada en hacer frente al desafío por parte de su tío. En mayo de 1228, tuvo que refugiarse en el Atlas, puesto que al Mamun para debilitar sus competencias pidió auxilio a Ibn Yuyyan; este no solo se lo dio, sino que además consiguió el apoyo del caudillo de los Jult y del jefe de los Haskura. Sin embargo, Yahya, volvió a Marrakech dispuesto al saqueo. Al Mamun no pudo evitarlo, ya que Ibn Hud, se había rebelado en Murcia, en mayo de 1228, convirtiéndose en el principal desafío de su autoridad. Por lo que al-Mamun tuvo que retirarse; tras firmar un acuerdo con Fernando III, volvió a Marrakech. 

Yahya estaba allí preparado para el combate, pero fue derrotado por la milicia cristiana de al-Mamun, teniendo que buscar refugio en las montañas del Atlas. Muchos de los que le habían acompañado fueron ejecutados. Las penas impuestas fueron duras, pues, al-Mamun, no se contentó con derrotar a su sobrino Yahya, sino que a los jeques que le habían sido infieles, les persiguió y dio muerte. Poco después, al Mamun perdía todas las posibilidades de control sobre al- Ándalus, ya que Sevilla se había entregado a Ibn Hud. 

Tras sucederse varios episodios sangrientos, y que al Mamun intentase abolir todas las instituciones tradicionales de los almohades, Yahya trató de poner freno a los excesos que se estaban produciendo en Marrakech, pero al Mamun contaba con una enorme superioridad, puesto que los cristianos y los Jult estaban con él. A partir de esta derrota, Yahya regresó nuevamente al Atlas, pero fue seguido por sus enemigos, que desde el 14 de julio hasta el 12 de agosto de 1230 lo acorralaron, saliendo victoriosos. 

En el año 1231 el sayyid Umran b. al Mansur, hermano del califa, se rebeló en Ceuta. Inmediatamente, al Mamun se dispuso a asediar la población, clave en el control del Estrecho y en el mantenimiento del control de las posesiones peninsulares. Lo que aprovechó Yahya para bajar de las montañas del Atlas y razziar Marrakech. El califa, consciente de que la capital corría peligro, volvió a ella, muriendo de forma repentina el 17 de octubre de 1232. 

La muerte de al Mamun no supuso el fin de la discordia ni permitió a Yahya hacerse con el poder, ya que el califa fallecido fue sucedido por su hijo Abd al Wahid, que adoptó el nombre de al Rasid, contando con tan solo catorce años de edad. El apoyo de su madre fue decisivo, ya que dirimió, en secreto junto a los jefes del ejército, la proclamación del futuro califa, para evitar que Yahya se hiciese con el poder: con la ayuda de aquellos y la milicia cristiana, se dirigió a Marrakech con el propósito de enfrentarse a Yahya y disputarle la capital, en octubre de 1232. 

Yahya volvió a enfrentarse a su primo en Marrakech, donde los habitantes habían nombrado como protector a Abu l Fald Yafar, cansados de tantas revueltas. Esto inclinó la balanza hacia al Rasid, que tras perdonar a los que habían desertado con anterioridad, consiguió ser reconocido, entrando en la capital el 1 de noviembre de 1234. Todavía pudo Yahya disputar el poder a al Rasid en una segunda oportunidad, aunque de nuevo fracasó. Tras enfrentarse a los Jult y mandar asesinar a su jeque y algunos de sus notables, en 1235 al Rasid hubo de abandonar Marrakech, lo que permitió a Yahya recuperar de forma momentánea el control de la capital. 

Desde su refugio de Siyilmasa, aliado con los árabes Sufian, al Rasid preparó su regreso. Gracias al apoyo de los contingentes cristianos derrotó a Yahya y a los Jult, quienes huyeron, recuperando la capital a mediados de la primavera de 1236. Acto seguido, emprendió una operación de persecución hacia el territorio occidental, donde había buscado refugio Yahya. Abandonado por los Jult, buscó el apoyo de los árabes de al-Maqil, que a cambio le reclamaron todo tipo de donaciones, siendo finalmente asesinado por ellos el 6 de junio de 1236. Su cabeza fue enviada a al Rasid, que ordenó colgarla en una de las puertas de Marrakech. 






FUENTE: Nubeluz

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