Abderramán V, Califa de Córdoba entre 1023 y 1024.
Abderramán b. Hisam b. Abd al Yabbar b. Abderramán al Nasir, al que se dio el título de Mustazhir bi-llah (el que pide ayuda a Dios) es probable que naciera en Córdoba, el 21 de septiembre de 1001. Su califato duró 47 días exactos; era hombre de gran cultura y fino poeta.
Era hermano de Muhammad II b. Hisam b. Abd al Yabbar al Madhi, y tras derrocar a los amiríes inició la guerra civil que daría al traste con el califato cordobés. Su padre, Hisam b. al Yabbar que se había conjurado para derrocar a Hisam II, fue llevado el 4 de diciembre de 1006 a la cárcel de Córdoba, donde pereció de asfixia o de inanición. Su madre fue una esclava concubina llamada Gaya (perfección). Fue proclamado califa el día 2 de diciembre de 1023, cuando Qasim b. Hammud, junto a los bereberes, salían de Córdoba.
Los cordobeses que estaban decididos a nombrar un nuevo príncipe omeya, cansados del fracaso de los califas hamudíes, fuertemente berberizados, acordaron elegir uno en la mezquita aljama de Córdoba. Tres descendientes de Abderramán III se presentaron candidatos: Sulaymán, hijo de Abderramán IV al-Murtada, Muhammad b. al Iraq, y Abderramán b. Hisam. Pronto se vio que la elite jassa y la plebe amma se decidían por Muhammad, que se hallaba en la macsura de la mezquita. Pero entonces apareció Abderramán b. Hisam, rodeado de un gran gentío y escoltado por dos emires de guardia, Mahmud y Ámbar. Esto atemorizó a los visires, al punto que se apresuraron a besarle las manos y a prestarle juramento de fidelidad. También le reconocieron como soberano los otros dos candidatos. Acto seguido, el célebre secretario Ahmad b. Burd a Abderramán.
Parece ser que, pese a sus buenas intenciones, no pudo enderezar la trayectoria del califato: el tesoro estaba exhausto, por lo que no tenía medios para ejercer su autoridad sobre una población turbulenta y dispuesta a la rebelión como la cordobesa. El califato de al Mustazhir no pudo empezar peor, para procurarse dineros, recurrió a expedientes ilegales que pronto le granjearon la impopularidad entre las clases trabajadoras y entre el vulgo.
Como el nuevo califa carecía de soldados aguerridos, acogió en su alcázar a un grupo de bereberes que vinieron a proponerle sus servicios, esta imprudencia bastó para que, se desencadenase un motín en la ciudad, puesto que la población había sufrido con la reciente ocupación bereber. La población, que estaba harta de los norteafricanos, mató a los que pudo y tomó el alcázar de Córdoba.
Los notables, a quienes el califa había extorsionado y mantenía presos, pidieron socorro y la plebe los puso en libertad, penetrando en el harén y profanándolo. Al Mustazhir trató de escapar del alcázar, pero al ir a salir, Mahmud y Ámbar, que días antes lo habían izado al poder, se lo impidieron. Entonces optó por esconderse en la leñera del baño con algunos bereberes.
Acudieron la guardia y una numerosa plebe, sacándolo de allí en un estado horrendo, y así fue llevado ante su primo paterno, Muhammad b. Abderramán, el futuro e incapaz al Mustafá bi-llah, ya en la cincuentena, al que el pueblo de Córdoba lo apodaba el Miedosillo y Barriguita por su poco coraje y gordura, el cual ordenó que lo mataran matarlo inmediatamente el 17 de enero de 1024. Esa fue la primera medida del nuevo soberano. Así terminó, con veintitrés años, uno de los califas omeyas intelectualmente más capaces, pero la situación y las circunstancias se aunaron para que no pudiera desarrollar sus talentos. Los efímeros califas que siguieron, ni de lejos, estuvieron a su altura: pues ni fueron cultos, ni inteligentes, ni valientes.
FUENTES: Diccionario Biográfico Español, Wikipedia, Nubeluz
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