Cultura Vikinga: El Equipamiento


En una publicación anterior, ya comentábamos sobre los barcos vikingos y sus tres clases. Hoy nos dedicaremos a las armas que portaban en el combate. 


La Lanza 

Las más ligeras se utilizaban como proyectiles, mientras que las más pesadas, se reservaban para los
combates a corta distancia. Las lanzas de tipo pilum poseían una punta metálica diseñada para romperse o doblarse cuando quedaba incrustada en un objetivo, haciéndola inservible, lo que impedía al enemigo su reutilización. No ocurría lo mismo en el caso de las puntas de lanza con lengüeta, cuyo fin era dificultar la extracción del arma de la carne de una víctima. La tradición era comenzar la batalla arrojando una lanza al ejército enemigo en honor de Odín. A partir de ahí, se enviaba una andanada de flechas.


El Casco 

Frente a lanzas, escudos y arcos, los cascos fueron escasos, su posesión era considerada un signo de prestigio social, un exponente de riqueza y, al mismo tiempo, de experiencia militar. Por tanto, los cascos eran un distintivo de ostentación y, a la vez, algo práctico, un artículo codiciado, dirigido a mostrar una valía superior sobre el resto del grupo. 






La Cota de malla

Tal y como sucede con los cascos, era también una prenda costosa y de compleja fabricación. Hay pocos restos de ellas, lo que ha llevado a considerar que, quizá, la mayor parte de los guerreros no tenían acceso a las mismas, utilizando en su lugar petos de piel o cuero, aunque las evidencias en este sentido son igualmente escasas. 




La Espada 

En el ámbito del combate cuerpo a cuerpo, hablaremos en primer lugar de las espadas. Fueron elaboradas con técnicas de forja bastante sofisticadas, obteniendo duras hojas de acero. Contaban con acabados ornamentales, incrustaciones de marfil o de metales preciosos en la empuñadura y con nombres propios, lazos simbólicos o místicos entre el arma y su propietario. Las hojas de mayor reputación fueron las elaboradas por los herreros francos. El modelo básico era recto, de una sola hoja con doble filo y unos 90 cm. de largo. Se guardaba envuelta en piel de oveja, dentro de una vaina de cuero ceñida a un cinturón o a un tahalí, a la altura de la cadera, y, puesto que su objetivo era cortar más que clavar, a menudo su punta no era muy afilada. 


El Cuchillo

En caso de perder la espada durante la batalla, el cuchillo era el mejor recurso. Para muchos vikingos poco adinerados, los cuchillos eran el arma principal. En fases de combate trabado, los cuchillos permitían mayor libertad de movimiento. 


El Hacha 

Las hachas de combate estaban diseñadas para asestar fuertes y contundentes golpes contra el escudo, el casco, las extremidades o el torso de un adversario. Existían tres tipos de hachas: El Hacha de mano relativamente ligera, contó con variados diseños y siempre fue valorada como superior a la espada en los combates; el Hacha arrojadiza distinguibles de las anteriores por su diseño y forma de empleo; Hacha a dos manos o Hacha larga, fue un arma que requería mucho espacio para blandirla y exponía completamente el vientre del que la manejaba a las cuchilladas del adversario. Exigía un entrenamiento exhaustivo y la maestría en su utilización estaba sólo al alcance de unos pocos. Si uno de los golpes asestados con dicha arma alcanzaba a un oponente, la herida era mortal de necesidad. 


El Martillo

Otra arma muy común entre los vikingos era el poderoso martillo, debido a que requería un escaso mantenimiento y se podía fabricar a bajo costo. Al igual que el hacha, el martillo de guerra tenía una única cabeza golpeadora colocada sobre un mango de sesenta a noventa centímetros de longitud. Los nórdicos lo apreciaban por su contundencia a la hora de pulverizar los huesos de los oponentes, por mucha armadura que llevaran encima. 



El Escudo 

El escudo consistía, en el combate cuerpo a cuerpo, en la principal forma de defensa. El escudo tradicional vikingo era circular, de aproximadamente un metro de diámetro y con una protuberancia de metal en el centro para cubrir la empuñadura. Estaba fabricado a base de tiras de madera estrechas, con algunos puntales de hierro, y un refuerzo de piel alrededor del aro. En el S. X, se le unió otro en forma de cometa, ancho y redondeado en su parte superior y estrecho y picudo en la inferior, era óptimo para el combate a caballo, pues cubría toda la pierna izquierda del jinete, aunque en los combates a pie era menos manejable y cómodo que el circular. 



El Arco

Estaban hechos de tejo, fresno u olmo. Con un alcance aproximado de 200 metros, dependiendo del peso de la flecha. Las ilustraciones de la época, nos muestran que la inclinación es hacia el cofre, en lugar de hacia la esquina de la boca o debajo de la barbilla, que es lo común. Las puntas de flecha se hacían de hierro, con diversas formas y dimensiones, la mayoría de las puntas de flecha estaban fijadas en el eje de la flecha por una espiga con hombros que se ajustaba al extremo de un eje de madera. Algunas cabezas también estaban hechas de madera, hueso o cornamenta. El extremo del eje estaba abocinado con autocaravanas superficiales, aunque algunas flechas poseían incrustaciones de bronce.

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