Minerva diosa romana
Minerva estaba íntimamente asociada a la sabiduría, las técnicas de guerra y las artes, otras de las responsabilidades que le ha tocado asumir es la de ser protectora de la ciudad de Roma, capital del Imperio, y asimismo representaba un valor especialísimo para los artesanos, quienes la habían adoptado como su patrona. Los artesanos constituían una casta muy relevante de la ciudad de Roma. El trabajo que llevaban a cabo se realizaba en talleres, que reunían una importante cantidad de trabajadores. Los talleres se podían diferenciar entre los que se dedicaban a producir objetos con una menor elaboración y que estaban destinados al consumo local, y por supuesto eran más económicos. Mientras que por otra parte había otros talleres que se dedicaban a la fabricación de productos de lujo, más sofisticados, sus precios eran más elevados que los anteriores, y eran objeto de las exportaciones.
También era frecuente que las ciudades que integraban el Imperio se especializasen en la producción de un producto en concreto, por ejemplo, Arezzo era maestra en la producción de cerámica, Mantua, al respecto de los bronces, entre otras. Los talleres artesanales eran propiedad de lo que en esos tiempos se llamaba hombres libres, aunque, la mano de obra casi siempre era esclava.
Minerva era hija de Júpiter, la deidad suprema de los romanos. Según cuenta la leyenda, Júpiter se tragó a Metis, la diosa de la Prudencia, e inmediatamente sintió un agudo dolor de cabeza por lo cual fue en búsqueda de soluciones a Vulcano, dios del fuego y los metales, quien decidió directamente abrirle la cabeza de un hachazo, e increíblemente apareció Minerva, quien se presentaba armada y dueña de una edad que le permitió ser el brazo derecho de su padre en la Gigantomaquia, la guerra contra los gigantes, distinguiéndose muy especialmente por su valentía.
El famoso poeta romano Ovidio solía llamar a Minerva como "la diosa de las mil obras”, por las diversas artes que supo desplegar; a Minerva se la ha encontrado acompañando en sus viajes a Ulises, ayudando a las hijas de Pandora, representando flores y combates en productos de tapicería, o construyendo la nave de los argonautas, la cual disponía en su proa de una madera que los ayudó a encontrar el rumbo indicado, les informaba sobre los peligros y también les proponía los mejores medios para evitarlos.
La adoración de Minerva estuvo muy extendida por toda Italia, en tanto, en la ciudad de Roma es en la única en la cual asumiría el carácter bélico mencionado. Incluso, tenía sus propias festividades, las cuales se desarrollaban entre los días 19 y 23 de marzo. Su adoración se llevaba a cabo en el llamado Monte Capitolino, como parte de lo que se conoció como Tríada Capitolina, el conjunto de los tres dioses principales de la mitología romana: Júpiter, Juno y Minerva. Este monte está ubicado entre el Foro y el Campo de Marte siendo uno de los más famosos y altos de Roma. Se sabe que este fue reconstruido en varias ocasiones, dado que con las modificaciones que sufría la Tríada se generaron cambios a lo largo del tiempo. La historia de este lugar lo convierte en un lugar de enorme atracción turística en la ciudad de Roma.
Se la ha sabido representar como dueña de una belleza simple, sencilla, hasta algo descuidada, y también como alguien noble y fuerte. Suele aparecer con un casco sobre su cabeza, una pica en una mano, un escudo en la otra y una égida (coraza con piel de cabra) sobre su pecho. Si bien se la ha representado mayormente sentada, cuando se la puede observar de pie, aparece con una notable carga guerrera. Los animales a través de los cuales se le solía rendir culto eran el dragón y el mochuelo, ave rapaz.
Su símil en la mitología griega era Atenea con quien comparte además de las mismas representaciones muchos mitos y leyendas.
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