La Fragata
Fragata Francesa |
El origen del nombre de los grandes veleros de los siglos
pasados se remonta a otros tipos de barcos de dimensiones menores, cuya
principal propulsión eran los remos. La fragata no es una excepción, gran barco
de vela militar y mercantil que, a partir del siglo XVIII, sustituyó a la sexta
clase de los barcos de línea, y que, tras aumentar sus proporciones, se
convirtió en el velero protagonista de la historia de la navegación a vela.
La etimología del término no está clara, y quizás es más preciso el lugar de origen de este barco, nacido en el Mediterráneo, mar por el
que todavía en el siglo XVII navegaba un tipo de barco de guerra de unos 10
metros de eslora, movido por dos palos, con velas latinas, y 12 remos: la
fragata. El mismo término se aplicaba en la navegación española a un barco de
vela más pequeño, eminentemente mercantil, destinado al transporte de
mercancías entre las colonias suramericanas y el reino ibérico hacia finales
del siglo XVI; mientras en los mares del norte, y más o menos por la misma época,
las fragatas eran veloces barcos corsarios que actuaban en el Canal de la Mancha
o en el Atlántico, haciendo escala en los puertos de Dunkerque u Ostende.
En azul el Canal de La Mancha |
La construcción del primer barco que denominó oficialmente
fragata salió de los astilleros ingleses. Se trataba de un barco muy veloz de
unas 400 toneladas, construido hacia 1646, y que poseía ya las características
del que sería el protagonista de la edad de oro de la vela. Puente continúo de
proa a popa, castillo de proa muy bajo y de reducidas proporciones; alcázar e
popa, que se extendía hasta la mitad del barco, y un amplio pozo que se abría
hacia la mitad del puente de cubierta para poder almacenar distintos
materiales. Entre los portillos de los cañones estaban alojados los remos, que
todavía se utilizaban para maniobrar en los puertos y en caso de que faltara el
viento.
Fragata rusa Shtandart |
Poco después de la mitad del siglo XVII, se llamaron
fragatas también aquellos barcos mercantiles cuya principal característica era
el ser más rápidos que los demás barcos de la época, asociando de este modo el
concepto de fragata al de velocidad, y determinando así la que será la
característica de la fragata del siglo XVIII, la gran cantidad de velas y el
consiguiente aumento de velocidad.
Cuando en el 1663, las Fighting
Instructions (Instrucciones para el combate) del Almirantazgo inglés
optaron por la línea de fila, los barcos de guerra, como ya hemos dicho, fueron
divididos en seis clases o líneas. Pertenecían a la sexta los barcos de un solo
puente de batería, de unos 30 metros de eslora, armados con 20 cañones de 9
pulgadas y con un desplazamiento de unas 500 toneladas. De esta clase de
barcos, en el siglo XVIII nació y se desarrolló gradualmente la gran y veloz
fragata.
Las dimensiones del casco se ampliaron, las superestructuras
se redujeron al mínimo, y el potencial bélico aumentó. Esta evolución fue
particularmente rápida y evidente en la Marina francesa, hasta el punto de que
en el curso de las guerras francobritánicas de la época, cada vez que los
ingleses conseguían capturar un barco enemigo, no dudaban en copiar el plano de
construcción, botando un gran número de barcos cada vez más perfeccionados.
Las dimensiones de una fragata típica del siglo XVIII eran:
eslora total de unos 55 metros; 45 la línea
de flotación, y 12 metros de manga.
Para establecer una comparación, los barcos de línea de 74 cañones, que
pertenecían a la tercera clase, tenían una eslora media de 58 metros y una
manga de 15.
Partes de la vela cuadrada |
También desde Inglaterra llegó una novedad en el campo de la
artillería naval, que se adoptó inmediatamente a bordo de las fragatas.
Embarcado también en las naves mercantes para defensa de eventuales ataques
corsarios, hizo su aparición un cañón de gran calibre, pero de estructura
ligera, la carronada. Bien pronto se convirtió en elemento fundamental de la
artillería naval, ya que podía disparar tanto balas como metralla, y sólo
necesitaba tres hombres para su manejo. La carronada (carronade o smasher) se
inventó en 1779 y fue inmediatamente adoptada por la Marina de Su Majestad
Británica; la menor longitud del cañón disminuía el peso, pero también la trayectoria,
aunque permitía utilizar proyectiles más pesados. Se utilizó, por tanto, en los
combates de corta distancia, poniéndose de manifiesto su gran eficacia, tanto contra
la arboladura, como contra la tripulación enemiga.
Junto a las armas de gran calibre, la fragata disponía
también de armas más ligeras: generalmente se embarcaban tres o cuatro
morteros, de caña corta, que podían lanzar granadas con una inclinación de 45
grados. Las granadas estaban formadas por unas bolas esféricas cuyo interior
contenía pólvora, y explotaban con una espoleta de tiempo. Pequeños cañones
giratorios, los descendientes de las culebrinas del siglo XVI, estaban montados
alrededor de las empavesadas, parte superior de las murallas, y se empleaban
para el combate desde cerca. En las fragatas de embarcaba también un
destacamento de infantería de marina.
Se ha aludido a una de las características principales de la
fragata, la velocidad. Ésta no sólo se conseguía por medio de las
características líneas del casco, sino también porque se había aumentado el
velamen, que tanto uno como otro se realizaban ya con criterios científicos y
técnicos, y no sólo dejándose llevar por la experiencia y las reglas empíricas
de los carpinteros de ribera. Hacia 1670 aparecieron las llamadas velas de
“estay”, que ya se habían usado mucho a bordo de embarcaciones menores. Este
nuevo tipo de vela, derivada de la vela latina, fue colocada entre todos los
palos. Estaba “envergada”, o sea montada en cables, llamados precisamente
estay, que servían para asegurar la estabilidad de los mástiles en el sentido
longitudinal del casco, de proa a popa. Una vez montadas entre el trinquete y
el bauprés, las velas de estay ocuparon el puesto de la cebadera y de la
contracebadera, las dos pequeñas velas cuadradas del extremo de la proa,
confiriendo a la fragata una maniobrabilidad y una velocidad en la ejecución de
las viradas nunca alcanzada antes, además de aumentar la capacidad de navegar
ciñendo. Las velas de estay de proa fueron denominadas trinquetillas, las más
cercanas al palo de proa, y foques, las extremas.
Hacia la mitad del siglo XVIII, la fragata fue enriquecida
con un pequeño palo de mesana, una verga, o sea un asta colocada en diagonal
respecto al palo, y unida a este por medio de unas ligaduras especiales, que
sustituyó a la larga antena de la vela latina, sostenida por el palo, siendo
así más fácil, además, la incorporación de las velas de estay entre el palo
mayor y el de mesana. Los “brazos” y las “bolinas”, o sea los cabos, la
“maniobra”, que servían para orientar las vergas de las velas cuadradas, se
simplificaron, y en general, los últimos experimentos realizados en la fragata
en materia de aparejos náuticos lograron hacer la maniobra de las velas más
rápida y racional.
Dunkerque en el siglo XVII |
Una posterior innovación por lo que respecta a los palos y
velas de la fragata se realizó durante las guerras napoleónicas: la vela latina
de mesana, sostenida en su parte superior por el pico, fue dotada de una
segunda asta colocada en la base horizontalmente respecto al palo, llamada
botavara. La vela perdió así su forma triangular y asumió la trapezoidal,
tomando al mismo tiempo el nombre de vela áurica. El palo del bauprés, que tenía
que mantener un mayor número de velas, los foques, se reforzó con un asta,
perpendicular, llamada “moco del bauprés”, que estaba destinada a mejorar la
resistencia del bauprés mismo y del tormentín. A las tres velas de los palos
principales, se añadió en la fragata otra vela, llamada sobrejuanete. Juanetes
y sobrejuanetes aparecieron también en el palo de mesana, sobre la cangreja,
siendo, por lo tanto, 18 velas las que enarbolaba la fragata.
Se añaden a estas, según las necesidades de la navegación y
de las circunstancias bélicas, otras velas suplementarias más pequeñas, pegadas
a las velas cuadradas llamadas “fuerza de vela”, para aumentar y mantener
constante la velocidad del barco en caso de poco viento.
La fragata fue empleada casi únicamente en la guerra del
corso, en la escolta de convoyes o para patrullar zonas donde fácilmente podían
encontrar unidades enemigas. Durante las largas guerras anglofrancesas de los
siglos XVIII y XIX se vio a las fragatas inglesas crecer en potencia.
Muchos comandantes de fragatas, gracias a la independencia
con que se movían, pudieron acumular grandes fortunas, debido a sus acciones, y
también porque era costumbre de los almirantes de los que dependían dejarles
una parte del botín enemigo. Los comandantes de fragata se encontraban en
situación privilegiada respecto a los otros comandantes de grandes barcos de
línea, que se dedicaban a grandes travesías o a bloquear los puertos enemigos
junto a otros barcos.
Partes de un navío |
La fragata tuvo también otra función de relieve en la
observación de los movimientos y de las maniobras de las flotas; mantenía
contactos con otras escuadras como exploradora y encargada de transmitir
órdenes, o remolcaba los barcos comprometidos en los combates de fuego, fuera
de la línea de batalla. Había, en efecto, un acuerdo que impedía a los buques
hacer fuego en los combates contra las fragatas, aunque estuviesen casualmente
envueltas en la contienda.
La evolución final de la fragata de vela aconteció en
Estados Unidos, con la botadura de tres grandes barcos, los más grandes de este
tipo, a finales del siglo XVIII. Entre ellos estaba la célebre Constitution, que logró grandes
victorias contra las fragatas inglesas durante la guerra de la Independencia de
las colonias americanas.
Tras las guerras napoleónicas, en 1815, la fragata, que
había seguido aumentando sus proporciones y su armamento, se había convertido
en el barco más importante de las Marinas de los principales países. La flota
inglesa, por ejemplo, disponía de 126 buques de línea, la mayor parte de la
tercera clase, a cuyos flancos formaban 145 fragatas. En efecto con una
superficie vélica tan basta como la de un barco de línea, pero con una
estructura mucho más ligera y un casco mucho más veloz, la fragata llegó a ser
uno de los más potentes y eficaces medios para la guerra naval.
Hacia 1860, la época de las grandes fragatas de vela
llegaría a su fin. Esta unidad militar sería sustituida ineludiblemente por el
vapor, el nuevo medio técnico que iba afirmándose cada vez más, y los mercantes
iban siendo sustituidos poco a poco por el clipper, todavía más veloz y eficaz.
De la fragata, a través de sus varias evoluciones, nació el
“acorazado”, el capital ship de las
flotas modernas hasta la segunda guerra mundial. En varias marinas y, más en
concreto en la norteamericana, el término “fragata”, ha reaparecido para
denominar un nuevo tipo de barco que, con todas las innovaciones y
modificaciones de las más modernas técnicas de construcción, tiene las mismas
funciones que la grande y heroica fragata de vela.
Fragata Cristobal Colón |
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