Batalla del Cabo Espartel en 1782



El día 18 de octubre de 1782, el almirante inglés Howe había cumplido la misión de llegar al Peñón con 32 transportes que había escoltado desde Plymouth que los gibraltareños necesitaban como agua de mayo, debido al férreo bloqueo que llevaban sufriendo desde hacía tres años por parte de los buques hispano-franceses y habiendo evitado a la flota combinada de Córdova y Lamotte-Piquet. 

    El almirante fue llamado a la cámara de los Lores el día de Navidad de 1782, como jefe de la escuadra que se allanó ante la columna franco-española del Santísima Trinidad de Córdova y escapó al abrigo del puerto luso de Lagos (sur de Portugal), para evitar ser capturado en aguas del cabo Espartel (norte de África). Howe se justificó diciendo que “los españoles estaban dispuestos a dejarse la piel para evitar el aprovisionamiento de La Roca”. Preguntado por los jueces si, al menos, había al menos presentado el costado de sus buques al enemigo, Howe se encogió de hombros y dijo que “cualquier marino en su sano juicio hubiese hecho lo que él” una vez que se hubo desembarazado del convoy: regresar a casa.




A pesar de la formidable protección ofrecida por el Victory, con sus 100 cañones, donde ondeaba su insignia, Howe orzó todo a estribor cuando vio como el San Rafael se ponía en facha para facilitar la llegada del Santísima Trinidad a la línea. Precedido por el  Princess Royal y seguido a menos de un cable por el Blenheim, el Victory rehusó medirse con el Santísima Trinidad, cuyo bauprés apuntaba desafiante a su popa.

    El Victory, con un gran estruendo, vació todas sus piezas de babor sobre el Bretagne francés, matalote de popa del Santísima Trinidad. El San Rafael intercambió fuego con el Princess Royal, y el navío de Córdova, una vez encajado en la línea, bombardeó al Victory, cercenando el mastelero de juanete mayor y horadando el juanete de sobremesana. Asimismo, 4 bolas de hierro despejaron la toldilla inglesa, los cañonazos del Santísima Trinidad mataron a 7 marines en el insignia inglés, a pesar de que ambos navíos estaban a más de 400 metros de distancia y la pelea entre ellos duró solo 11 minutos.

    Howe, que tenía la señal de evitar el combate izada desde que avistó a la formidable escuadra enemiga, puso agua de por medio entre ambos colosos cuando vio como el segundo cirujano del Victory, Lords, perdió literalmente la cabeza tras una andanada del Bretagne. El San Rafael fue un perfecto escudero del navío de Córdova pues, cuando el Trinidad se encargaba del Victory, el San Rafael se interpuso al avance del Asia, que trataba de cañonear al insignia español por su retaguardia y frustró parcialmente al inglés, ya que, este desde lejos soltó una ráfaga, parte de la cual cayó sobre el Trinidad, matando en el acto a un marinero que operaba la vela mayor y dejando cuatro heridos en el castillo de proa, dos de ellos de consideración.




Howe estuvo separado del servicio durante 4 años y se libró de un castigo más severo gracias al testimonio favorable del gobernador de Gibraltar, declaración que fue llevada ex profeso a Londres desde la Roca. También informó en su favor el coronel del ejército inglés Spearmon, al mando del convoy que entró en La Roca bajo la protección de la escuadra de Howe. Spearmon había hecho constar en su declaración que la flota de guerra inglesa había antepuesto la supervivencia de la guarnición de la colonia al dudoso honor de combatir a una mayor escuadra enemiga en una batalla de tinte ominoso. Para ello y tras recibir noticias de sus naves avanzadas, Howe arrumbó a la costa africana los días 16 y 17 de octubre, buscando cobijo entre las calas marroquíes, algo muy peligroso si se considera el volumen del grupo que consistía de 25 transportes y 34 buques de guerra. Spearmon tenía motivos personales para aplaudir la opción de Howe de entrar los transportes en Gibraltar: su mujer embarazada estaba a bordo del East Indiamen Canada, que entró sano y salvo en la colonia inglesa.
Ramón Martín

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