La persistencia de la memoria de Dalí


 

Fechado en 1931, es un óleo sobre lienzo de 24 X 33 cm. Se conserva en el Museo de Arte de Nueva York.

La persistencia de la memoria, también conocido como Los relojes blandos o Los relojes derretidos, es un cuadro realizado por Salvador Dalí en estilo surrealista. La obra fue exhibida en la primera exposición individual que Dalí realizó en la Galerie Pierre de París,[ entre el 3 y el 15 de junio de 1931, y en enero del año siguiente en una exposición en la Julien Levy Gallery de Nueva York. Se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde llegó en 1934. En una revisión del cuadro, Dalí creó en 1954 La desintegración de la persistencia de la memoria, obra que se encuentra en el Salvador Dalí Museum (San Petersburgo, Florida).

El paisaje es simple; aparece el mar al fondo y una pequeña formación rocosa a la derecha de forma insólita. En primer plano a la izquierda, se observa un bloque probablemente de cartón tejido a mano, que hace las funciones de una mesa, sobre el que se disponen dos relojes, un árbol y en el centro de la obra aparece una extraña figura que simula una cabeza blanda, cuyo cuello se diluye en la oscuridad. Llama la atención la enorme nariz, la especie de lengua que sale de ella y el ojo cerrado con largas pestañas. La figura parece dormir sobre la arena. El artista ha colocado sobre esta figura un cuarto reloj, igualmente blando y que también parece derretirse o escurrirse. Los elementos anteriormente descritos se ambientan en lo que parece una playa desierta, con el mar y una cala rodeada de acantilados al fondo. El cielo y el mar se confunden.

Según Dalí, se inspiró en el queso Camembert a la hora de añadir el homenaje al cuadro, relacionándolos por su calidad de «tiernos, extravagantes, solitarios y paranoico-críticos». Uno de los relojes cuelga en equilibrio de la rama de un árbol. Más abajo, en el cuadro, otro se acopla a modo de montura sobre una cara con largas pestañas inspirada en una roca del cabo de Creus. La cara aparece también en otros cuadros del autor como El enigma del deseo. El tercer reloj blando está, quizás, a punto de deslizarse por un muro. Sobre este reloj hay una mosca y sobre el reloj de bolsillo, situado sobre el muro, hay multitud de hormigas que no están ahí por casualidad: este tipo de reloj se lleva próximo al cuerpo.

Los relojes, como la memoria, se han reblandecido por el paso del tiempo. Son relojes perfectamente verosímiles que siguen marcando la hora, supuestamente en torno a las seis de la tarde.

La técnica de Dalí es precisa. El dibujo es académico, de líneas puras. Dalí pinta con fuerza y contrasta colores brillantes con colores sombríos para crear una atmósfera como un sueño. La luz desempeña un poderoso papel y contribuye a configurar una atmósfera onírica y delirante.

El cuadro parece quedar dividido en una parte de enorme luminosidad —al fondo y a la izquierda— y otra de sombra (primer plano a la derecha). Respecto al esquema compositivo, predomina la horizontalidad, solo interrumpida por la verticalidad que marca el tronco del árbol y por las líneas curvas de los relojes y de la figura central, que parecen haber sido introducidas para proporcionar un lento movimiento a la quietud de esta playa.


Ramón Martín

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