Batalla de Oviedo de 1936

 


FECHAS: Desde el 19 de julio al 17 de octubre de 1936.

CONTENDIENTES:

         Gobierno: Milicias antifascistas al mando de Isidro Liarte Lausín

         Sublevados: Militares sublevados junto al Tercio de Requetés, mandados por el coronel Antonio Aranda Mata.




COMBATES

En la mañana del 20 de julio de 1936 el entonces responsable en Oviedo de la Guardia de Asalto, comandante Alfonso Ros Hernández, se rendía ante los militares golpistas que habían puesto cerco al cuartel de Santa Clara. Desde la tarde del domingo anterior hasta el lunes, Ros, junto a una parte de sus hombres y algunas decenas de trabajadores ovetenses, permanecían atrincherados en Santa Clara. Aquel grupo de guardias y militantes de izquierdas trataban de defender, en circunstancias desesperadas, la legalidad republicana en Oviedo. Pero la desigualdad numérica se imponía, y tras una noche de tiroteos, Ros tomó la decisión de abandonar una resistencia que estaba condenada al fracaso. Tras la rendición, los golpistas no cumplirán lo pactado, que consistía en respetar las vidas de los combatientes, ametrallándolos al abandonar el cuartel. Allí Ros caerá muerto. En poco menos de 24 horas, Oviedo había quedado en manos de los golpistas, capitaneados por el coronel Antonio Aranda, gobernador militar de la provincia, ya que, horas antes, el gobernador civil, Isidro Liarte, de Izquierda Republicana, había sido detenido por los militares alzados. Acababa así la resistencia antifascista en Oviedo, desenlace que nadie esperaba 48 horas antes.





 

Oviedo no era, a priori, una plaza fácil para que triunfara el golpe de Estado, puesto que, el Frente Popular había ganado por mayoría en las elecciones de febrero de 1936. Como es sabido, la ciudad, además de estar a un paso de las cuencas mineras, contaba con importantes contingentes de obreros: los trabajadores de las dos fábricas de armas y la de explosivos, los ferroviarios del barrio de La Argañosa, los mineros de Olloniego, así como los empleados de la administración, entre los que existía una elevada sindicalización, en su mayoría a la UGT. El propio Aranda reconocía desconfiar de la población de la capital. Según sus estimaciones, la mitad eran rojos o simpatizantes. Sin embargo, la ciudad fue tomada rápidamente. La clave estuvo en la habilidad de Aranda para hacerse pasar como un militar fiel a la República, y en la ingenuidad de las autoridades republicanas, las cuales le creyeron. Esa confianza en Aranda los llevó a concentrar sus esfuerzos en organizar una expedición a Madrid, por lo que. los elementos más combativos de entre los trabajadores ovetenses y de las cuencas mineras marcharon hacia León, primera parada de su viaje a Madrid.

Tanto los comunistas como los anarquistas y algunos sectores del PSOE, Habían manifestado sus dudas respecto a Aranda. Sin embargo, se impondría el criterio de la mayoría del Frente popular, que era partidario de marchar hacia Madrid, considerando que Oviedo, al igual que el resto de Asturias, estaban bajo control. Uno de los responsables de este error de cálculo fue el dirigente socialista Indalecio Prieto, el cual, muy preocupado por los movimientos golpistas en la capital, había reclamado el envío de una columna desde Asturias, para defender Madrid. Él también había manifestado su confianza en la fidelidad de Aranda al Gobierno republicano. No tardarían todos mucho en comprobar su enorme error. Aranda animaría el envío de la expedición, facilitando armas a los milicianos, los cuales estaban al mando de los socialistas Manuel Otero y Francisco Martínez Dutor. De esta forma, al morder el anzuelo las izquierdas, dejaban el terreno despejado para el golpe militar. La noche del 18 de julio centenares de milicianos partían en trenes y camiones, rumbo a Madrid. En las cuencas se sumarían más. Unas horas más tarde caía la máscara del conspirador, que desde un principio estaba de acuerdo con los militares sublevados. En la tarde del 19 Aranda, ya con la máscara quitada, desobedecía las órdenes del Gobierno consistentes en armar a los obreros que habían quedado en Oviedo, se unía al golpe militar y declaraba el Estado de guerra. Ros, los guardias y obreros del cuartel de Santa Clara serían las primeras víctimas de la represión militar.

En Benavente, al tener noticia Martínez Dutor, de la traición de Aranda, ordenó el regreso de la expedición a Asturias para recuperar Oviedo. Martínez Dutor era un trabajador de la Audiencia Provincial de Oviedo, socialista y ugetista de origen andaluz, que, además, era un veterano de la Guerras de Marruecos y de la Revolución del 34; que sería uno de los encargados de preparar la ofensiva sobre la capital asturiana. Incapaces de lanzar un ataque frontal contra más de dos mil soldados, guardias civiles y de asalto, carabineros y voluntarios de Falange y otras organizaciones derechistas, los antifascistas recurrieron al asedio. Los milicianos construirían fortificaciones y tomarían el control de Trubia y su fábrica de armas.




Aunque el golpe sorprendió, en la ciudad, a muchos ovetenses de izquierdas, al producirse el golpe, quedaron atrapados, otros, al encontrarse fuera o lograr escapar, pudieron combatir del lado de la República en una larga batalla para intentar liberar su ciudad. Muchos de los que quedaron en Oviedo en el momento de producirse el golpe no pudieron poner tierra de por medio y acabarían pagándolo caro, como el gobernador civil Isidro Liarte, el rector Leopoldo Alas, el dirigente comunista Carlos Vega o el diputado socialista Graciano Antuña; que serían fusilados por los militares golpistas. La batalla de Oviedo sería un fracaso para la República, consumiría enormes recursos, y lastraría el desarrollo de la guerra en Asturias. A pesar de que se llegó a combatir en las calles del centro, los antifascistas no lograron recuperar la ciudad.

Posteriormente, la propaganda franquista manipularía la historia de la guerra en Oviedo, transformando la traición de Aranda en la gesta de una ciudad, y a los golpistas en defensores de la ciudad; mientras la izquierda ovetense y su movimiento obrero sería borrado de esa historia. Oviedo llegaría a ser objeto de un turismo de guerra, destinado a construir un relato favorable al régimen franquista. Derechistas de toda Europa participarían de ese turismo bélico y propagandístico. Algunos de los mitos acuñados en la postguerra han perdurado hasta nuestros días y han seguido siendo usados por las derechas del siglo XXI para sus fines políticos, mientras que, la memoria del Oviedo republicano sigue estando pendiente de recuperación, empezando por aquellos que fueron sus verdaderos defensores, y murieron por mantenerse leales al Gobierno y la Constitución republicana.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Crónica de la Guerra Española de la Editorial Codex, S.A. Buenos Aires (Argentina)

Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE HISTORIA Y ARTE y Una biografía en tu pantalla

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Ramón Martín

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