Pecios encontrados en Xàbia
La Península
Ibérica cuenta con 9.454 kms de costa, de los cuales 1.793 corresponde a
Portugal y el resto, 7.661 a España. Y a lo largo de siglos de existencia, han
sido muchos los naufragios que se han producido a lo largo de esas costas. En
esta ocasión quiero centrarme en la costa de Xàbia.
La
población está situada en la costa de Alicante, y cuenta con un paraje
excepcional, por muchos motivos. Pero, centrándonos en el tema que hoy quiero
comentar, es una la zona del Portixol, donde se han llegado a encontrar una
mayor concentración de anclas (en la actualidad se han documentado unas 200) de
todo el litoral Mediterráneo.
En el
momento de publicar este artículo, se han dado por finalizados una de las
campañas arqueológicas, promovidas por la Universidad de Alicante, junto al
Museo Soler Blasco; con el resultado de la aparición de nuevos hallazgos en la
zona comprendida por la bahía y la isla del Portixol.
En este
último enclave se han desenterrado los cimientos de diversas estructuras de
época romana, junto a restos de cerámica que pueden corresponder a un
asentamiento bizantino de los siglos VI y VII. En la planicie que corona la
isla, se han encontrado unos potentes muros de 1,80 cms, que cerraban un
asentamiento, aunque fue en los años 40 del siglo XX cuando afloraron columnas,
restos de un pavimento de mármol y dos tumbas, que pudieron ser de origen
bizantino.
Pero, una
vez más, es el mar el que nos descubre los pecios (barcos hundidos) más
interesantes. Es evidente que, en estos fondos rocosos, la madera de los barcos
se ha ido deshaciendo a lo largo de los años, pero nos ha dejado restos
correspondientes a la carga de un navío del siglo XVIII, así como dos núcleos
de plomo, que formaban parte de un ancla romana de madera.
La
Universidad de Alicante y el Ayuntamiento de Xàbia, han colaborado en la
creación de un museo submarino en la bahía, que permitirá visitar in
situ los vestigios que allí existen. Señalizado con boyas rojas para
fondear las embarcaciones que lleven a bordo a los buceadores participantes en la
visita; y por otro, boyas amarillas que señalizarán las rutas a seguir, por
parte de los buzos que quieran disfrutar del sinfín de anclas allí sumergidas. Además,
los visitantes dispondrán de una tablilla para identificar
bajo el agua cada uno de sus vestigios y a qué época pertenecen.
Ramón Martín
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