Teatro de La Scala de Milán

 


El Teatro alla Scala fue construido, siguiendo el mandato de un decreto de la emperatriz María Teresa de Austria, haciéndose eco de las peticiones de familias milanesas, encabezadas por el conde Giangiacomo Durini de Monza. Palchettiste, cuando el antiguo teatro de la corte milanesa del que Durini era superintendente, fue destruido por un incendio el 26 de febrero de 1776. Esas mismas familias se comprometieron a asumir el costo de la construcción, a cambio de la renovación de la titularidad de los escenarios. El proyecto se encomendó al reconocido arquitecto Giuseppe Piermarini, también encargado del diseño del Teatro Interinale. El teatro fue construido en el solar ocupado por la iglesia de Santa Maria alla Scala, de donde tomó su nombre. Los trabajos de demolición comenzaron el 5 de agosto de 1776; y las primeras pruebas acústicas se efectuaron el 28 de mayo de 1778 y el 3 de agosto, en presencia del gobernador de Milán, el archiduque Fernando de Habsburgo-Este. Se inauguró el Nuevo Regal Ducal Teatro alla Scala, con la primera actuación de la Europa de Salieri.

Por aquel entonces, el teatro no solo era un lugar de entretenimiento: a veces los puestos se usaban para bailar, los propietarios usaban los escenarios para recibir invitados y administrar su vida social, mientras en el sótano se jugaba a la ruleta, introducida por el empresario Domenico Barbaja en 1805. Desde 1788, estaba estrictamente prohibido tocar en la ciudad, con la excepción de los teatros. Durante los años de dominación austriaca y francesa, La Scala fue financiada, además de los ingresos del juego, por las familias que habían querido construir el teatro y conservaron su propiedad a través de las acciones. Las tres primeras órdenes fueron propiedad de la aristocracia, la cuarta y quinta fueron ocupadas por la clase media alta, que comenzó a acudir masivamente al teatro, a partir del siglo XIX; por último, en los puestos, y en la galería, la audiencia estaba compuesta por soldados, jóvenes aristócratas, burgueses y artesanos. La administración permaneció en manos de la nobleza milanesa, pero la gestión real estuvo a cargo de empresarios profesionales.

El 26 de diciembre de 1787 se introdujeron las primeras argantas (un tipo de lámpara), el 20 de febrero de 1790 se cerró el teatro por la muerte del emperador José II de Habsburgo-Lorena, el 1 de marzo de 1792 por la muerte del emperador Leopoldo II de Habsburgo-Lorena, el 15 de mayo de 1796 tuvo lugar la primera representación de Chant de guerre de l’armée du Rhin (La Marsellesa) de Claude Joseph Rouget de Lisle, el 23 de noviembre de 1797. Durante la primavera y el verano de 1807, las actuaciones se trasladaron a Canobbiana, para poder renovar las decoraciones de interior, rediseñadas al gusto neoclásico, mientras que, en 1814, se demolieron algunos edificios, incluido el convento de San Giuseppe, para ampliar el escenario, según un proyecto de Luigi Canonica. En 1823, fue colgada en el centro del techo, una gran lámpara de araña con ochenta y cuatro lámparas de aceite, diseñada por el escenógrafo Alessandro Sanquirico.



El 7 de septiembre de 1811, se extrenó, con gran éxito, I pretendenti deluso de Giuseppe Mosca. Desde septiembre de 1812 con el éxito obtenido por La pietra del paragone de Rossini, La Scala se convirtió en el lugar preferido para la representación del melodrama italiano. Situación que llega hasta nuestros días. En octubre y noviembre de 1813, Niccolò Paganini dio allí conciertos de violín allí y el 29 de octubre, se extrenó con éxito, Le Streghe de Paganini.

Los conciertos de los más importantes intérpretes y compositores se fueron sucediendo, y en noviembre de 1939, debutó Giuseppe Verdi con Oberto, Conte di San Bonifacio, obra al estilo Donizetti, pero con algunas de sus dramáticas peculiaridades que, fue un éxito. Los años de exilio de Verdi en Verona no estuvieron entre los más felices para el teatro.

Después de la retirada de los austriacos en 1859, la actividad se reanudó con Lucia di Lammermoor de Donizetti: a la representación del 9 de agosto asistió el rey Vittorio Emanuele II. En 1860, con motivo de la noche de apertura de la temporada de Carnaval y Cuaresma, se inauguró el nuevo sistema de luces de gas para el candelabro Sanquirico. En 1883, el sistema de iluminación eléctrica se completó con la conexión a la cercana estación de energía de Santa Radegonda. Verdi regresó a La Scala en 1869 con una versión renovada de The Force of Destiny. Verdi también puso en escena con éxito, el estreno europeo de Aida, en 1872, la nueva versión de Simón Boccanegra, en 1881, la segunda versión italiana de Don Carlo, en 1884, el éxito de Otello y Falstaff.

Entre los dueños de la gestión tras la reunificación, recordamos a los hermanos Corti, en 1876 y Luigi Piontelli, entre 1884 1894; años en que se renovó la decoración de las habitaciones de la planta baja; y en 1891, para tener un mejor control de la afluencia de espectadores, se suprimieron las localidades de pie, instalándose asientos. Posteriormente, entre los años 1894 y 1897, la gestión pasó a manos del editor Edoardo Sonzogno. En ese escenario, aparecieron obras de compositores franceses y la llamada escuela verista. Las obras de Richard Wagner también alcanzaron mucho éxito. Más, el 1 de julio de 1897, el municipio de Milán decidió suspender su contribución, por lo que La Scala, tuvo que cerrar el 7 de diciembre.

El teatro reabrió el 26 de diciembre de 1898 con I maestri cantori di Norimberga dirigida por Arturo Toscanini, Guido Visconti di Modrone, se hizo cargo de las pérdidas y fundó una compañía anónima, asumiendo el papel de presidente, con Arrigo Boito como su adjunto. De nuevo comenzó la actividad, bajo la dirección de Giulio Gatti Casazza y la dirección artística de Toscanini. Este periodo destacó por el interés del director en Richard Wagner, Meyerbeer y Berlioz. El 21 de abril de 1889, con el estreno de Edgar, Giacomo Puccini hizo su debut, obteniendo un éxito, aunque años más tarde, en 1904, el estreno de Madame Butterfly, fue un fiasco sensacional. En 1901 se dio un concierto conmemorativo por la muerte de Verdi, dirigido por Toscanini.



Las diferencias entre Toscanini y Uberto Visconti di Modrone, quien había sucedido a su padre Guido en 1903, empujaron al maestro a abandonar Milán e Italia, el 14 de abril de 1903 durante el rodaje de Una bola enmascarada por desacuerdos con el público. En 1909, el quinto piso se transformó en la primera galería actual para permitir la entrada de más espectadores.

En 1929, el estado fascista otorgó el poder nombrar al presidente de la institución al jefe de gobierno e impuso la participación de un representante del Ministerio de Educación Nacional en la junta directiva. En 1932, Luigi Lorenzo Secchi diseñó las escaleras de espejo que conectan el vestíbulo con el escenario, el cual también sufrió importantes obras en 1936. En 1938, se equipó al escenario, con puentes, paneles móviles y un sistema que permitía bajar el nivel, facilitando la instalación de las escenas directamente desde el patio. Ese mismo año, el 26 de diciembre, el maestro del coro Vittore Veneziani abandonó la Scala para exiliarse debido a las leyes raciales fascistas.

Tras la caída del fascismo, el 25 de julio de 1943, aparecieron carteles que pedían el regreso de Toscanini. Durante ese verano aumentaron los bombardeos aliados de Milán, y el teatro sufrió algunos daños, pero la noche entre 15 y el 16 de agosto, una bomba incendiaria explotó en el techo causando graves daños, salvándose el escenario, gracias a la cortina de metal. Achille Magni, concejal de cultura, junto al alcalde de Milán, Antonio Greppi, decidieron reconstruir el teatro. Se nombró a Antonio Ghiringhelli, comisionado, el cual inició los trabajos, dirigidos por el ingeniero jefe Milano Secchi. Las obras continuaron hasta mayo de 1946, y la de La Scala continuó en el Teatro Sociale de Como, en el Teatro Gaetano Donizetti de Bérgamo, en Teatro Lírico de Milán y en el Pabellón de Deportes. El 13 de diciembre de 1945, el maestro del coro Vittore Veneziani regresa a La Scala, y el 11 de mayo de 1946, Toscanini inauguró la nueva sala.

La gestión de Ghiringhelli, que había sido nombrado superintendente en 1948, estuvo marcada, entre otras cosas, por la rivalidad entre los partidarios de Maria Callas y Renata Tebaldi. El 18 de febrero de 1957, La Scala recordó a Toscanini, quien había fallecido en Nueva York en enero, con un concierto dirigido por Victor de Sabata. En 1976 se construyó el mecanismo hidráulico que permitía elevar el piso de la orquesta hasta el nivel del escenario. En 1978 se celebró el segundo centenario de la fundación del teatro. En 1982, Abbado, fundó, siguiendo el modelo de la Filarmónica de Wiener, la Filarmónica della Scala. Con la nueva dirección de Carlo Fontana, nombrado superintendente en 1990, La Scala ha continuado, no solo con la actividad tradicional, sino que se ha centrado en las giras en el extranjero.

Desde enero de 2002 hasta diciembre de 2004, se efectuaron importantes obras, que supusieron la restauración más profunda del edificio histórico y la modernización del escenario. Volviendo a abrirse al público el 7 de diciembre con la representación de la misma obra interpretada para la inauguración de La Scala en 1778, Europa de Salieri.

Ramón Martín

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