La Juive (La Judía), ópera de Jacques Fromental Élie Halévy

 


A pesar del paso del tiempo, el amor entre un hombre cristiano y una mujer judía sigue sin ser bien aceptado en nuestros días. Imaginemos, por tanto, lo que pensaría el público que se acercó a la Ópera Nacional de París, aquel frio día 23 de febrero de 1835, día del estreno de La Juive. Con un libreto en francés de Eugène Scribe y música compuesta por Jacques Fromental Élie Halévy, ambos destacados artistas de origen judío, esta grand opéra desafiaba todas las normas religiosas y sociales del momento, a la vez que utilizaba de una manera muy inteligente los estereotipos culturales positivos y negativos.

La acción de La Juive se desarrolla el año 1414, cuando comienza el Concilio de Constanza, que se sitúa en un momento trascendental de la historia católica que puso fin al Gran Cisma y unificó la Iglesia. El Concilio de Constanza, un concilio ecuménico de la Iglesia católica, que fue convocado por Segismundo de Luxemburgo, el 30 de octubre de 1413, junto al antipapa Juan XXIII, en la ciudad de Constanza, desde el 5 de noviembre de 1414 hasta el 22 de abril de 1418.

El orfebre judío Eléazar, provoca la ira de sus vecinos, al no honrar la festividad cristiana que había sido decretada por la ciudad, y sigue trabajando. La llegada del cardenal Brogni evita un linchamiento. Por otro lado, Raquel, la hija del orfebre, se enamora del artista, también judío, Samuel, sin sospechar que éste es, en realidad, el príncipe Léopold, un héroe que llevó a las tropas del Sacro Imperio Romano Germánico a vencer a los husitas. Es entonces cuando surge el problema, puesto que, su romance pone a los dos amantes en grave peligro, ya que, según la ley local, las relaciones amorosas judeocristianas están estrictamente prohibidas y se castigan con la excomunión y la muerte. Pero el asunto se complica aún más: Léopold está casado con la princesa Eudoxie, que es cliente del orfebre Eléazar, la cual está dispuesta a descubrir esta aventura ilícita.

La Juive forma parte del grupo de obras dramáticas que, a lo largo del siglo XIX, se adentran en los temas que tratan de las relaciones interreligiosas, de la apertura de mentalidad y de la persecución. La partitura dramática de Halévy lleva estos temas a nuevas cotas, y así, arias como el solo de Eléazar Rachel, quand du Seigneur del acto IV son increíblemente conmovedoras y poderosas.

Casi dos siglos después de su estreno, La Juive nos demuestra que la humanidad aún tiene un largo camino por recorrer, hasta que se logre una verdadera armonía entre los pueblos y las religiones.

    Deleitémonos con la overture, por Simone Young.

Ramón Martín


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