Valencia – La Columna de Hierro
Creada en los días que siguieron a la sublevación militar de julio de 1936, en el convento de las Salesas de Valencia, recientemente confiscado por los anarquistas, tras haber sometido los cuarteles de la Alameda. En un principio la Columna estuvo formada por obreros de diversos gremios en los que estaba muy implantado el anarquismo valenciano. Su nombre Columna de Hierro, le viene por la importante presencia de milicianos de la siderurgia de Sagunto.
La columna se encargaba, además de hacer la guerra, de implantar por la fuerza la revolución. En su camino hacia Aragón liberó presos comunes e impuso el comunismo revolucionario y la colectivización. Su actuación violenta, tanto en el frente como en la retaguardia, le supuso criticas como la del cónsul británico en Valencia, que llegó a calificarla como formación terrorista, o como la de los comunistas que la veían como una turba de asesinos y ladrones, que se aprovecharon de los primeros meses de la guerra, para vengarse por lo que habían padecido los anarcosindicalistas en el pasado.
Sus actuaciones en la retaguardia valenciana
provocaron el pánico en numerosos sectores de la población. Dirigida por José
Pellicer, asaltaron la prisión de Castellón, liberaron a los presos y,
posiblemente, fueran los causantes de la muerte de 78 presos, considerados
fascistas. Posteriormente tendrían lugar los sangrientos Sucesos de Octubre, en
los que la Columna de Hierro, se enfrentaría a los comunistas en las
calles de la ciudad.
Tras un breve periodo de instrucción en
el convento de las Salesas, ocho centurias salieron hacia el frente de Teruel.
Desprovistos de la ropa necesaria, al llegar al puerto del Ragudo, el frio se
les hizo insoportable. Se calcula que sus efectivos rondarían por los 3.000
hombres, ya que contaba con 28 centurias, con 110 hombres cada una. El camino
hacia el frente estuvo lleno de experiencias colectivizadoras. En Mora de
Rubielos, junto a algunos vecinos, proclamaron el comunismo libertario, con un
bando que decía: “Todo el que necesite alguna cosa será atendido. Queda
anulado el dinero y proclamado el comunismo libertario. El Comité”. Lo
mismo ocurrió en Sarrión.
Inmediatamente,
la Columna de Hierro, fue el blanco de todas las criticas de las fuerzas
políticas del Frente Popular valenciano, especialmente del Partido Comunista y
de Izquierda Republicana. Estos dos partidos siempre apostaron por que el orden
y la democracia fueran la base de la República. Una de las acciones más reprobadas
fue la excarcelación de presos y su integración en la columna.
Algunos militares de la Tercera División
Orgánica se incorporaron a la columna, destacando el teniente coronel Joaquín
Pérez Salas y el capitán de Artillería Atilano Sierra, uno de los fundadores de
la UMRA en Valencia. Disponían de cuatro baterías, aunque sin el personal
adecuado, lo que las hacía poco operativas. El comité los veía con recelo, lo
que les restaba autoridad. Esto, incluida la escasez de armamento y su poca
calidad fue la causa del padecimiento que tuvo que sufrir la columna en su
avance hacia Teruel.
El Gobierno de la República no era partidario
a prestar la ayuda necesaria, por miedo a que sirviera para afianzar la
revolución. Los responsables de la columna recurrieron a fabricar su propio
armamento. En los astilleros del puerto de Valencia, se blindaron algunos
coches, pero todo eran parches.
El Comité de Guerra, convencido de que
el Gobierno ponía impedimentos a la llegada de material a la Columna de
Hierro, llegó a entrevistarse con LARGO CABALLERO en el Hotel Inglés
de Valencia, que les comunicó la imposibilidad de entregarles material de
guerra, por no estar militarizados y por la presión constantes de los
comunistas, los cuales controlaban todo el material procedente de la URSS. El
Gobierno de LARGO CABALLERO estaba convencido de
que era necesario oponer a los rebeldes otro ejercito, disciplinado y con mando
único. La etapa miliciana tocaba a su fin, y la mayoría de las columnas
aceptaron la militarización, exceptuando a la Columna de Hierro, que de
opuso firmemente.
A
finales de enero, tras el fracaso en Teruel, la Columna de Hierro
celebró una asamblea, donde se discutió la militarización. No hubo acuerdo. Sin
apenas municiones pidieron permiso a las autoridades republicanas para bajar a
Valencia con su armamento, y debatir, de nuevo, la militarización. El Gobierno
no podía consentir que centenares de milicianos se trasladaran a Valencia con
su armamento. Se acordó una reunión con el teniente Benedito, Mariano Vázquez,
secretario general de la CNT y García Oliver, ministro de Justicia y dirigente
de la FAI, más un representante del sindicato campesino y González Inestal, comisario
de guerra del Estado Mayor.
Las posturas eran irreconciliables,
mientras Segarra representando al Comité de Guerra, pedía no ser militarizados
y recibir armamento para continuar la lucha, mientras Benedito e Inestal, le
informaron que de no ser militarizados les retirarían el suministro de armas. A
principios de marzo la situación llegó a un punto crítico, cuando el Gobierno
hizo un comunicado por el que todas las fuerzas del frente de Teruel quedaban
subordinadas al Ministerio de la Guerra a partir del 1 de abril, por lo que a
todos los efectivos de la columna que no estuvieran militarizados se les
retendría el sueldo. Como consecuencia, algunas centurias abandonaron el
frente, enfrentándose con la Guardia de Asalto. Algunos elementos fueron
encarcelados en las TORRES DE QUART.
El domingo 21 de marzo, se celebró una nueva asamblea, cuyo punto principal en el orden del día era la militarización, constituyendo una nueva brigada mixta con los mandos propios de la columna. Esta proposición fue aprobada por una amplia mayoría. Tras explicar Segarra en que consistía la militarización, se formó una comisión que se encargaría de nombrar a los mandos de la brigada. José Pellicer fue nombrado comandante, mientras que José Segarra sería el comisario político. Así la Columna de Hierro, se convertiría en la 83ª Brigada Mixta, que junto a la 58ª y la 59ª formarían la 42ª División al mando del teniente coronel Manuel Eixea.
Tras
esto, a partir de marzo de 1937, se pudo decir que en la zona republicana
existía un mando único. La labor realizada por los distintos Gobiernos
Republicanos fue enorme. Los militares golpistas se encontraron a partir de
marzo, con otro Ejército.
Comentarios
Publicar un comentario