Muhammad XI, Boabdil


            Abu Abd Allah Muhammad b. Ali adoptó el sobrenombre de Al Galib Billah. El nombre con el que fue conocido por los cristianos, Boabdil, procede de su Kunya, Abu Abd Allah, pronunciado en forma dialectal y abreviadamente. Empezó a reinar a mediados de julio de 1482 tras ser proclamado por los Abencerrajes aprovechando la ausencia de Granada de Abu I Hasan. Por ello, uno de los principales puestos del gobierno lo ocupó Yusuf B. al Barr, mientras Yusuf B. Kumasa también desempeñó funciones de relevancia política.

            Abu I Hasan junto con si hermano al Zagal, se estableció en Málaga, extendiendo su gobierno a Ronda, mientras que Boabdil controlaba Granada y Almería. Un ataque de Abu I Hasan contra las tropas de su hijo Muhammad XI, Boabdil, hizo que estas se refugiaran en Guadix. Las incursiones a ambos lados de la frontera no se detuvieron. Los nazaríes infligieron una grave derrota a los castellanos en las alquerías de Vélez y la Ajarquía de Málaga. Los musulmanes de la zona con la ayuda de los malagueños al mando de Muhammad b.Sa’d, destrozaron a las tropas castellanas en los montes y tierras escarpadas de la comarca en marzo de 1483. Esta victoria de sus opositores, junto con otra anterior en Cañete, incitó a Boabdil, a buscar un triunfo de importancia frente a los cristianos para reforzar su prestigio y consolidar su legitimidad como jefe de la comunidad islámica.

            Considerando que la frontera de Córdoba era más débil, el 20 de abril de 1483 penetró hasta Lucena y saqueó sus tierras. El señor de Lucena, Diego Fernández de Córdoba, salió a su encuentro, junto al conde de Cabra. A pesar de la superioridad numérica de los granadinos, los cristianos destrozaron al ejército nazarí, murieron muchos, entre ellos el célebre caudillo de Loja, yerno de Muhammad XI, Boabdil, Ali al Attar. Aparte del cuantioso botín, fueron hechos prisioneros numerosos guerreros nazaríes. Pero lo más grave fue la captura del propio sultán. La transcendencia política de la captura del emir fue inmediatamente advertida por los cristianos, hasta el punto que, el rey Fernando supo que, mediante el cautivo podía conseguir la conquista de todo el al Andalus. Los granadinos entonces se dirigieron a Málaga y le pidieron que retornara a la Alhambra a Abu I Hasan, quien, lógicamente aceptó.

            El 29 de abril de 1487, comenzó Boabdil su segundo reinado y el último del emirato nazarí, postrero de al Andalus. Apenas cinco años después, Muhammad XI, entregará la ciudad a cambio de un principado en la región nororiental del reino, de acuerdo con el pacto secreto que había establecido con el rey Fernando en mayo de 1486. Al mismo tiempo, su visir volvió a ser un caíd abencerraje, que había eliminado a sus cuatro principales adversarios, y con la ayuda castellana, terminó con la resistencia de los opositores que todavía quedaban en Granada. Por ello, cuando comenzó el sitio de Málaga, Boabdil no la socorrió, derrotando a las tropas que al Zagal, envió desde Guadix, cumpliendo así, el pacto que había suscrito con los Reyes Católicos. El asedio, tanto por mar, como por tierra, se inició el 7 de mayo y se prolongó durante tres meses y medio durante los cuales los malagueños ofrecieron una heroica resistencia. Finalmente un hambre extrema, obligó a los malagueños a entregarse, el 18 de agosto de 1487. Las condiciones impuestas por el rey castellano fueron más duras que en otros casos, debido a la larga resistencia de la ciudad, sus habitantes fueron reducidos a esclavitud, aunque con la posibilidad de rescatarse pagando el precio fijado. Al año siguiente 1488, los cristianos tomaron las fortalezas de la Ajarquía, a pesar de tener pactadas treguas y estar incluidas en el tratado establecido con Muhammad XI, Boabdil.


            La situación del emirato nazarí no era nada halagüeña y su futuro se presentaba oscuro. En un último intento de remediarlo, el emir nazarí volvió a dirigir sus esperanzas hacia sus correligionarios del norte africano. Pero la debilidad de los wattasies de Fez, no les permitía actuar en la Península, por lo que envió la solicitud de ayuda al Egipto mameluco. En noviembre de 1487 recibió el sultán Qaitbay la embajada que le pedía un ejército de apoyo. Pero, la lejanía de al Andalus hizo que el sultán no enviara los refuerzos deseados; aunque presionó al clero cristiano de Jerusalén para que intercediera ante los Reyes Católicos, en favor de los nazaríes, aunque esta intervención, no resultó efectiva, como cabía esperar.

            Mientras tanto, continuaba la división en el reino y Boabdil se mantenía gracias a la paz que garantizaba con los castellanos, aunque al mismo tiempo era despreciado por su amistad con estos. En cambio, al Zagal, tenía el apoyo de la población por su lucha contra los cristianos y podía disponer de las rentas de las poblaciones que lo reconocían y que podía emplear en su ejército; por el contrario, Boabdil apenas podía hacer frente a los gastos del gobierno y la capital y tuvo que reprimir sangrientamente el descontento social por las luchas dinásticas. De este modo, en 1488 las únicas incursiones que los musulmanes realizaban eran las organizadas por Muhammad XII el Zagal, como la algazúa contra Alcalá la Real, pero los cristianos reaccionaron y además de una celada contra los musulmanes de Almería, Fernando conquistó Vera el 10 de junio de 1488. El mismo día se hizo, sin la menor resistencia, con diversas poblaciones del Valle del Almanzora dependientes en su mayoría de Vera.

            Los nazaríes respondieron con una ofensiva, tomando Nerja y sometiendo Torrox y Alhendín, al tiempo que los de Almuñécar abandonaran a Boabdil y volvieran con al Zagal. También asedió Cullera y estuvo a punto de tomarla, aparte de constantes saqueos y guerra contra los partidarios de Boabdil y lugares cristianos. La poderosa maquinaria bélica de Castilla se puso en marcha en 1489 para acabar con el poder de Muhammad XII al Zagal, paso necesario antes de la toma de otras ciudades de la zona y, por último, de la misma Granada. El objetivo elegido fue Baza, cuyo asedio se comenzó a mediados de junio, y tras más de cinco meses de largo y penoso asedio, los bastetanos, decidieron capitular, entregando la ciudad el viernes 4 de diciembre de 1489 los de Baza entregaron la ciudad.


            Tras tomar posesión de la plaza, el rey Fernando se dirigió hacia Almería, recibiendo la sumisión de todos los lugares por los que pasaba. Días mas tarde, Muhammad XII al Zagal, ante la inutilidad de toda resistencia, salió de Guadix y se dirigió al encuentro del castellano para negociar su rendición. El 10 de diciembre de 1489 se establecieron las capitulaciones entre los Reyes Católicos y el rey de Guadix, Muley Abdili, en las que se exigía la entrega de todas las ciudades y lugares que dominaba.

            Aislada y sola frente a los castellanos, Granada vio como los Reyes Católicos, les exigían la entrega de las armas y rompían los pactos y el tratado firmado con Muhammad XI, Boabdil. Los cristianos empezaron por tomar castillos de la Vega, al tiempo que talaban los campos. Tras infructuosas escaramuzas, los castellanos se retiraron a primeros de junio. Entonces Boabdil recuperó el Padul (al Badul) y toda su comarca, lo que propició que la Alpujarra (al Busarra) reconociera a Boabdil. Al Zagal, huyó a Almería cuando supo que su sobrino se dirigía allí a finales de junio. Aunque los cristianos recuperaron Andarax, Boabdil siguió su campaña victoriosa, pero tuvo que abandonar el cerco de Salobreña y regresar precipitadamente a Granada el 20 de agosto de 1490, porque los castellanos se dirigían a esa ciudad. Durante tres meses se produjeron escaramuzas, destruyendo campos y algunas torres de los alrededores.

            Entonces al Zagal decidió abandonar su precario señorío y atravesar el mar para dirigirse a Orán; junto a numerosas familias y musulmanes, que lo hicieron con los medios puestos a su disposición por el monarca castellano.

            En 1491 los castellanos prepararon la ofensiva final. El 22 de abril de 1491 saquearon y destruyeron diversos lugares del Padul y las Alpujarras, con objetivo de cortar una de las más ricas fuentes de abastecimiento de la capital. El sitio de Granada comenzó el 26 de abril y el real se estableció en la Alquería de Gozco (Gutqu), donde al poco un fuego lo destruyó y se levantó una ciudad fortificada para acoger al real, bautizada por la reina con el nombre de Santa Fe. Los cristianos tomaron y arrasaron los alrededores de la capital, sucediéndose los combates y enfrentamientos que fueron mermando el ejército y las fuerzas de Granada.

            La llegada del invierno detuvo las hostilidades, pero en Granada el hambre y la escasez aumentó enormemente al no poder llegar ya los víveres de la Alpujarra. Los granadinos vieron que el enemigo pretendía reducir la ciudad por hambre y no por la fuerza de las armas. Cuando la penuria de alimentos se hizo casi intolerable, los granadinos solicitaron al emir que se entablaran negociaciones con el rey cristiano para pactar la rendición, aunque Boabdil y sus ministros ya habían iniciado las conversaciones con los Reyes Católicos. Tras numerosas entrevistas y contactos, en su mayor parte secretos, llevados a cabo por Hernando de Zafra y Abu l Qasim al Mulih, se acordaron las capitulaciones el 25 de noviembre de 1491. En ellas se contemplaba el derecho de los granadinos a permanecer en Granada con todas sus posesiones, en el mismo régimen fiscal y con libertad de religión, jueces y costumbres. Al mismo tiempo, para los que quisieran emigrar, se les facilitaba durante tres años pasaje libre y gratuito con todas sus pertenencias o el producto de su justa venta.

            La entrega de la ciudad prevista para mayo de 1492, se adelantó por presiones castellanas. El día anterior a al entrega. El 1 de enero, Granada tuvo que enviar al real de Santa Fe quinientos rehenes. Esa noche, los negociadores nazaríes condujeron en secreto, para no alterar los exaltados ánimos de los granadinos, a un contingente cristiano capitaneado por Gutierre de Cárdenas al interior de la Alhambra, que ya había sido desalojada. Al amanecer del día 2 de enero de 1492, el emir entregó, en el salón del trono, la torre de Comares, las llaves de la ciudad palatina a Cárdenas. Horas después, a las tres de la tarde, Muhammad XI, Boabdil, abandonaba la que había sido la última capital de al Andalus y, tras rendir homenaje a los Reyes Católicos a las puertas de la ciudad, se dirigió al principado que las capitulaciones le otorgaban en las Alpujarras. El 6 de enero, los Reyes entraron en Granada y establecieron el gobierno y la administración de la ciudad.

            La toma de Granada tuvo un considerable eco internacional y se realizaron celebraciones en Roma y Nápoles, mientras que en Venecia y Londres se congratulaban de la conquista cristiana, que se vivía como una revancha contra el Islam por la derrota sufrida cuarenta años antes con la toma de Constantinopla por los otomanos en 1453. En cuanto a la población granadina, muchos notables y personajes políticos importantes se convirtieron al cristianismo para mantener su elevada posición social, si bien gran parte de la nobleza había emigrado al Norte de África, en donde algunos de ellos fundaron la ciudad de Tetuán. Otros muchos musulmanes, emigraron tras malvender sus propiedades, temiendo la violación flagrante y absoluta que los Reyes Católicos, efectivamente realizaron a los pocos años, de las promesas y garantías aseguradas en las capitulaciones.
            Boabdil se estableció en su principado de la Alpujarra, pero en octubre de 1493 se embarcó con su familia en el puerto de Adra para instalarse en Fez, donde construyó algunos palacios. Allí murió en 1553-1554 y sus descendientes acabaron viviendo de lo instituido para los pobres y menesterosos. La caída final de la Granada nazarí, aparece estrechamente vinculada a las luchas internas y el poder militar de Castilla. Los Reyes Católicos, aprovecharon y fomentaron las querellas políticas nazaríes y la guerra civil entre los dos bandos que se disputaban el poder, agrupados en torno a Boabdil y al Zagal. Así, mientras favorecían las divisiones internas en el ámbito político, en el campo militar aumentaba su superioridad tanto numérica como táctica y en armamento mediante el uso y desarrollo de una gran artillería. Al mismo tiempo, saboteaba la economía y la moral del enemigo devastando sus tierras y fuentes de suministro. Frente a ello, se puso de manifiesto la elevada capacidad de resistencia de Granada y su conquista se reveló como una empresa mucho más difícil y costosa de realizar de lo que, a primera vista, las fuerzas de ambos bandos hacían presuponer. Ello fue debido, entre otras razones, a que no podía ser una guerra de grandes batallas campales, sino de asedio y desgaste, de conquista lenta y progresiva de las plazas y ciudades fortificadas que cubrían el territorio. Pese a todo, Granada no fue tomada por la fuerza de las armas y consiguió resistir mucho más tiempo del que esperaba. Los cristianos sólo pudieron alcanzar su objetivo mediante la negociación y el pacto. Pacto mediante el que concedieron unas solemnes y respetuosas capitulaciones, cuyas cláusulas, a pesar de las promesas y juramentos, no tardaron en infringir pues, pronto, empezaron a violar las condiciones estipuladas.
            Fue el final del emirato nazarí y, con él, al Andalus desaparecía como entidad política y pasaba a ser un brillante y nostálgico recuerdo de un pasado glorioso, pasado que ya solo habitaba en las numerosas obras que durante su existencia se crearon y en los libros que sobre su historia y cultura después se han escrito. Pervive en los muros de la Alhambra, cubiertos de versos y poesía. Sin embargo, su desaparición política no impidió su prolongación social con los moriscos, y, su permanencia cultural e intelectual, a través de su rico legado y la huella y aportación que ha dejado en diversos y numerosos ámbitos de la cultura hispana y europea.

Fuente: Nubeluz y WikipediA
Imagen: Pinterest

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