La Grande Armée Napoleónica
Grandes cantidades de tinta, se han
utilizado para analizar los éxitos de los ejércitos franceses, comandados por
Napoleón Bonaparte. Es indudable que, una gran parte del éxito, se debe a sus
genialidades, ya que era capaz de encontrar una solución, ante cualquier situación.
Pero hay que darle el mérito de haber creado nuevas formas de hacer la guerra.
Merito que colocará, durante años, al ejército francés, a la cabeza de los
demás ejércitos europeos. Analicemos algunas de estas medidas.
Una de las primeras cosas que se le
presenta al mando de cualquier ejército decimonónico y, en la actualidad,
también, es el conocimiento del terreno, para poder colocar sus unidades en las
mejores posiciones para su utilización. El ejército napoleónico, fue el primero
en utilizar mapas a escala 1:100.000, algo impensable hasta ese momento. En
esos mapas, sus ayudantes, marcaban las posiciones de sus unidades y las de las
enemigas. Uno de los hombres que lo hizo posible, fue el general Berthier,
junto al general Bacler D’Alber, jefe del gabinete topográfico del Emperador.
Hasta que Napoleón cambió las
estructuras, los ejercito se organizaban en Regimientos, con él pasaron a
formar Divisiones. Las Divisiones eran grandes unidades, que contaban con
diversas armas y servicios, pudiendo operar autónomamente. Contaban con varios
Regimientos, con lo que desaparecían los problemas de descoordinación entre
ellos. Estas Divisiones formaban un gran ejército que, a pesar de su tamaño, se
desplazaba a gran velocidad. Cambió el paso de marcha de los 70 tradicionales
por minuto a 120 pasos. Un ejemplo de su gran agilidad, le tenemos en 1805,
cuando concentrada la Grande Armée, en la costa del Canal de la Mancha, para
afrontar la deseada invasión de Inglaterra. Napoleón conocedor de los ejércitos
que estaban a sus espaldas dispuestos a presionarle, decidió batirlos. Desplazó
su ejército, cruzando el Rhin el 25 de septiembre, y un mes después obtenida la
victoria de Ulm, antecedente de la aplastante victoria de Austerlitz. Había
recorrido 1.700 kms en tres meses, llegando a tiempo de infligir dos sonoras
derrotas al enemigo.
Otro de sus grandes decisiones se
produce al hacerse cargo de un ejército pobremente equipado, y que además,
tenía pocas posibilidades de recibir suministros, pues la República Francesa
estaba en bancarrota. Lejos de amilanarse, decidió que su ejército se
alimentara, sobre el terreno, de todo aquello que pudiera obtener por sus
propios medios. Incluso las armas y municiones, sus principales proveedores
eran los ejércitos enemigos. Y la soldada de sus hombres, la obtenían con el
botín de cada una de las ciudades conquistadas. Esto que en un principio, era
una situación coyuntural, se convirtió en una norma en años y campañas siguientes.
Además tenía una ventaja más, eliminaba gran parte de las líneas de suministro,
con lo cual sus ejércitos ganaban movilidad.
Tras los desastres de la Guerra de
los 7 Años, algunos oficiales franceses propusieron reformas de la rígida
táctica de la infantería, sustituir las líneas por columnas para conseguir
mayor velocidad y flexibilidad en las maniobras y aprovechar el efecto de choque.
Este cambio ofrecía una solución a los encargados de adiestrar al nuevo ejército.
Las complejas evoluciones del orden en línea y el fuego por pelotones requerían
demasiado tiempo, era más sencillo instruir a los nuevos reclutas a marchar en
columna y atacar a la bayoneta. Al ganar experiencia, mejoró el tiro y los
cambios de formación, hasta hacer todo lo que hacían los ejércitos enemigos, y
encima mucho más rápido. Además, está la introducción masiva de la infantería
ligera, desplegada en líneas de tiradores, que hasta ser adoptadas por el enemigo,
supuso una contribución decisiva a la victoria de las armas francesas, al debilitar
con su fuego a la línea enemiga antes del ataque de la infantería.
Pero además Napoleón fue un visionario,
adoptando la Artillería como algo fundamental. Dotó a su ejército con las mayores
concentraciones artilleras, vistas hasta entonces. Ponía mucho empeño en contar
con mayor número de piezas que el enemigo. En Wagram, en 1809, Napoleón dispuso
de 554 cañones, mientras que el ejército austriaco, sólo pudo oponerle 414. Con
el poder artillero de su parte, tuvo la firme convicción de destruir el
ejército enemigo, por encima de la simbología, que podría suponer, la conquista
de ciudades enemigas o cantidad de territorio.
En 1812 el ejército ruso mandado por
Mihail Barclay de Tolly, supo analizar la estrategia de Napoleón y, para
contrarrestarlo, puso en práctica la táctica de tierra quemada. Aunque el Zar,
deseoso de aniquilar el ejercito que se le estaba viniendo encima, sustituyó a
Barclay de Tolly, por el general Kutuzov, con la oren expresa de plantar batalla
en Borodinó, también conocida como batalla del río Moscova. Napoleón espoleado
por librar la batalla que le había negado, ordenó un ataque frontal sin maniobra ni táctica alguna. Fue la
mayor y más sangrienta batalla de todas las Guerras Napoleónicas, enfrentando a
cerca de un cuarto de millón de hombres.
Otra de las novedades de actuación
era que, tras cada batalla, sabía explotar estratégicamente la victoria.
Gracias a su superior movilidad, parecía que hubiera puesto, anticipadamente
las blitzkrieg (guerras relámpago), en 1806, se apoderó de toda Prusia en dos meses. La agresividad en la explotación de sus victorias era algo nuevo en Europa.
Otro aspecto a tener en cuenta fue
que, al ser un ejército con orígenes republicanos, era meritocrático, es decir,
se ascendía por méritos en combate. Muchos de sus mariscales eran de origen humilde,
Joaquín Murat era
hijo de un posadero, André Masséna de
un tendero. Esto era inimaginable en los demás ejércitos europeos, en que el
rango y el empleo se compraban o se heredaban, y quienes carecían de un título
nobiliario tenían cerrado el acceso a la oficialidad.
Fuentes:
Foros de temas militares.
Imagen:
Pinterest
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