Juana I de Nápoles, esposa de Jaime IV


Juana de Anjou-Sicilia, nació en Nápoles en 1326, era hija de Carlos de Anjou, duque de Calabria y primogénito de Roberto I de Nápoles. Al morir su padre, el mismo año de su nacimiento, se transformó en duquesa de Calabria, al tiempo que heredera del Reino de Nápoles. Cuando contaba siete años de edad se la comprometió en matrimonio con, otro príncipe angevino, su primo Andrés de Hungría, segundo hijo varón de Carlos I de Hungría, con el primordial fin de mantener a la familia en el trono napolitano. 

Al morir el rey Roberto de Nápoles, era su voluntad que Andrés de Hungría debía heredar el trono napolitano, basándose en que el rey Roberto había desplazado a su hermano, abuelo de Andrés, Carlos Martel de Hungría. Juana que, por entonces, contaba con 16 años de edad, apoyada por la nobleza, se opuso a la voluntad de su abuelo. Al ser el Reino de Nápoles feudo de la Santa Sede, intervino el Papa Clemente VI, quién por medio del cardenal Américo San Martín, anuló los derechos de Andrés y coronó a Juana. Un año después, Andrés fue asesinado en Aversa, sin saber si fue por intervención de la reina, lo cuál provocó una nueva tensión, esta vez con otros primo de Juana, el soberano húngaro Luis I. 

Luis reclamaba el trono napolitano para su hermano menor Esteban de Anjou de Hungría, por lo que declaró la guerra a Nápoles, aunque esta campaña duró escasamente un año, al aparecer la Peste Negra. Lo cual trajo consigo la retirada de los ejércitos húngaros. Más no estaba dispuesto Luis a que, la cosa acabara así, y entre los años 1348 y 1349 mantuvo una nueva campaña, en la que derrotó a las fuerzas que defendía los derechos de Juana I. La situación era complicada para Luis I, en primer lugar la distancia, hacía complicado mantener en control; y en segundo lugar, no estaba interesado en enfrentarse a la Santa Sede, por lo que tuvo que pactar con la reina napolitana. 

En 1346, Juana, había contraído de nuevo matrimonio, esta vez con Luis de Tarento, primo de su padre, que seria coronado como correy de Nápoles, pero que moriría en 1362, sin dejar herederos varones, razón por la cuál, sus derechos pasaron a su hermano menor. Juana, en su afán de buscar un heredero, quedará viuda dos ves más, tras sendos matrimonios, el último de los cuales será con Jaime IV de Mallorca. En 1348, agradeciendo el apoyo que le había prestado el Papa, venderá al papado la ciudad de Aviñón. 

El trágico final de Juana I de Nápoles, se produce tras el Cisma de Occidente, en el que tomó partido por el Papa de Aviñón, Clemente VII. El Papa napolitano, Urbano VI, la depuso, razón por la que los napolitanos la abandonaron, cayendo prisionera y, siendo estrangulada por orden del nuevo rey Carlos III, el año 1382, en Aversa. 



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