Castillo de Hinojosa de la Sierra
Entre el caserío de Hinojosa de la Sierra destacan los restos de un antiguo castillo, que se encuentra en estado de ruina progresiva, y que denotan que la villa fue de señorío. En 1440 la villa, junto a otras localidades próximas, fue donada por doña María de Aragón, esposa del rey Juan II de Castilla, al aposentador real Rodrigo de Vera. El Concejo de Soria entonces solicitó a la reina que revocase la cesión y comenzó una época de disputas y levantamientos contra el nuevo señor. Sin embargo, la villa pasó definitivamente a poder de Rodrigo de Vera que construyó el castillo con el dinero obtenido de dote de su esposa doña María de Contreras.
El matrimonio no tuvo descendencia por lo que el señorío recayó finalmente en la sobrina de doña María, que casó en segundas nupcias con don diego Hurtado de Mendoza, viudo también. Ambos aportaron hijos al matrimonio y se produjo un enlace entre hermanastros por lo que en el último cuarto del siglo XVI el castillo pertenecía a los Hurtado de Mendoza, tras confiscar los Reyes Católicos esta propiedad a su señor, Fernando Pareja, en 1475. Como muchos de los castillos y fortificaciones medievales, su fábrica ha servido posteriormente de cantera para levantar otros edificios, en este caso el palacio de los Hurtado de Mendoza, abandonando el castillo.
Los restos del castillo actuales del castillo se localizan en la zona más elevada del pequeño cerro que ocupa la localidad, dominando claramente las tierras circundantes, en la vega del río Duero, elemento que seguramente fuera esencial para la instalación en el lugar de la construcción principal.
De su estructura destaca la Torre del Homenaje, del siglo XV, elemento fortificado y de carácter defensivo del castillo junto con la muralla que lo rodeaba. La planta del castillo es rectangular y estaba construido con sillarejo y mampostería reforzada con sillares en las esquinas. Quedan, en la actualidad, restos de un doble recinto amurallado, con forma trapezoidal al exterior, que presentaría torreones circulares en cada una de las esquinas, de los que conserva uno en su ángulo noroeste, confrontando con los restos de otro en el ángulo noreste.
Los vecinos llaman a lo que resiste de la fortaleza palacio castillejo, para distinguirlo de la casa noble. La única esquina del torreón que permanece en pie muestra el alarde de una garita volada para tiro de artillería. También sus muros rotos guardan vestigios el pasado residencial de este castillo: miradores, chimeneas e incluso la delicadeza de un ventanal ajimezado, muy propicio para la melancolía de los crepúsculos.
Los que estéis interesados
podéis
adquirirlos
en los
siguientes enlaces:
Tapa blanda (8,32€)
Versión Kindle (3,00€)
Ramón Martín
Comentarios
Publicar un comentario