Ciudadela de Rosas, Gerona

Acceso por la Puerta del Mar

La Ciudadela de Rosas es una fortaleza que albergaba la ciudad, antes de que sus habitantes urbanizaran el exterior de sus murallas y quedara así, su interior despoblado. La fortificación actual fue construida a mediados del siglo XVI por orden del Emperador Carlos I para protegerla de los ataques de franceses y corsarios. 

Fundada (Rhode) por colonizadores griegos provenientes de Massalia (Marsella) a principios del siglo IV a.C. como establecimiento comercial, en un territorio habitado por íberos. A finales de ese mismo siglo y durante el siguiente su desarrollo permitió que, en competencia con su vecina Ampurias (Emporiom), acuñase monedas, dracmas y divisores de plata e incluso algún calco de bronce. Sus monedas características, en las que aparece la leyenda POΔHTΩN, tienen el busto de Aretusa-Artemis en el anverso y una rosa en el reverso. De esta época quedan restos del barrio helenístico, con talleres de cerámica y metales. 

Los romanos ocuparon la zona durante las Guerras Púnicas, que libraron contra los cartaginenses. Si bien en los primeros momentos, Roma respetó los derechos, leyes y libertades de los indígenas, el apoyo de éstos últimos a los cartaginenses provocó el asedio y posterior saqueo de la ciudad por parte del ejército romano bajo el mando de Marco Poncio Catón a principios del siglo II a.C. Tras las guerras, la colonia romana se estableció en el espacio ocupado por el antiguo asentamiento griego, comenzando una época de prosperidad comercial para la ciudad de Rosas que duró prácticamente hasta la caída del Imperio. Según descripciones de la época, la ciudad contaba con un templo a la diosa Minerva y, en las montañas de sus alrededores, un templo de Venus. Rosas obtuvo el título de municipio durante la segunda mitad del siglo I d.C. Los habitantes desarrollaron una extraordinaria industria cerámica, además de la cría de vacas, cerdos y ovejas, diversa producción agrícola y salazón de pescado. 

Con la caída del Imperio y comienzo de la Edad Media, Rosas fue ocupada por los visigodos, quienes fundaron en el siglo VII un castro o ciudadela sobre uno de los picos de la montaña de Puig Rom, fortificando una colina mediante dos torres cuadrangulares, situadas a los lados de la puerta de acceso al conjunto. La muralla se construyó mediante dos muros de piedra entre los que se introdujo un relleno de tierra y piedra. El castro se mantuvo en uso durante poco tiempo, concluyendo su vida alrededor del primer cuarto del siglo VIII. 

Rosas fue ocupada brevemente por los árabes y después por los francos, quienes establecieron el condado de Ampurias, principal dominio feudal de la región hasta la abolición del régimen señorial a mediados del siglo XIX. Los condes ampuritanos abandonaron la vieja ciudad de Ampurias por su exposición a los ataques de los normandos, y fundaron una nueva capital fortificada tras los pantanos y las lagunas, Castellón de Ampurias y, en la baja Edad Media, promovieron Rosas como principal puerto de sus dominios. 

Ciudadela

La fundación del monasterio de Santa María por monjes benedictinos, cuyos restos ocupan parte de la ciudadela, se llevó a cabo a finales del siglo X. Dependiente del monasterio de San Pedro de Roda, la comunidad monástica se agrupó en el año 960 en la iglesia de Santa María de Rosas, tras haber sido atacada en varias ocasiones por piratas sarracenos, y se convirtió en una importante abadía al contar con la protección del Conde de Ampurias y del Rosellón, Gausfredo I. En el año 976 la abadía recibió los derechos de pesca en el cabo Morell, además de derechos sobre naufragios que ocurrieran en esas aguas y diversos bienes, siendo el origen de la ciudad de Rosas aunque el dominio sobre la villa no le fue concedido hasta 1362. 

La iglesia del monasterio, que data de 1022, era de planta basilical, tres naves con transepto y tres ábsides. La cubierta era de bóveda de cañón en la nave central mientras que en las naves laterales era bóveda de un cuarto. En los muros interiores son visibles decoraciones lombardas y una serie de arcos ciegos. Quedan también restos del claustro y de algunos edificios monacales. 

La villa de Rosas fue adquiriendo importancia como centro comercial. Unido esto a su evidente importancia estratégica, que la convirtió en un objetivo militar a defender de los piratas musulmanes y de los invasores franceses, quienes ya a finales del siglo XIII –en el marco de la cruzada contra la Corona de Aragón- habían ocupado la población y comenzado la invasión del Ampurdán hasta alcanzar Gerona, siendo derrotados en las aguas de la bahía por una flota aragonesa comandada por Roger de Lauria, quien liberó Rosas después de haber sido incendiada por los franceses. El pueblo fue fortificado en 1402 para protegerse de nuevos ataques piratas por el mar o invasiones francesas por tierra. 

Antigua Abadía

La creación del imperio de los Habsburgo hizo del puerto de Rosas y del golfo en general un punto vital en las comunicaciones. El propio emperador Carlos I se dió cuenta de la importancia estratégica de la villa al realizar un viaje por mar de Barcelona a Génova, decidiendo fortificarla conforme los criterios defensivos más avanzados de la época. En un principio, las defensas de Rosas se reforzaron según un proyecto realizado por Luis Pizaño, capitán general de artillería e ingeniero militar español que también intervino en las fortificaciones de Pamplona, San Sebastián, Fuenterrabía, Ampurias o Perpiñán. Se decidió aumentar la protección mediante cuatro baluartes de obra de piedra, aprovechando parte de la muralla medieval. Posteriormente, en el año 1552, el propio emperador, ordenó la construcción de la Ciudadela de Rosas, que sería el centro de un sistema defensivo general de todo el golfo (con el castillo de la Trinidad y las torres artilladas de Norfeu, de l'Escala y de Montgó). En 1553, el ingeniero italiano Giovanni Batista Calvi se incorporó a la dirección de las obras y se define la configuración final de la plaza fuerte, con un nuevo perímetro pentagonal defendido con cinco grandes baluartes de obra de piedra. Se trata del mismo ingeniero que proyectó las defensas de Dalt Vila, en Ibiza, Barcelona, Cádiz o Gibraltar.

Varias décadas más tarde, la plaza fuerte de Rosas volvió a sufrir transformaciones. Para ello, se modificó el curso de las antiguas rieras que pasaban al lado de la muralla medieval, derribándose además gran parte de ésta última y construyéndose nuevos edificios para satisfacer las necesidades militares y albergar a los tropas encargadas de su defensa. 

Arsenal

La decadencia del cenobio de Rosas comenzó en el siglo XVI, en 1588, a causa de una epidemia de peste, se abandonaron las residencias de los monjes, que fueron saqueadas. En 1592, por orden papal, quedó unido como priorato al monasterio de Santa María de Amer. En 1792 fue abandonado por los religiosos que aún residían en él y en 1793 las tropas napoleónicas destruyeron el edificio. Por su parte, la ciudadela, en cuyo interior se albergaba la totalidad del área urbana, fue parcialmente destruida durante la Guerra del Segadors y el posterior periodo de ocupación francesa, abandonado sus habitantes la misma y trasladando el núcleo urbano al norte de sus murallas, mientras que el uso militar de la ciudadela se mantuvo hasta la invasión napoleónica, a cuya finalización, el ejército francés dejó la fortaleza inutilizable. 

Durante el siglo XIX y primera mitad del XX, el recinto permaneció prácticamente abandonado y a merced de los saqueadores. El Estado Español declaro como protegido el conjunto en 1949, estudiándose los yacimientos griegos y romanos y, posteriormente, el medieval, en sucesivas campañas arqueológicas. El recinto amurallado y los restos arqueológicos fueron abiertos al público en 1991. 

La Puerta del Mar (siglos XVI-XVII) era la entrada principal al recinto, situada en el paño de muralla orientado a levante. Estaba protegida con barbacanas y un puente levadizo que salvaba el foso. En su interior se encontraban las dependencias de guardia de los oficiales y soldados. El núcleo central del recinto estaba ocupado por el Patio de Armas (siglos XVI-XIX), un gran plaza rodeada por edificios de uso militar: hospital, cuarteles, arsenal, almacenes. 

En la zona norte de la ciudadela hay excavaciones arqueológicas que han descubierto los restos de un gran Edificio Tardorromano (siglos IV-VI) con un gran patio central abierto al mar y salas destinadas a la salazón de pescados. Dicho edificio estaba situado al borde del mar en el momento de su construcción. En la misma zona, aunque en un estrato inferior, se encuentran los restos del Barrio Helenístico (siglos IV-III a.C.). Se trata de un barrio de traza ortogonal, que amplía el primitivo núcleo griego situado sobre la colina de la iglesia de Santa María. En este barrio griego se producían cerámicas y metales. 

Ruinas romanas sobre griegas

Los soldados que defendían Rosas se albergaban en los Cuarteles de Infanteria año 1598). Estos cuarteles se construyeron para evitar las molestias que ocasionaba el alojamiento de los mismos en las casas de los habitantes de la plaza. 

Aproximadamente en el centro de la ciudadela se encontraba el Barrio del Puerto (siglos IV-VII), compuesto por casas adosadas al muro que delimitaba una antigua riera que fue desviada siglos después y en cuya desembocadura se encontraba el puerto. A su lado, los restos de la Muralla Griega (siglo III a.C.), construida como defensa y dique de la riera, delimitando el núcleo griego de la colina de Santa María, y que se levantó en época de la segunda Guerra Púnica.

El Arsenal (siglo XVII) era un gran edificio adosado a un tramo de la muralla medieval, en el que aún se observan las saeteras y una torre cuadrada. 

En el paño de poniente del recinto fortificado, opuesto al mar, se encuentra la Puerta de Tierra (siglos XVI-XVII), que permitía el acceso al foso inundable y a las defensas externas, formadas por revellines y contraguardias. En una zona próxima a ella, sobre una pequeña colina, se construyó la iglesia de Santa María (siglo XI), ocupando el espacio donde antes hubo sucesivos templos desde época griega, justo en el núcleo más antiguo. Más adelante estuvo el Cuartel de Caballería, levantado sobre el cementerio de una iglesia paleocristiana que formaba parte del recinto Monacal (siglos X-XI), del que aún quedan parte de sus fachadas, de la muralla y de una torre circular que defendían la iglesia, el claustro y el resto de dependencias del cenobio. 

El barrio Medieval (siglos XI-XVII) estaba protegido por murallas y tenía al monasterio como edificio principal. Actualmente quedan restos de distintas construcciones de esa época, principalmente viviendas, y de sus calles empedradas. El recinto fue abandonado progresivamente tras el sitio de francés de 1645, trasladándose a la villa actual. 

El Fortín (siglo XIX) fue el último elemento de defensa de la ciudadela, construído cuando ya estaba prácticamente sin uso. Se aprovecharon el baluarte de San Juan y algunas torres de la Muralla Medieval (siglo XIV), cuya fachada a levante era la más protegida con cinco torres circulares, dos de las cuales se encuentran hoy derruidas. 


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