La Anunciación de El Greco
Realizado entre 1597 y 1600. Óleo sobre lienzo de 315 X 174 cm.
Pintada para el retablo mayor del Colegio de la Encarnación (Madrid), un seminario agustino más conocido por el nombre de su fundadora, doña María de Córdoba y Aragón. La Anunciación se encontraba en la parte central del piso inferior del retablo, flanqueada por la Adoración de los Pastores(actualmente en Bucarest) y el Bautismo, mientras que en el centro del piso superior se situaba la Crucifixión, y a ambos lados de esta la Resurrección y el Pentecostés. En esta obra el arcángel Gabriel se dirige a María en el interior de un espacio doméstico que ha sido ocupado por nubes y un nutrido grupo de ángeles que acompañan al Espíritu Santo, la blanca paloma que aparece en el centro. Gabriel está de pie a la derecha de la composición, frente al espectador, con el torso girado hacia la derecha y los brazos entrecruzados sobre el pecho. María contempla al arcángel con gesto sereno y las manos extendidas. Está arrodillado sobre un estrado, ante un atril donde descansa un libro abierto, que sugiere que la milagrosa aparición ha interrumpido un momento de lectura. Entre las dos figuras principales, en primer término, un cesto de costura contiene arrebujados un paño blanco y otro carmesí. Detrás, un zarzal con algunas ramas ardiendo. Coronando la composición ocho ángeles adultos, sentados sobre nubes, ofrecen un concierto. El Greco había tratado el tema de la Anunciación en una decena de ocasiones; cuatro de ellas con anterioridad a esta tela del Prado. En la Anunciación madrileña el Greco culmina un proceso de transformación del episodio en el que simplifica la escenografía, depura la composición y subraya la presencia celestial dando espectacular protagonismo a la luz y el color. Sin embargo, la base compositiva e iconográfica de la Anunciación está tomada de una creación de Tiziano divulgada a través de una estampa de Cornelis Cort: una Encarnación pintada para la iglesia de San Salvador de Venezia, también de la orden agustina, realizada hacia 1564-65, y en la que, además de la composición misma, se mantiene el protagonismo de la luz y la importante presencia angélica. El artista incluyó en varias de sus composiciones, sobre todo de temática mariana, ángeles músicos que, por lo demás, eran bastante frecuentes en la representación de la Anunciación a lo largo de todo el siglo XVI, a buen seguro por influencia de algunos evangelios apócrifos, como el Evangelio armenio de la Infancia que describe la alegría celestial en términos musicales: Y luego que la Virgen recibió el anuncio de su concepción por el Espíritu Santo, vio a los coros angélicos que le entonaban cánticos de alabanza (V. II). En esta tela, los instrumentos que tocan los ángeles forman una curiosa agrupación, sustentada entre las nubes que inundan el espacio de la composición. Los músicos se aprietan en círculo, en torno al ángel de la izquierda que lleva un libro de música y ejecuta con la mano derecha el característico gesto de dirección. Los otros ángeles llevan una flauta dulce, un arpa gótica, un laúd, un virginal y una viola da gamba. Los ademanes de estos músicos, la elegante concentración que destilan, invitan a pensar en un concierto real, aunque tal idea deba descartarse por la mezcla de instrumentos. El virginal estaba relegado a círculos femeninos, y dentro del mundo religioso sólo se utilizaba en conventos de monjas. Su representación aquí es imaginaria, dado que ni la forma de la caja ni el minúsculo teclado se corresponden con la realidad. El arpa gótica por su parte es uno de los instrumentos bíblicos por excelencia, asociado al rey David. Los instrumentos más característicos de la música sacra, los de viento, estarían aquí tímidamente representados por la flauta dulce. Podría interpretarse que tal mezcla de instrumentos pretendiera simbolizar toda la música, la sacra y la profana, participando en un concierto extraordinario en el único lugar donde esa música es posible, el cielo, que se convierte así en un espacio de fiesta.
FUENTE: Museo de El Prado
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