La Crucifixión de Juan de Flandes

Realizado entre 1509 y 1519. Óleo sobre tabla, 123 X 169 cm.


    Al representar la imagen de la Crucifixión en el retablo mayor de la sede palentina, Juan de Flandes optó por el tipo iconográfico, y lo redujo a sus elementos esenciales. En el eje de la composición, en un plano paralelo al de la superficie del cuadro, dispuso a Cristo clavado con tres clavos en la cruz. Lo muestra muerto, con la corona de espinas y la sangre manando de sus heridas, trató de dar una imagen lo más conmovedora posible. Sin embargo, como suele ser bastante frecuente en los primitivos flamencos, Cristo no evidencia en su cuerpo las huellas sanguinolentas que le hicieron al despojarle las vestiduras.

    La nube oscura que cubre la parte superior de la tabla, evoca las tinieblas que cubrieron la tierra cuando Cristo expiró entre las horas sexta y novena -desde las 12:00 hasta las 15:00- y ocultaron el sol. La presencia de la nube sobre el Calvario ocultando el sol, no deja lugar a dudas acerca del momento elegido por Juan de Flandes para representar la Crucifixión del Prado. El pintor flamenco muestra en esta tabla a Cristo muerto en la cruz, sitúa la acción cuando el cortejo ha abandonado ya el Gólgota camino de Jerusalén y solo quedan junto a la cruz, mostrando su dolor, los parientes y discípulos de Cristo, a su derecha -la Virgen, San Juan, la Magdalena y las dos Marías, a su izquierda -el soldado de espaldas con la lanza, el centurión a caballo y el jinete que lo acompaña-.

    En el grupo de los parientes y seguidores de Cristo destaca la Virgen, sentada sobre una piedra, con el rostro cubierto de lágrimas, a punto de perder el sentido. De espaldas a Cristo, a la derecha de la Virgen, se encuentran las otras dos Marías, María Cleofás y María Salomé, con el rostro cubierto de lágrimas. Una está de pie, junto a la Virgen, en un nivel más bajo que ella, con las manos juntas en actitud orante; y la otra, tras ella, de pie sobre la terraza rocosa, con las manos separadas como la Magdalena. A la izquierda, en el extremo de la tabla, Juan de Flandes representa a San Juan, el discípulo amado, de pie, sobre la terraza. Como la Virgen, experimenta a solas su dolor, a distancia de Cristo y con las lágrimas cayéndole en el rostro.

    En el centro de la composición, en primer plano, Juan de Flandes dispone una calavera y un fémur. Los destaca, al situarlos en alto, por encima del nivel de la terraza, y separarlos de las otras dos calaveras y otros huesos que aparecen semiocultos sobre ella. Sin duda, la primera calavera es la que la leyenda identifica con la de Adán, que habría sido enterrado en el Gólgota, en el mismo lugar en el que se elevó la cruz de Cristo.

    El aumento de tamaño de las figuras, en proporción a las dimensiones del cuadro, que experimentan todas las obras palentinas de Juan de Flandes conlleva también un aumento de volumen al que contribuyen en gran medida las vestiduras, dotadas en ocasiones con amplios pliegues, como se puede comprobar en la Crucifixión, sobre todo en la Virgen.

Comentarios

  1. Encontré este mismo articulo en otra página, esta idéntico y este fue subido después desconozco como fue la situación pero no es bueno plagiar y como ya dije desconozco si este articulo en verdad es suyo

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  2. Este artículo lo he publicado yo y le aclaro. Es muy normal que una obra de un autor tan conocido como Juan de Flandes y más siendo esta, que es de las mas conocidas sean publicadas por diversas fuentes, y de ninguna manera, son un plagio ni una ni otra. Veo que usted es nuevo en esto, y además comenta como ANÓNIMO. Yo no suelo responder a quienes no declaran su nombre. En su caso he hecho una excepción, porque veo que no sabe de lo que habla. Buenos días.

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