El Arroyo de Leganitos y el Puente del Parque


Una parte de la Historia de Madrid se esconde en su subsuelo. En aquel Madrid antiguo, abrupto y surcado por una enorme cantidad de cursos de agua, uno de los arroyos era el Arroyo de las Fuentes de San Pedro, el arroyo Matrice, que bajaba hacia el Manzanares por un barranco, entre dos colinas, la de las Vistillas y la del Alcázar. El otro era el Arroyo de Leganitos, cuyas aguas corrían junto al cerro donde los musulmanes construyeron su castillo en el siglo IX.

Cuando Felipe II y su Corte llegaron a Madrid en 1561, a los pies de los Altos del Alcázar ya existía un puente que permitía cruzar el tortuoso barranco y el arroyo. El Rey fue adquiriendo terrenos alrededor del Alcázar, acometiendo reformas pata mejorarlos y acomodarlos a sus gustos. Al oeste, los terrenos que bajaban hasta el río eran antiguas huertas que Felipe II ordenó transformar en prado y bosque, convirtiéndose con el tiempo en los Jardines del Campo del Moro.

El Arroyo nacía en el norte de la villa, donde solo existían bosques, cerca de la actual calle de Fuencarral, y bajaba por la calle de los Reyes hasta lo que hoy es la Plaza de España, donde debido al aumento de población y de las edificaciones, en los comienzos del XVII junto a la Fuente se construyó el Puente de Leganitos. Allí se abría el Barranco de Leganitos, arroyo transcurría junto al Camino del Río, actual Cuesta de San Vicente, hasta llegar al Parque de Palacio, actuando como protección natural del Alcázar.

Aquí uno de los dos ramales del Arroyo del Arenal, el que procedía de la Plazuela de los Caños del Peral, se unía al de Leganitos, que entraba en el Parque de Palacio, y desde allí se dirigía al Río. Esa zona del Campo del Moro conserva el nombre de “bosquete del barranco”.

El Puente del Parque, sobre el Arroyo de Leganitos y su afluente el Arroyo del Arenal, era una construcción complicada, con paredones, arcos, ojos… y dos brazos en cuya confluencia se encontraba el acceso a la Puerta del Parque, antecedente de la Puerta de San Vicente. Uno de los brazos del puente estaba situado sobre el Arroyo de Leganitos y cruzaba el Camino del Río, el otro se adentraba en el Parque sobre la unión de ambos arroyos.

En el siglo XVIII se llevó a cabo una gran obra, con el fin de suavizar el desnivel existente entre el Alcázar y el Río, se realizó un aporte de tierras allanando el terreno, creándose el Paseo de la Florida, la Cuesta de San Vicente y la calle Bailén. El arroyo y sus puentes desaparecieron, el cauce de ambos arroyos fue entubado en galerías, que actualmente continúan en uso. Uno de esos colectores sigue el mismo camino que seguía el Arroyo de Leganitos hace siglos entre árboles y cultivos, ahora bajo los edificios, desde su nacimiento hasta el Manzanares.

La pendiente, bajo la tierra, como lo era en la superficie, es muy fuerte, y el agua baja a gran velocidad. Caminando por el antiguo cauce, ahora entubado, llegamos a un espectacular tramo con ciento ochenta y cinco escalones.

En el punto en que se encuentran los antiguos cauces de los Arroyos de Leganitos y del Arenal, a la altura del ya inexistente Puente del Parque, a más de treinta metros de profundidad, descubrimos una serie de arcadas construidas en ladrillo sobre pilares de piedra. Veinticinco arcos perfectos, con un estado de conservación bastante bueno. De tres metros de altura por tres de ancho, bajo una estructura muy poderosa, y antigua, pueden pertenecer al viejo Puente del Parque. Traspasados los veinticinco arcos, llegamos al lugar en que el Arroyo del Arenal llegaba a término, el fin del primitivo cauce del otro arroyo que bordeaba el Alcázar. El mismo lugar donde los brazos del Puente se unían. El espacio es sobrecogedor. Impresiona su magnitud, los arcos fueron construidos sobre las aguas del torrencial Arroyo de Leganitos, y allí continúan, a salvo, en el Museo Subterráneo Matricense. Un museo virtual, pero real.

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