José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia. 10º Presidente en 1835
Segundo Presidente del Consejo de Ministros durante la Regencia de la reina María Cristina de Borbón (1833-1840), desde el 7 de junio de 1835 al 14 de septiembre de 1835.
Nacido en Oviedo, el 26 de noviembre de 1786, y fallecido en París, el 16 de septiembre de 1843. Era hijo de José María Queipo de Llano y de Dominga Ruiz de Sarabia. Pasó su infancia en Madrid, Toledo y Cuenca, ciudad esta última en la que su madre poseía extensas propiedades. Regresó a Madrid en 1797 para dar comienzo a su educación, y en esta ciudad le sorprendió la invasión francesa de 1808. Disfrutaba ya entonces del título de vizconde de Matarrosa y era vocal nato de la Junta General del Principado de Asturias, que le seleccionó como uno de los embajadores que habían de ir a Londres a negociar la inversión de las alianzas. La embajada salió de Gijón el 30 de mayo de 1808 y llegó a Londres el 6 de junio, ciudad en la que permaneció hasta diciembre del mismo año. A su vuelta a España, por haber muerto su padre, heredó el condado.
La Romana
disolvió la junta asturiana, y nombró otra de la que Toreno formaba parte; sin
embargo, éste no aceptó, bien fuera por patriotismo, bien porque su ambición
rayaba más alto. Se trasladó a Sevilla, cerca de la Junta Central, y en enero
de 1810 fue nombrado representante de la Junta de León, y luego de la de
Asturias, ya cerca de la Regencia. Alférez mayor del Principado, fue elegido
diputado a las Cortes de Cádiz por Asturias, cargo que juró el 18 de marzo de
1811, y en las que se hizo notar como orador. En 1814 huyó a Lisboa, y desde
allí se trasladó a Inglaterra. Hizo varios viajes entre Londres y París, y fue
detenido en esta última ciudad en abril de 1816, por suponérsele complicado en
las conspiraciones liberales españolas. No obstante, fue puesto en libertad en
cuestión de dos meses.
En París
comenzó su obra de historiador; Noticia de los principales sucesos ocurridos
en el Gobierno de España, desde el momento de la insurrección de 1808 hasta la
disolución de las Cortes ordinarias de 1814, fue editada en París y Barcelona
en 1820, y tuvo traducción francesa el mismo año. Nombrado embajador en Berlín,
no aceptó, prefiriendo el cargo de diputado por Asturias a las Cortes de
1820-1822; allí se hizo famoso por sus intrigas de pasillo, su ambición y su
egoísmo, constituyéndose en cabeza visible de los moderados. El pueblo bajo no
le perdonaba su hipocresía, sus manejos en Hacienda y sus frecuentes viajes a
París, en donde se dice que jugaba a la bolsa y disfrutaba de la joie
de vivre, aun llenándose de deudas. El 4 de febrero de 1822 fue
insultado al salir del Congreso, junto con Martínez de la Rosa y José Moscoso.
El 28 de
febrero de 1822 marchó a París, en donde estaba cuando tuvo lugar la invasión
de 1823, lo que le convirtió en emigrado. En septiembre de 1825 se dijo que
proporcionaba artículos a Evariste Dumoulin, del Constitutionnel,
y a los redactores del Courier, y un año más tarde corrió
también el rumor de que el conde de Cartagena le consultaba para la redacción
de sus Memorias. Dedicó bastante tiempo a viajar por Europa y comenzó a
preparar su gran libro, la Historia del levantamiento, guerra y
revolución de España (París,
1832).
Regresó a
España en julio de 1833, y residió en Asturias hasta la muerte de Fernando VII.
Procurador por Asturias entre 1834 y 1835, Martínez de la Rosa le nombró
Ministro de Hacienda el 18 de junio de 1834, cargo que ejerció hasta el 13 de
junio de 1835. Se dice que cuando ocupaba este puesto se dejó sobornar por la
Casa Rothschild, lo que contribuyó a consolidar su fama de gran ladrón.
Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Estado, del 7 de junio al 14 de
septiembre de 1835, fue su política la de lograr una intervención extranjera
que, so pretexto de acabar con la guerra civil, evitase la revolución. Se casó
entonces con María Pilar Gayoso de los Cobos y Téllez Girón, hija de los
marqueses de Camarasa.
La
revolución de los sargentos de la Granja en 1836 le hizo emigrar de nuevo a
Londres y a París, pero esta vez regresó enseguida, en 1837 como diputado de nuevo por
Asturias, puesto que ocupó ininterrumpidamente hasta 1840. Por aquel
entonces ya era un opulento magnate e, incluso, fue hecho Grande de España. En
febrero de 1841 volvió a expatriarse, y ya sólo su cadáver regresó a España.
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