El Hundimiento del Cap Arcona


El hundimiento del Cap Arcona y de otros tres buques atiborrados de prisioneros de los nazis y bombardeados por la Royal Air Force en 1945 provocó la muerte de más de 7.500 deportados a manos de sus liberadores. Una catástrofe ignorada por los libros de historia.

Su construcción comenzó el 21 de Julio de 1926 en los astilleros Blohm & Voss de Hamburgo, fue botado el 14 de mayo de 1927 y iniciando su viaje inaugural el 29 de Octubre de 1927. Tenía una Eslora de 206 m, un Manga de 25,8 m y un puntal de 12,8 m, equipado con dos turbinas de vapor y dos hélices, su velocidad crucero era de 20 nudos, mientras que su velocidad máxima alcanzaba los 22 nudos. Su tripulación constaba de 475 marinos y tenía capacidad para 1300 personas. 

Considerado el "Rey del Atlántico Sur", el Cap Arcona, era un vapor rápido de 27.571 toneladas de carga, siendo considerado la nave almirante de la flota de transatlánticos de la HSDG (Hamburg-Südamerikanische Dampfschifffahrts-Gesellschaft) de Hamburgo. Un barco muy lujoso y esbelto, con tres chimeneas rojas y blancas. En su interior, ningún detalle estaba dejado al azar: mobiliario de excelente factura, suite real, camarotes victorianos, jardín de invierno, gimnasio, cancha de tenis... En 1933 era el orgullo del III Reich y navegaba con bandera nazi por todos los océanos. El 25-8-1939 fue incluido al servicio de la guerra. Tras la invasión a Polonia, fue amarrado en el puerto de Danzig, y utilizado como vivienda flotante de la Kriegsmarine. 

En 1944, ante el avance de los soviéticos, recibió la misión de transportar civiles y soldados entre Danzig y Copenhague, pero tuvo una averiar en las turbinas y fue remolcado a un astillero escandinavo, donde repararon sus motores pudiendo regresar a Alemania. Cuando ancló en Lübeck el 14 de abril de 1945, el Cap Arcona era casi inmaniobrable. La Kriegsmarine decidió restituirlo a la compañía marítima Hamburg-Süd.


Allí, anclado en la bahía de Lübeck, se produciría la tragedia marítima más mortífera de la historia. Porque ese mismo día, Heinrich Himmler, jefe de las SS, dio la orden de no dejar ningún deportado vivo en manos de los aliados, para que las atrocidades de los campos de exterminio quedaran ocultas para siempre. Pero la eliminación de los cadáveres era demasiado lenta. Decidieron entonces vaciar los campos sacando a los deportados por las carreteras. Así, el 4 de mayo de 1945, las tropas aliadas encontraron el campo de concentración de Neuengamme completamente vacío. Muchos detenidos fueron asesinados de un disparo en la nuca en las carreteras. Pero algunos lograron resistir a los golpes, la sed y el hambre.

Los dirigentes nazis, en su busqueda de borrar toda huella, decidieron internarlos a bordo de los buques y hundirlos en alta mar. Karl Kaufmann, jefe nazi del distrito de Hamburgo, ordenó a los oficiales de las SS trasladar a los deportados al Cap Arcona. Los cargueros Thielbek, Athen y Deutschland, anclados también en Lübeck, servirían para cumplir con el mismo siniestro objetivo. El 18 de abril de 1945, los SS informaron a los oficiales del Cap Arcona, que se preparaba una "operación especial", sin dar mayores detalles. Posteriormente, el capitán Heinrich Bertram y el capitán del Thielbek, John Jacobsen, fueron llamados a tierra, allí se les explicó con detalle la operación. Jacobsen regresó a bordo y reveló a su tripulación toda la verdad, señaló que tanto el capitán Bertram como él se habían negado a llevarla a cabo. Al día siguiente, Jacobsen fue separado del mando de su buque.

Del 19 al 26 de abril, más de 11.000 deportados fueron llegando a pie al puerto de Lübeck. La Cruz Roja sueca intentó en vano negociar su rescate con Himmler. Comenzaron a embarcarlos el 20 de abril. El SS-Sturmbannführer Gehrig ordenó a Fritz Nobmann, capitán del Athen, llevar a 2.300 deportados y 280 oficiales de las SS y kapos a bordo y transferirlos al Cap Arcona, anclado a 4 kilómetros en alta mar. Nobmann se negó. Pero, amenazado con fusilarle, se resignó a obedecer. Los SS y los kapos subieron a bordo a los deportados. Unas horas más tarde, el Athen abandonaba el puerto y se dirigía hacia el Cap Arcona. Al llegar, el capitán del Cap Arcona, Heinrich Bertram, se negó a embarcar a los detenidos. El Athen permaneció en alta mar toda la noche y debió regresar al muelle a la mañana siguiente, el 21 de abril, sin haber podido transferir a los deportados.


El SS-Sturmbannführer Gehrig comunicó al comandante de las SS Max Pauly la negativa del capitán Bertram. Este a su vez, transmitió la noticia al general de las SS, jefe de la Gestapo de Hamburgo, el conde Bassewitz-Behr, y éste al Gauleiter Karl Kaufmann, comisario del Reich para la Marina. Esa misma noche, Karl Kaufmann envió a su asesor, el SS-Hauptsturmführer Horn, a encontrarse con John Egbert, presidente de la compañía Hamburg-Süd, propietaria del Cap Arcona, para decirle que el capitán Bertram debía obedecer las órdenes o en caso contrario, sería fusilado.

Pasaron cinco días y, el 26 de abril, el teniente comandante Lewinski y el SS-Sturmbannführer Gehrig subieron a bordo del Cap Arcona. El capitán Bertram intentó negociar con ellos, pero estos le dieron el siguiente ultimátum: o autorizaba inmediatamente al Athen amarrar junto al buque y transferir a sus prisioneros, o sería juzgado ante una corte marcial y fusilado. El capitán Bertram finalmente cedió. Bajo órdenes del oficial de las SS Kirstein, los militares quitaron los chalecos salvavidas y los bancos o banquetas que podían utilizarse como balsas, y los guardaron bajo llave en el pañol. Finalmente, subieron a bordo 6.500 deportados y 600 guardias de las SS.

El lujoso barco se transformó en un verdadero infierno. Todos los días morían allí de veinte a treinta deportados. Casi no había comida ni bebida, una chalupa traía agua potable y regresaba a Lübeck con los muertos. 

Debido a la marcha de la guerra, el número de oficiales SS se redujo, siendo reemplazados por miembros del ejército territorial, de entre 55 y 60 años de edad, y de la infantería de marina. El Athen realizó su último viaje al Cap Arcona el 30 de abril, esta vez para sacar prisioneros, ya que incluso los SS no podían soportar más los muertos amontonados y el mal olor. Además, se habían llegado a un acuerdo con la Cruz Roja sueca para facilitar el rescate de los franceses. Unos 2.000 franceses o residentes del imperio colonial francés lograron abandonar el Cap Arcona y el Thielbek, el 30 de abril. Fueron llevados a Suecia y hospitalizados. Ese mismo 30 de abril, los deportados se enteraron de que Adolf Hitler se había suicidado, que Berlín había sido ocupada por las tropas rusas y que la guerra prácticamente había terminado. 


Los acontecimientos se precipitaron. El 3 de mayo, mientras submarinos alemanes se preparaban para disparar los torpedos para hundir el Cap Arcona, irrumpieron los tanques británicos. Dos oficiales británicos se presentaron en la oficina de la Cruz Roja sueca, en Lübeck, para informarse de los detalles de los barcos-prisiones. Tras escuchar un informe, prometieron actuar, lamentablemente, era demasiado tarde, varios aviones de la Royal Air Force (RAF) se presentaron en la bahía de Lübeck. Cuatro escuadras de caza bombarderos Typhoon de la Second Tactical Air Force se ubicaron en posición de ataque. Los nazis colocaron en sus barcos militares banderas blancas, pero mantuvieron la bandera hitleriana en el Cap Arcona, el Athen, el Thielbek y el Deutschland. 

A las 14:30 horas con buena visibilidad, el capitán inglés Martin Scott Rumbold inició el ataque. El primero en recibir el impacto de las bombas fue el Deutschland. Cuatro bombas cayeron sobre el buque produciendo graves daños e incendios, pero fueron rápidamente sofocados, mientras, el capitán extendía sábanas blancas en señal de rendición. Nadie murió en ese bombardeo y tuvieron tiempo de evacuar el barco en botes salvavidas. A continuación la acción se concentró en el Cap Arcona y el Thielbek que sufrieron entre treinta y cuarenta impactos de bombas. El Cap Arcona, incendiado, comenzó a hundirse. Los detenidos sabían que disponían de muy poco tiempo para escapar. Bertram, el capitán, dejó el puente cubierto de humo abriéndose camino a golpes de machete a través de la masa de prisioneros y abandonó el barco. Los SS aterrorizaban a los detenidos disparando sus ametralladoras. Muchos de los botes de salvamento fueron perforados. Sólo uno fue lanzado al mar por los SS para escapar.


Presas del pánico indescriptible, los deportados que no fueron asesinados, se abalanzaron hacia el puente y se arrojaron al agua, la mayoría se ahogó, muchos murieron ametrallados por los cañones de 20 mm de los caza ingleses, que iban y venían volando al ras del mar. Algunos detenidos fueron rescatados por pescadores alemanes que socorrían a las víctimas. En tierra, los primeros sobrevivientes solicitaron a las tropas británicas que enviaran urgentemente botes de salvamento.

La bandera blanca del carguero Thielbek no bastó para detener la furia inglesa. El ataque contra éste se produjo minutos después. Sólo unos pocos escaparon de las bodegas. El barco escoró a 50 grados y comenzó a hundirse. De los 2.800 deportados a bordo, sólo 50 sobrevivieron. Todos los guardias de las SS y los de la infantería de marina fueron asesinados, al igual que el capitán Jacobsen. Los gritos de los moribundos se oían desde Lübeck.

Había 4.500 detenidos a bordo del Cap Arcona, 2.800 en el Thielbek y 1.998 en el Athen; lograron salvarse 316 prisioneros del Cap Arcona, 50 del Thielbek y la totalidad de los deportados del Athen. En total, 7.500 prisioneros de guerra, de 28 nacionalidades, fueron asesinados en menos de treinta minutos. En la euforia del triunfo, los diarios ingleses e internacionales sólo mencionaron el "brillante ataque" de la aviación británica. Al día siguiente, las tropas británicas encontraron el campo de concentración de Neuengamme completamente vacío y el mariscal Montgomery recibió la rendición de las tropas de Alemania del Norte. Cuatro días más tarde, el 8 de mayo de 1945, la guerra terminaba en Europa.


Ningún gobierno británico se refirió nunca a la muerte de los 7.500 deportados de la bahía de Lübeck asesinados por su aviación. Nunca se ofrendaron coronas de flores ni se pronunció ningún discurso. Se cavaron fosas comunes a lo largo de la playa entre Lübeck y Pelzerhaken. Los sobrevivientes hicieron construir un cenotafio de piedra en el que se lee en grandes letras negras: "A la memoria eterna de los deportados del campo de concentración de Neuengamme. Murieron durante el naufragio del Cap Arcona el 3 de mayo de 1945". 

Las autoridades británicas explicaron que la presencia de una flotilla militar alemana junto al Cap Arcona los había inducido al error. En el 2000, el historiador alemán Wilhelm Lange afirmó que los británicos sabían de la existencia de los barcos prisiones un día antes de sus bombardeos, pero que esta información no se dio a conocer. La tragedia de la bahía de Lübeck es considerada un verdadero crimen de guerra. El drama permaneció impune e ignorado por los libros de historia.

Durante años, hasta cerca de 1970, el mar Báltico arrojó los cadáveres y restos de los deportados asesinados. En el llamado "proceso Curiohaus", el ex oficial de las SS Max Pauly, comandante del campo de concentración de Neuengamme y el jefe del campo Thumann fueron juzgados y condenados por crímenes de guerra, siendo ahorcados en la penitenciaría de Hameln. Muchos oficiales de las SS del campo de Neuengamme fueron juzgados entre 1945 y 1948 por tribunales militares ingleses. Pero ninguno de los muchos otros alemanes culpables o cómplices del asesinato de los deportados del Cap Arcona y del Thielbek fue juzgado ni por una corte británica ni por una corte alemana.

Los restos del Cap Arcona permanecieron encallados en la bahía de Lübeck hasta 1950; luego fueron desmantelados por buceadores y reducidos a chatarra. Cuatro años después de su naufragio, el Thielbek, sacado a flote y reparado, fue puesto nuevamente en servicio bajo el nombre de Reinbek. En 1961, la compañía marítima Knöhr & Burchard vendió el Reinbek, que navegó entonces bajo bandera panameña. En 1974, el ex Thielbek fue desmantelado en Split, en la ex Yugoslavia. Los restos de los cadáveres encontrados entre sus partes fueron colocados en 49 ataúdes y descansan finalmente en paz en el sector Cap Arcona del cementerio de Lübeck.

La Unión Soviética se apoderó del Athen como indemnización de guerra y lo llamó General Brusilow. El 27 de mayo de 1947 fue obsequiado a Polonia. Rebautizado Warynski, siguió navegando durante mucho tiempo entre Danzig y Buenos Aires, vía Hamburgo. En 1973 fue puesto fuera de servicio y sirvió como depósito flotante en la ciudad polaca de Stettin, con la denominación NP-ZPS 8.

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