Accidentes oportunos. ¿casuales o provocados?

 Misteriosos accidentes que ocurrieron en momentos muy oportunos.


        En una época confusa, donde prácticamente muchos acontecimientos fueron conocidos con escasos visos de verdad, mediatizados por la propaganda de cada caso. Hoy quiero hacer hincapié en diversos accidentes que tuvieron una importancia extrema, en el lanzamiento a la jefatura del ejército sublevado y más tarde alcanzar la jefatura del estado de Francisco Franco. Como si una maquina fuera destruyendo todos los obstáculos que se ponían en su camino, los líderes políticos y militares fueron desapareciendo de la escena.

        Aunque no fuese un accidente, ni mucho menos, el primero en desaparecer fue el político de Renovación Española don José Calvo Sotelo, un personaje que había adquirido gran importancia a lo largo de la Segunda República Española. No puedo decir que fuera un rival de Franco, pero si fue una de esas “desapariciones oportunas”.

En segundo lugar, hemos de considerar, el “oportuno” accidente del general José Sanjurjo. Franco no era uno de los elegidos para dirigir la sublevación que se estaba gestando, pero se encontró con el cargo por suerte o por un plan perfectamente premeditado.

El golpe de estado planificado para el 18 de julio de 1936 tenía como protagonista al general Sanjurjo, que estaba previsto fuera el general en jefe del bando sublevado, pero el 20 de julio, tomó el avión para trasladarse a la zona sublevada con objetivo de tomar el mando, cuando sufrió un accidente durante el despegue de la avioneta y falleció.

El piloto Juan Antonio Ansaldo va a Estoril a recogerle con una avioneta “De Havilland Puss Moth” para trasladarle a Burgos, donde asumiría el mando del golpe de estado. Sin embargo, el avión se estrella a los pocos momentos del despegue en el hipódromo portugués de La Marinha en Cascais. Curiosamente, tras el accidente, el piloto fue ascendido militarmente y recompensado con cargos políticos en el gobierno franquista.

Ante la muerte de Sanjurjo, la captura y fusilamientos de otros de los generales implicados en la sublevación, el general Manuel Goded en Barcelona  y el general Joaquín Fanjul en Madrid, Franco se quedó con el general Emilio Mola como único rival en su ascenso a la jefatura, primero del ejército, y posteriormente del estado. Su rival político José Antonio Primo de Rivera había sido fusilado por la República, en Alicante el 20 de noviembre de 1936.

También quiero considerar “tremendamente oportuno” el letal accidente que sufrió el general Amado Balmes al dispararse, por accidente, su pistola. Disparo que le causó la muerte y cuyo funeral en Las Palmas, coincidió con la llegada del Dragón Rapide, y que permitiría el traslado de Franco desde la Capitanía General, sita en Tenerife. Esa misma tarde, tras el funeral se sublevarían Melilla, Tetuán y Ceuta.

El 28 de octubre de 1938, el avión pilotado por Ramón Franco Bahamonde, un afamado piloto héroe del Plus Ultra, caía al mar cuando desde Mallorca se dirigía a bombardear Valencia. Otra casualidad, aunque en este caso no de un rival, pero si de una “china en el zapato”, pues el hermanísimo era un republicano comprometido.

Pero el caso que dio mas motivo a la especulación y a los rumores fue, sin lugar a dudas el del general Emilio Mora Vidal.


Emilio Mola ha pasado a la historia ser el planificador del fallido golpe de estado que acabó en Guerra Civil. Su muerte accidental, el 3 de junio de 1937, siempre ha sido motivo de discusiones y especulaciones. Según el comunicado oficial, el avión se estrelló en una colina de la localidad de Alcocero por culpa de la niebla. Las fuentes oficiales dicen que, el motivo del viaje fue la ofensiva republicana sobre La Granja, la cual había alarmado a Mola, por lo que decidió trasladarse de Vitoria a Valladolid a supervisar las operaciones.

Sin embargo hay quienes afirman que el día anterior había mantenido una acalorada discusión telefónica con Franco, al indicarle su intención de abrir una investigación sobre el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor. Esto enfadó a Franco, que temía que esa investigación pudiese deteriorar las buenas relaciones con Hitler. Rápidamente surgieron los rumores, dado que la desaparición de Mola favorecía a Franco. Lo cierto es que no existen pruebas de sabotaje, aunque si extrañas evidencias. Cuentan las crónicas que todo fue culpa de una maldición, culpando de ello a una mujer bizkaina con fama de bruja, que era la encargada del cuidado de la ermita de San Pedro, sita en lo alto de un cerro cercano al que fue frente de guerra.

En los combates desarrollados en esa zona, la ermita quedó destruida por el ejército nacional que comandaba Emilio Mola. La mujer maldijo a Mola por ello y él temeroso de la maldición, hizo reconstruir la ermita. Se dice que ese día 3 de junio a la misma hora del accidente, se desató una tormenta eléctrica sobre la ermita, un rayo entró por el tejado y partió por la mitad la imagen de san Pedro y la espada donada por el general.

A este rumor hay que añadir el embrollo de la biografía personal y política de Jose María de Areilza, destacado miembro de la derecha monárquica más radical y más cercana a Franco. Al leer sus escritos, se percibe que era uno de los máximos dirigentes falangistas interesados en divulgar “hechos” y “sucesos” de carácter patriótico-religioso y así ensalzar aún más el destino del régimen dictatorial, con la protección divina y casi mística.

Para meter mas leña sensacionalista, Juan Rada, periodista del periódico de sucesos “El Caso”, afirma que dos días antes de la muerte de Mola, dos mujeres jóvenes y rubias, se acercaron a él y le entregaron un papel en el que se aseguraba que no entraría victorioso en Bilbao.

Gerardo González, director de “Correo de Briviesca”, afirma que no hay ningún informe oficial sobre el accidente ni sobre los restos del avión, que fueron recogidos en Alcocero por un camión militar que  desapareció con rumbo desconocidoAdemás cita que había seis personas en el avión y no cinco tal y como muestran las noticias y las imágenes de la época.

Carlos Blanco Escola, historiador militar, cita el posible sabotaje del avión, a cargo de dos individuos misteriosos. Se dice que el avión se estrelló en el cerro mientras una niebla densa cubría su cima.


La versión oficial, aparecida en el diario de Teruel “Lucha” del 4 de junio de 1937, publica el siguiente telegrama:

Salamanca. — El General Mola ha muerto en acto de servicio cuando se trasladaba esta mañana en un avión desde Vitoria a Valladolid. Todavía las noticias del accidente son incompletas y las referencias que hemos conseguido hasta el momento de redactar estas líneas, pueden resumirse ha ocurrido de la siguiente manera:

El General salió de Vitoria aproximadamente a las nueve de la mañana, con dirección a Valladolid. Viajaba en un avión conducido por un experto piloto. Chamorro. Le acompañaban su ayudante, el teniente coronel Pozas y el comandante de Estado Mayor Senac. Iba también un sargento mecánico llamado Barredo.

El aparato cruzó a motor parado, según declaración de los vecinos, por encima de Castil de Peones, que se encuentra en la línea férrea de Irún a Madrid. Iba en dirección de «La Brújula» que tiene una latitud de unos novecientos metros y donde son frecuentes las nieblas en muchos días del año. Sin duda, entonces el piloto, al advertir como faltaba la visibilidad, retrocedió pasando sobre Alcocero, donde dio una vuelta muy rápida. Pues iba lanzado hacia un monte.

Salió el avión de un peligro para arriesgarse en otro mayor que había de ser fatal. Al sortear el monte, penetró por un valle estrecho y encajonado, donde ocurrió la catástrofe. Se observó claramente que el piloto sorteaba con dificultad la serie de obstáculos que se oponían: Huyó de un mogote pero el ala tropezó con otro dando lugar al vuelco, estrellándose el aparato contra las rocas.

Quedó el avión desarticulado, hecho pedazos y saliendo proyectados los tripulantes con gran violencia.

Tres cadáveres aparecieron a quince metros de los restos del aparato. Los otros cadáveres fueron encontrados a unos veinticinco metros de distancia de los restos. Eran el General Jefe del Ejército del Norte y el del piloto Chamorro.

Fueron recogidos por los vecinos y guardia civil de aquellos pueblos y trasladados esta tarde, con la urgencia del caso, al hospital militar de Burgos.”

El diario ABC del viernes 4 de junio de 1937 publica en su página 3, el siguiente titular: “A MUERTO EL TRAIDOR MOLA. El aeroplano en que viajaba sufrió un accidente a causa de la niebla”. Cita como fuentes a las agencias españolas FABRA y FEBUS. Otro medio de prensa, el diario Tierra Vasca, mantiene que eran seis y no cinco los tripulantes del avión, en su publicación del día 4 de junio de 1937.

Apreciamos dos diferencias, con respecto a la versión oficial. Primero, la diferencia del número de pasajeros de seis a cinco, tras quitar de la oficial al misterioso mecánico de nacionalidad italiana, ¿porqué las agencias españolas y extranjeras nunca volvieron a citarlo? ¿Tiene algo que ver su desaparición, con esconder la posibilidad de un atentado, o solamente, se pretende ocultar un secreto conocido a voces, pero negado siempre, la colaboración de la Italia fascista con la sublevación?

Un nuevo dato viene a complicar el suceso. Es el testimonio del piloto militar franquista José González Feo, que dice haber disparado ese día contra un bimotor en la zona de Orduña, el mismo tipo de avión en que viajaba Mola. Al parecer, el avión aún tenía su matriculación original del ejército del aire republicano, la misma con la que salió de Inglaterra cuando fue adquirido.

Otro punto en el que los testigos del suceso no se ponen de acuerdo es la niebla. Los testigos de los pueblos cercanos que estaban realizando sus labores en el campo afirman que vieron pasar el avión bajo y sin motor, que dio una vuelta y se estrelló. Otros en el propio pueblo dicen que solo oyeron el avión pasar y dar vuelta pero que no lo vieron a causa de la niebla. Otros dicen que vieron el humo del aparato siniestrado a kilómetros de distancia. Si vieron el humo o el aparato volando y estrellarse poca o ninguna niebla tenía que haber. Los partes meteorológicos del día tampoco aportan nada, pues son partes locales, lo que indica que si en Vitoria hacía buen tiempo, en Burgos podría estar mal.

Pero, hay más teorías conspiratorias. El blog “Sol y Moscas” publica el 26 de julio de 2012 un artículo firmado por Florentino Areneros, en el que, además de otros datos de interés sobre el accidente, tiene unos comentarios de lectores que son relevantes. Varios de ellos pertenecen al nieto de uno de los que tuvo algún tipo de información directa de los hechos:

…Esta historia me la ha contado mi padre. Mi abuelo estaba destinado en el aeropuerto de Valladolid que iba a recibir ese día a Mola. Al parecer uno de los mejores amigos de mi abuelo estaba destinado en el aeropuerto de Vitoria. No tengo ni idea si fue ese mismo día o posteriores cuando ambos hablaron por teléfono sobre el accidente, pero el amigo de mi abuelo le dijo que se había colocado un artefacto en dicho vuelo y que habían participado cinco personas. Desconozco si uno de ellos era él”.

Para que Mola tuviese que coger ese avión faltaba la última pieza del puzle. Su vehículo particular estaba estacionado en Pamplona. Era el medio de transporte alternativo en caso de que el avión no pudiera volar por cualquier causa. Ese vehículo no llegó a Vitoria ya que según algunas fuentes silenciadas y que lo cuentan en los mismos comentarios del citado blog; “estallaba en un garaje de Pamplona”.

Todo esto confirma la información de Dionisio Chamorro Miranda, hermano del capitán Chamorro: “todo fue una conspiración para acabar con la vida del General Mola”.

La reacción de Franco, cuando le dieron la noticia de la muerte de Mola, tampoco ayudó a eliminar los rumores que sobre la responsabilidad del dictador aparecieron desde aquel día.

Cuando la mañana del accidente, su ayudante, hecho un manojo de nervios, entró en su despacho, y muy alterado le dijo, “¡Mi General! ha ocurrido una terrible desgracia, el General Mola ha muerto en un accidente de aviación”.

Franco sin inmutarse contestó: “Qué susto me ha dado usted, creí que nos habían hundido el Canarias”. 

La paranoia a ser eliminado de alguna forma, hizo de Franco un ser temeroso y desconfiado de todo y de todos. Hasta junio de 1937 se le planearon cuatro atentados fallidos, los dos primeros antes de la sublevación militar y el tercero el mismo día. El cuatro fue en el intento de la aviación republicana de bombardear la comitiva en el entierro de Mola, pero fracasó por una mala coordinación por parte del ejército republicano que impidió la llegada de los bombarderos a la zona del funeral.

La suerte sonreía a Franco.


Para la realización de este artículo me he basado en la publicación de Crónicas a pie de fosa y de WikipediA. Las imágenes son de WikipediA y Pinterest.

Comentarios

Entradas populares