Las verbenas madrileñas


            La palabra verbena se debe a una pequeña flor de color rosa pálido que recibe este mismo nombre. Cuenta la historia que antiguamente, era costumbre ir a la plaza del pueblo a disfrutar de la música con un ramito de esta planta en la solapa de las chaquetas, lo que acabaría dando nombre a estos encuentros.

            Con el auge de las ciudades, cuando una gran parte de la población rural decide trasladarse a la ciudad, en busca de una vida mejor, surge la necesidad de ocupar algunos días, en el ocio y, porque no decirlo, la diversión. Y que mejor manera de hacerlo que asignar, por así decirlo, un patrón o patrona al barrio en el que viven. 

            Ya tenemos a quien dedicar nuestra fiesta pero, ¿que fiesta? Hay que pensar, en primer lugar, en la gente menuda. Esos pequeños que suelen carecer de juguetes y entretenimientos, salvo los que el ingenio de sus padres e incluso de ellos mismos, les sirve para sus juegos en la calle, espacio que, junto solares sin edificar, eran los utilizados. Debemos ser conscientes de que, las clases más humildes de las ciudades, intentaban aportar ingresos, desde muy temprana edad. 

            Pronto un personaje va a cubrir ese espacio de entretenimiento para los más pequeños: el ya conocido feriante. Aquellos grupos que en una o dos carretas, recorrían pueblos y ciudades para entretener con sus actuaciones a las gentes, primero de los pueblos, y luego de las ciudades. Pero por la exigencia de los espectadores y la competencia, no basta con hacer ejercicios gimnásticos o, hacer subir la cabra por la escalera mientras alguien toca, a veces con poca fortuna, una melodía con una vieja trompeta. Es preciso crear actividades que ilusionen al menudo y, al no tan menudo personal. Es así como aparecen diversas atracciones: las barcas colgadas de una barra que, a base de impulso, subían y subían, como si fueran a alcanzar el cielo; o el tiovivo, o las casetas donde con unas pelotas se tiraban a los muñecos, para conseguir un pequeño premio; años después sustituidas por carabinas de aire comprimido. Todo ello ambientado por el olor a churros, al freírse.
  

            Esas actividades, situadas en el espacio asignado por la municipalidad, normalmente una plaza o un cruce de calles, junto a los puestos de bebidas, de manzanas cubiertas de caramelo o el algodón dulce, conformaban la verbena. El tiempo agregó el merendero, los fuegos artificiales, los gigantes y cabezudos que, procesionaban en honor a su patrón y, las kermeses, aquellos bailes donde todos los chicos empezamos a dar nuestros primeros pasos y pisotones, y donde nos llevamos las primeras decepciones.

            Las verbenas han ido desapareciendo, excepto las de La Paloma, San Isidro, etc. La verbena de San Isidro se celebraba en la Ribera del Manzanares, y había una línea de tranvía que hacía el recorrido entre la Puerta del Sol y San Antonio de la Florida, circunstancia que era aprovechada por los madrileños para, llegarse hasta la verbena del santo madrileño. Es de ahí de donde nace la frase: “Eres más chulo que un ocho”, por ser sus principales usuarios los chulos y chulapas.

            Cuantos bonitos recuerdos de una infancia, cuya máxima diversión era, acudir a las verbenas que se desarrollaban en los barrios cercanos.

            No quiero despedirme, sin antes, hacer mención de la presencia de las verbenas en las zarzuelas. Era la de San Antonio, celebrada el 13 de junio, una de las primeras, en la revista Las leandras, de 1931, en su dúo se canta: "Llévame a la verbena de San Antonio, que por ser la primera no quiero faltar...". En la zarzuela Luisa Fernanda, de 1932 cantan las chicas, en la mazurca de las sombrillas: "A San Antonio por ser un santo casamentero...". San Antonio, siempre tuvo fama de que las chicas casamenteras, encontrasen novio.

            Pero en la actualidad San Isidro tiene la suya el 15 de mayo. En la zarzuela El Santo de la Isidra, su último cuadro se desarrolla en la pradera de San Isidro, y en uno de sus pasajes se canta "Alegre es la mañana y hermoso el día, hoy va a ser cosa buena la romería...".

            Las referencias a la verbena de San Lorenzo son muy patentes en Agua, azucarillos y aguardiente de 1897, una de las más populares del sainete lírico. En su escena final se canta "Pues habías de quedarte tú sin ir a la verbena. Primero faltaría el sol, digo la luna, que es de noche" y ya mas adelante "Andando, vamos pronto a la verbena... compramos unos pitos pa pitar...".

            Pero, sin duda, la zarzuela más popular, es La verbena de la Paloma, de 1894, que junto a La revoltosa, y Agua, azucarillos y aguardiente, conforman la trilogía de las obras maestras del género chico. Ya en su primera escena, se habla de las verbenas que se celebrarán en distritos diferentes, para honrar a la patrona de Madrid. La obra culmina en la verbena de la calle de don Hilarión, previa pelea de los protagonistas.

            En La revoltosa, de 1897 también hay verbena, en este caso en la corrala o patio de vecindad.


            La zarzuela La chulapona, de 1934 no incluye verbena alguna, aunque en tercer acto, y con motivo de una boda, se baila un chotis en cuyo coro se evoca la kermés: "¡Chotis de Madrí, baile popular, alma de kermeses !de verbenas¡”

            Además de las zarzuelas, las verbenas están presentes en muchas de las canciones de la primera mitad del siglo XX dedicadas a Madrid. Las mas conocida son San Cayetano y De rompe y rasga. La primera que fue popularizada por las célebres tunas de estudiantes: "... y es en Madrid la verbena mas chula de San Cayetano. Verbenas y verbenas lo mas chipén...". En De rompe y rasga, chotis del grupo Los Xey se citan las verbenas y las kermeses, por separado, y al santo casamentero: "Una estampa del Madrid de la verbena a evocar con alegría vengo yo... Aquellos tiempos de las kermeses, que se bailaba la mazurca y el chotis... La chulapa mas castiza de la cava... y se marcha de bureo a San Antón".

            Espero haber rendido un humilde y sentido homenaje a las verbenas madrileñas y a sus kermeses.

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